El legado de Sansilvestre

Carlos Álvarez, elegido como mejor jugador del Campeonato del Mediterráneo da continuidad a la dinastía más importante del balonmano gallego iniciada por su abuelo Vicente Domínguez ►El Hispano juvenil lidera la tercera generación de la saga pontevedresa
Vicente Domínguez Sansilvestre y su nieto Carlos Álvarez. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Vicente Domínguez Sansilvestre y su nieto Carlos Álvarez. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

El balonmano llegó a la vida de la familia Domínguez casi por casualidad. Vicente Domínguez Sansilvestre (Pontevedra, 1942) daba sus primeros pasos en balonmano en Madrid, ciudad en la que estudiaba. Dejó la capital para volver a su ciudad natal a trabajar en la empresa familiar, allí se le presentó la oportunidad de jugar en el Teucro y el resto es historia. Capitán del primer ascenso de los azules y una de las grandes leyendas del club. Sus hijos continuaron su legado, y ahora su nieto Carlos Álvarez (Pontevedra, 2003), continúala dinastía familiar brillando en este deporte, como demostró en el Campeonato del Mediterráneo, en el que fue campeón y MVP con los Hispanos Juveniles.

Al contrario que su abuelo, a Carlos ya le pica el gusanillo del balonmano desde que es pequeño. Ver que su abuelo y sus tíos jugaban a este deporte, hizo que se animara desde muy temprano. A su edad, Vicente aún estaba en Madrid. A los 19 debutó con el Teucro y recuerda que aquello era muy diferente: "Los jugadores ayudamos a echar el piso en las pistas de Arzobispo Malvar. Nos duchábamos en agua fría debajo de los graderíos". Su nieto escucha atentamente las vivencias de su abuelo y dice que hoy no se lo imagina.

Vicente Domínguez. Ex capitán del Teucro
"A Carlos le diría que tenga los pies en el suelo, porque lo primero es el trabajo y el estudio. Trabajo, esfuerzo y sacrificio son las claves"

A Carlos le encanta escuchar las anécdotas e historias que le cuenta su abuelo Vicente. Por ejemplo, recuerda una reciente: "Me contó que en su época los extremos jugaban a banda cambiada. Me enseñó una foto en la que un compañera al estar rectificando, tenía todo el cuerpo en horizontal".

Vicente es consciente de lo mucho que ha cambiado el balonmano en estos años: "Ahora están mucho mejor preparados. Nosotros veníamos de entrenar después del trabajo. Eso te da un plus de que decir, si hago este esfuerzo, tengo que tirar hacia delante".

Carlos representa la esencia del Cisne y del Colegio Los Sauces. que hace que tenga que compaginar los estudios y el deporte: "Allí te exigen lo máximo, lo que quiere el Cisne es que seamos buenos jugadores, pero también buenos estudiantes".

Carlos Álvarez. Jugador del Cisne
"Aunque pasen los años y los veranos, espero que siga dándome truquitos en Sanxenxo"

Vicente fue un gran defensor, pero su nieto es un gran atacante. De él destaca lo siguiente: "Le veo ganas, fuerza y velocidad. Tiene un lanzamiento potente y sabe visualizar la portería antes de lanzar. Busca los ángulos para desarrollar el juego que él necesita". En un ficticio duelo entre ambos, dice entre risas que quizás le habría costado más a Carlos atacar que a él defenderlo, ya que se caracterizaba por ser "un defensa duro, que no brusco".

ENSEÑANZA. Cada verano la familia se reúne en Sanxenxo. Allí tienen un pequeño campo, donde los primos juegan mientras su abuelo los ve y les da consejos. A la pregunta de qué consejo le daría a su nieto, Vicente afirma: "Que tenga los pies en el suelo, porque lo primero es el trabajo y el estudio. Trabajo, esfuerzo y sacrificio, son las tres máximas. A partir de ahí hay que cumplir etapas". Carlos le agradece a su abuelo por intentar ayudarlo siempre: "Aunque pasen los años y los veranos, espero que siga dándome truquitos en Sanxenxo", dice, arrancando una sonrisa y una mirada de orgullo de su abuelo Vicente.

Intrahistoria. Una leyenda del balonmano
Hablar de Vicente Domínguez Sansilvestre es hablar de la historia del balonmano de esta ciudad. Tras volver de estudiar en Madrid, se puso la camiseta del Teucro y no se la volvió a quitar hasta 16 años después. Con el conjunto azul destacó como defensa, su gran altura, poco habitual en aquella época, lo hacía perfecto para la práctica de este deporte. Aprendió de los mayores y en 1966, el brazalete pasó a su poder. Diez años siendo capitán teucrista en los que el conjunto azul vivió los mayores logros de su historia hasta aquel momento. En 1973 conseguían el ascenso a la máxima categoría y Sansilvestre cambiaba de posición, del lateral derecho al pivote, donde jugó hasta su retiro en la temporada 75-76.

La continuidad
Carlos Álvarez es el más destacado de la tercera generación familiar. Algunos de sus primos empiezan a desputar en el deporte, pero Carlos ya es una realidad. Con España acaba de conquistar el Campeonato del Mediterráneo, siendo el mejor jugador del torneo. Sigue así la saga familiar en este deporte, en la que destacaron especialmente sus tíos Juan y Quique, como representantes de la segunda generación. Sus tíos Edu, Íñigo y Pablo también tuvieron sus vidas ligadas al balonmano, de hecho Pablo fichó a Carlos para el Cisne. La familia también está ligada al tenis, otro deporte que Carlos practicó como sus tíos Ricardo y Alberto o su tía Isa, que destacó en el mundo del pádel.

La carta internacional
A Sansilvestre le quedó la espina clavada de no jugar con España, pero esto se produjo por una curiosa anécdota. Fue convocado por la selección, la Federación Gallega recibió la notificación, pero por error envió a otro jugador apellidado Domínguez. Este llegó a Madrid y lo enviaron de vuelta al ver que no era Vicente.

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