Aleksandr Petrovic, 42 años después

El mítico jugador de la Cibona de Zagreb y de la selección yugoslava, hermano de Drazen, realiza el camino de Santiago para volver a la ciudad que lo descubrió como una estrella emergente en el Campeonato de Europa junior de 1976 

Petrovic
photo_camera Aleksandr Petrovic realizando el Camino Portugués a su paso por A Peregrina. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

"Cuando llegas a los 60 años, tienes que reflexionar sobre todos tus actos, los buenos y los malos", afirma Aleksandr Aza Petrovic, sumergido en el misticismo del Camino Portugués. 

Petrovic llegó este lunes a Pontevedra acompañado por su hijo Marko, con el que no ha podido pasar demasiado tiempo en los últimos tres años debido a los compromisos profesionales y académicos de ambos, y por sus viejos pupilos Raúl Pérez y Benito Doblado, dos pilares fundamentales del Caja San Fernando que él hizo subcampeón de la Liga ACB en 1995. Por eso, asegura, "es el camino del reencuentro".

Aleksandr Petrovic, flanqueado por Tino Lores y por los exjugadores del Caja San Fernando Benito Doblado y Raúl Pérez. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
Aleksandr Petrovic, flanqueado por Tino Lores y por los exjugadores del Caja San Fernando Benito Doblado y Raúl Pérez. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
 

El mayor de la saga Petrovic, actual seleccionador de Brasil, es el protagonista de la IV edición del programa El camino acaba en Obradoiro, que organizan la Xunta y el Obradoiro CAB, la gran referencia actual del baloncesto gallego.

Petrovic comenzó el camino el pasado domingo en Tui, pidiendo perdón a Juan Antonio Corbalán por sus épicas disputas en el primer lustro de los 80.

"El Real Madrid siempre es el Real Madrid. Ahora y entonces. Pero en aquella época, la Cibona fue capaz de competirle. Queríamos ser molestos, que no estuviesen cómodos", recuerda el croata sobre aquellas históricas batallas.

"El Real Madrid siempre es el Real Madrid. Ahora y entonces. Pero en aquella época la Cibona fue capaz de competirle. Queríamos aprovechar nuestro momento y derrotarlo. Y lo logramos"

"Mi hermano, nuestro equipo y yo estábamos a gusto en la guerra verbal, en la guerra física. Queríamos aprovechar nuestro momento y derrotar al Madrid. Y lo logramos". En 1982, en la final de la Recopa de Europa celebrada en Bruselas, la Cibona ganó a los blancos en la prórroga (96-95). En 1985, los croatas fueron campeones de la Copa de Europa en Atenas batiendo el Madrid, "con Corbalán al otro lado, como base rival, frenándonos siempre el uno al otro".

El reencuentro del mayor de los Petrovic no es solo con las personas. También lo es con una ciudad: en 1976 se produce un acontecimiento clave en su carrera deportiva. Yugoslavia se impone en el Campeonato de Europa júnior de baloncesto en Santiago de Compostela, con él como base. 42 años después "me vuelvo a encontrar con ella".

Aza exhibe una memoria prodigiosa al responder a la pregunta del millón. Si no se desmembrase Yugoslavia (tras la guerra civil que estalló en 1991, se dividió en seis repúblicas), ¿habría derrotado al Dream Team de Barcelona 92?  "En la final de los Juegos Olímpicos de Barcelona, Croacia se puso 24-23 en el minuto 12 de partido. La antigua Yugoslavia habría aguantado mucho más tiempo. Habría conseguido jugar un partido muy serio".

"Cuando yo tenía 20 años competíamos para ser mejores jugadores y ganar títulos. Ahora todo se reduce a un pensamiento individualista. Solo se piensa en dinero y en estadísticas. El baloncesto ha perdido algo muy importante, ha perdido el corazón"

Y es que en 1987 aquella selección comenzó una era mágica aprendiendo la lección de la derrota en semifinales contra la Grecia de Gallis y Yannakis.

"Dos años después, en el Campeonato de Europa de Zagreb nos enfrentamos de nuevo contra Grecia y ganamos por 40 puntos de diferencia. Aquella derrota del 87 fue el comienzo de un nuevo ciclo, fue parte del aprendizaje. Jugaban chicos muy jóvenes como Radja, Kukoc, Divac y Drazen. Jamás he visto un Campeonato de Europa con tanta diferencia como el de Zagreb 1989. No había partido. Pasamos por encima de todo el mundo". Al año siguiente, Yugoslavia ganó el Mundial de Argentina contra la poderosa URSS.

Era otra época. "Ahora los jóvenes se centran demasiado en el dinero y en irse cuanto antes a la NBA y se olvidan de jugar por la selección. Cuando yo tenía 20 años competíamos para ser mejores jugadores y ganar títulos para nuestros clubes y selecciones. Ahora todo se reduce a un pensamiento individualista. Ha muerto el romanticismo. Solo se piensa en el dinero y en las estadísticas. El baloncesto ha perdido algo muy importante, ha perdido el corazón".

"Drazen me cogía la bolsa de deporte como excusa para salir de casa"

En 1974 Aleksandr Petrovic jugaba en el colegio con unos amigos cuando un profesor se detuvo a verlos. El talento y la ilusión de los jóvenes lo sedujeron. El maestro los reclutó, montó un equipo y les abrió la puerta del baloncesto.

Tenía talento, mucho talento. "En edad júnior metía 50 ó 60 puntos", recuerda el propio Aza. De Sibenik se fue a Santiago a ganar el Europeo júnior en 1976, momento en el que despertó el interés de los grandes clubes de Croacia. La Cibona de Zagreb fue su elección, el club en el que construyó una dinastía. "Siete años después llegó Drazen... y lo ganamos todo".

Drazen era su hermano pequeño, el mejor jugador de Europa de la historia, fallecido en accidente de tráfico en 1993. Con 11 años "me robaba la bolsa de entrenamiento como excusa para salir de casa. Cuando yo entrenaba, él estaba en la cancha de al lado, lanzando a canasta. Yo tenía 16 años. Más tarde, cuando él tenía 17 y yo 22, fui a jugar un partido de la Cibona a Sibenik, donde estaba Drazen. Aquel día me di cuenta de que iba a ser algo realmente grande".

"Cuando la guerra estalló en el 91, los amigos de Drazen estaban en el ejército defendiendo Sibenik mientras la ciudad era bombardeada" 

Y lo fue. Pero el conflicto de los Balcanes se cruzó en su vida. "Cuando la guerra estalló, en el 91, sus amigos estaban en el ejército defendiendo Sibenik. La ciudad estaba siendo bombardeada". 

Petrovic había hecho grandes amigos en la selección. Amigos de todas las naciones balcánicas. También de Serbia (que combatía contra las demás para evitar su secesión). Entre sus amigos estaba Vlade Divac. Durante la celebración del oro en el Mundial del 90, ganado por una Yugoslavia aún unida, Divac arrancó una bandera croata de malos modos a un aficionado que había invadido la cancha. Aquello fue señalado como clave de la ruptura entre Petrovic y Divac. "No tuvo nada que ver. Drazen se sentía muy presionado, quería hacer algo muy grande. Su decisión fue irracional", dice Aza.

La reconciliación llegó a título póstumo, con la televisión como testigo. "Divac llegó, yo lo vi. Estuvo en la tumba de Drazen... Y lo demás es historia".

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