El Pontevedra derrota con autoridad al Bertamiráns (3-0)

Tomás conduce el balón durante un momento del partido
photo_camera Tomás conduce el balón durante un momento del partido

En el camino de un aspirante al título y al ascenso es necesario un día plácido que afiance los métodos del entrenador y la confianza de los futbolistas y gratifique a los fieles con algunas licencias creativas.

Hoy fue ese partido para el Pontevedra. El equipo granate derrotó con claridad a un humilde Bertamiráns, rival imberbe, con escasa capacidad intimidatoria, pocos recursos económicos y deportivos y tanta bisoñez como juventud.

El once visitante fue víctima del escenario más terrible: encajó un gol pronto. Se encerró en su habitación a cal y canto, pero perdió la lleva y nunca pudo salir. Encajó pronto el 1-0 y padeció constantes mordiscos de una bestia hambrienta, necesitada de puntos y goles que ayuden a cicatrizar sus heridas del pasado reciente. Solo la magnífica actuación de José, el mejor del bloque visitante, evitó un marcador escandaloso.

De tal manera, el 3-0 final se hizo escaso, incluso, para la diferencia manifestada sobre el terreno de juego. Durante la mayor parte del envite, el Pontevedra trabajó en el campo contrario, llevó la iniciativa y mantuvo la posesión del esférico realizando largas jugadas que generalmente concluían con centros desde algunas de las bandas, fundamentalmente desde la derecha.

La superioridad también dejó entrever una mejoría en el fútbol colectivo y en la aplicación de los preceptos de Luisito, si bien la escasa oposición realizada por el contrario pone en duda si los progresos son reales o el espejismo de un oasis en medio del Sahara.

El caso es que a los siete minutos de la contienda Jorge Rodríguez era derribado al borde del área. Pablo Carnero probaba fortuna con el libre directo y encontraba el fondo de la portería de José para poner por delante al Pontevedra.

El Bertamiráns había llegado a Pasarón con la intención de ser firme en defensa para intentar optar a un punto. Para ello había alineado una defensa con cinco hombres, pero el 1-0 arruinó el plan inicial de Raúl Bralo, que optó por no cambiar el panorama para evitar una goleada de escándalo.

La ambición del Pontevedra se plasmó con una línea defensiva adelantada, un rival que era incapaz de abandonar su campo excepto en alguna salida tan esporádica como el sol en otoño a orillas del Lérez. Después de varias ocasiones mal finalizadas por los atacantes pontevedreses se produjo el segundo tanto granate.

Jacobo recibió un balón en profundidad del magnífico Carnero. El centrocampista buenense alcanzó el fondo del campo y decidió finalizar por una rendija entre la pierna del portero y el palo corto para certificar el 2-0.

El Pontevedra estaba tan cómodo y se gustaba tanto, que los laterales estaban más tiempo cerca del área contraria que de la propia. El cuero no pasaba más de un segundo en propiedad de cada jugador, transitaba de lado a lado del campo y encontraba siempre beneficios en forma de ocasiones de gol.

El segundo período comenzó con un 2-0 escaso para los méritos del Pontevedra, que siguió insistiendo en sus intenciones de golear y atacar. Después de nuevas aproximaciones peligrosas y de una ocasión en la que Jorge no pudo enviar al fondo de la red -el tanto habría hecho justicia al delantero-, llegó el tercer tanto.

Desde la izquierda, una genial combinación en la que participaron Jacobo, Carnero, Jorge Rodríguez y Mouriño concluyó con un remate ajustado al poste del centrocampista de Porriño que situó el 3-0 definitivo en el tanteador.

El Pontevedra bajó levemente el pistón, pero no fue suficiente para que el Bertamiráns encontrase la salida de la cueva. Edu Sousa siguió sin trabajo más allá de alguna intervención preventiva y el obligado juego con los pies que incluso en los partidos de dominio los guardametas realizan.

Ni Feito, ni Mouriño, ni Carnero ni Centrón pudieron ampliar la cuenta ante el portero José. Los errores en la finalización tampoco revestían gravedad: el Pontevedra ganó y alcanza la falda de la montaña bien situado en la clasificación general.

El Pontevedra jugó con viento a favor

Todos los factores del partido favorecieron una victoria cómoda del Pontevedra. El primer elemento que facilitó el triunfo del once granate fue el gol de Pablo Carnero a los siete minutos de enfrentamiento. El conjunto de Luisito se encontró con el marcador a favor muy pronto y además gozaba de la complicidad de su adversario. El preparador visitante, sabedor de la diferencia de potencial de su plantilla y la del Pontevedra, optó por una línea de cinco defensas. El tanto encajado obligaba a sus hombres a ser más ambiciosos. Sin embargo, el bloque gualdinegro no era capaz de aparecer en campo contrario, ya que acumulaba pocos futbolistas por delante del esférico, que además recibían el balón sin ventaja y con escasas posibilidades de generar peligro en el marco de Edu.

Entre las limitaciones de los visitantes, tanto numéricas como de calidad, y la concentración en defensa y en las vigilancias de los centrales lerezanos, el envite caminó hacia una victoria plácida de la escuadra de Pasarón.

A ello hubo que unir que el Bertamiráns se quedó transitoriamente con diez hombres tras la lesión de Diego a los 29 minutos de juego. El momento fue aprovechado por los granates para sentenciar con una buena definición de Jacobo tras pase en profundidad de Pablo Carnero.

Las circunstancias causaron que el cuadro visitante se fuese diluyendo, desgajando y sufriendo cada vez más embestidas de un Pontevedra que por momentos fue creciendo en la calidad del uso del balón y gozando de más espacios.

El agotamiento del rival y las ganas de agradar del conjunto de Luisito hicieron que el balón estuviese durante el 80 por ciento del tiempo en campo del Bertamiráns y que las ocasiones fuesen cayendo en la portería visitante sin remedio para sus futbolistas, hasta el 3-0 final.

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