El Pontevedra fue incapaz de derrotar a un Deportivo B al que tuvo contra las cuerdas

Richi se lamenta tras una ocasión del partido de ayer.
photo_camera Richi se lamenta tras una ocasión del partido de ayer.

PONTEVEDRA. El mejor partido de la temporada de un aspirante a la fase de ascenso no puede finalizar en empate. Si eso sucede es que algo falla. Milo Abelleira señaló el clásico como el encuentro más completo del Pontevedra en lo que va de curso.

El entrenador granate no miente y tampoco exagera. Ha debido pasar toda una vuelta para que el bloque lerezano se muestre tan serio en defensa, tan ordenado y tan equilibrado en su juego. El análisis de la realidad es sencillo y redunda en lo mismo de siempre, en la idea que nadie desea aceptar, en la verdad.

El Pontevedra no es equipo para disputar la fase de ascenso. No el actual conjunto granate. Solo futbolistas como Santi Domínguez y quizás Jacobo dan sentido ahora mismo a esa ambición. Los demás son un puñado de buenos jugadores, pero de menor talla. Ni siquiera el rutilante Cristóbal Juncal, fuera de posición, lejos de su lugar natural, es argumento para creer en un conjunto pontevedrés de play off. La plantilla es correcta, pero insuficiente. No tiene las dosis necesarias de experiencia ni de calidad para afrontar retos de gran calado. Es muy joven y actúa con el lastre de Pasarón, una bomba atómica, amenaza para todos, incluso para el que disfruta de su propiedad.

La inconstancia demostrada hasta la fecha pone sobre el tapete carencias y problemas. Y aún así existe confianza ciega, ingenua, quién sabe si el simple deseo de que los granates puedan aspirar a otros objetivos.

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