El Pontevedra logra la primera victoria de la temporada en su desplazamiento a Santiago

 El Pontevedra estrenó su casillero de triunfos esta temporada gracias a un gol de penalti de Santi Domínguez ante el Grixoa. Los pupilos de Nando no desplegaron un buen juego. Les costó mucho combinar y apenas encontraron espacios para aproximarse al marco contrario. Al Grixoa le faltaron argumentos para perforar la portería defendida por Paco, pero creó apuros con balones colgados y jugadas de estrategia.

El conjunto granate solo brilló cuando los locales perdieron tono físico, en los minutos finales del choque. La primera parte se cerró con un disparo entre los tres palos del Pontevedra, el gol, y ninguno del Grixoa. Hubo batalla, que quedó reflejada en las numerosas faltas señaladas por el colegiado, pero poca fluidez. El equipo pontevedrés no fue capaz de combinar con precisión, abusó del balón largo y llegó poco al área rival. Salió de la atonía gracias a un penalti evitable de Cholo, que tocó el balón con la mano dentro del área tras un golpeo de Santi Domínguez, pero en ningún momento dominó el partido. Fran Fandiño y Tubo intentaron aportar movilidad en la zona de ataque. Su primera combinación acabó con un disparo del extremo de Mos que tocó en Dani Conde y llegó mansamente a las manos de Brais.

El partido no tenía dueño. El Grixoa sacó provecho de las faltas próximas al marco del Pontevedra colgando balones al área. Su opción más clara fue un disparo de Diego Fernández que pasó lamiendo el larguero de la portería de Paco. No hubo más argumentos en la ofensiva del conjunto que dirige Suso Moure. Ni tampoco en la del Pontevedra, que puso empeño en salir del atasco buscando los costados, pero con poco resultado.

Un accidente sacó al conjunto granate del sopor. Sacó una falta Santi Domínguez, batallador en la punta de ataque. La pelota golpeó en la mano de Cholo y el árbitro señaló el punto de penalti. El propio Santi Domínguez lanzó la pena máxima, engañó a Brais y adelantó a su equipo. El gol no cambió el paisaje. Al Pontevedra le costaba mucho combinar y llevar el balón a los costados. Y el Grixoa vivía de los errores de los zagueros, buscando las segundas jugadas. Una confusión entre Pablo y Miguel que aprovechó Calderón para enfilar el área fue el mayor susto para el conjunto granate. La urgencia acabó en una falta en la frontal y el guardameta Paco siguió viviendo tranquilo. La mejor noticia para el Pontevedra era el resultado y, la peor, que el Grixoa ganaba terreno.

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