Luisito y el Pontevedra CF: un divorcio alargado en el tiempo

El de Teo y el club separan sus caminos por segunda vez y de la misma manera que en 2017 lo hacen con serios problemas
Luisito y Lupe Murillo en la presentación del técnico el pasado mes de febrero. DAVID FREIRE
photo_camera Luisito y Lupe Murillo en la presentación del técnico el pasado mes de febrero. DAVID FREIRE

La reunión mantenida el pasado miércoles entre Luisito, Lupe Murillo y Toni Otero y que derivó en la "destitución" del entrenador que finalizó el pasado curso en el banquillo de Pasarón suma un nuevo capítulo a la historia de amor y desastre que vincula al técnico de Teo y a la entidad granate.

Las idas y venidas no han dejado de darse desde que Luisito pisó por primera vez el estadio municipal de la Boa Vila hace ya siete años. Desde el momento álgido con el "Luisito e basta", pasando por una dimisión no aceptada, un despido envuelto en reproches a una parte de la afición y una vuelta a casa a modo de salvador hasta llegar a la "puñalada trapera" que pronunció hace apenas dos días. Una historia de amor y odio y un divorcio alargado en el tiempo, que parece que ha llegado a su punto y final de una manera definitiva.

Luis Míguez llegó a la Boa Vila en el año 2014 en un momento de máxima necesidad para el conjunto granate, hundido en la tabla de Tercera División y en busca de un milagro. Uno que llegó de la mano del técnico teense que no solo consiguió remontar la situación deportiva sino que, demás, se ganó el cariño y el respeto de una afición exigente que vio en Luisito al pastor al que seguir.

Un amor que continuó durante la primera temporada del técnico de Teo en Segunda B e incluso fue a más en 2017 cuando el bloque de la Boa Vila se clasificó para disputar el play-off de ascenso a la división de plata. Todo marchaba sobre ruedas, pese a la eliminación en dicha promoción, pero los problemas matrimoniales comenzaron a llegar y el momento más turbio de la relación estaba al caer, un momento que llegó a parecer el final.

El inicio de la temporada no fue todo lo buena que se espera, los resultados no acompañaban y los problemas comenzaron a llegar. La primera amenaza de divorcio llegó por parte del teense. Luisito presentó su dimisión en noviembre de 2017, pero esta no fue aceptada por el consejo de administración del club que estaba siendo señalado por parte de la afición como el culpable de la situación. Este señalamiento hizo que el entrenador granate se enfrentase directamente con aquellos aficionados que siempre le habían tenido como su pastor, un hecho que hizo que la segunda amenaza de divorcio llegase.

La directiva destituyó a un Luisito que en ese momento se sintió traicionado por aquellos a los que le había dado tanto. Esa ruptura parecía la definitiva, pero como en toda historia de amor tormentosa no fue el verdadero final.

El pasado mes de febrero el Pontevedra se encontraba en la misma situación de necesidad que hace siete años y Lupe Murillo llamó a la persona que sabía que era la cura definitiva. Luisito, que se mostró feliz de su vuelta a casa después de curar las heridas que le había dejado su último curso en Pasarón, aceptó el regreso.

La situación fue más complicada que la primera vez y con la salvación en la mano comenzó el periodo tormentoso hasta lo que parece el divorcio definitivo entre las dos partes. Un mes, un mes tuvo que pasar desde el último encuentro liguero para que la dirección deportiva del conjunto de la Boa Vila le comunicase al técnico de Teo que no cuenta con él para la próxima temporada.

Luisito y el Pontevedra separan sus caminos y, de nuevo, con serios problemas conyugales en el medio que hacen pensar que, esta vez sí, es el divorcio definitivo.

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