El Pontevedra llega a Getafe con vida y esperanza, pero en una situación similar en la clasificación a la que debió afrontar hace quince días contra el Celta B. El equipo de Fernando Castro Santos ha vivido una metamorfosis importante en tres semanas. En ese tiempo ha pasado de estar derrotado a volver a competir y convertirse en un conjunto serio y, posteriormente, cayó de nuevo en la ciénaga con un empate insípido ante el colista que lo ha devuelto a un lugar similar al del punto de partida.
Eso sí, circunstancias de la existencia, la igualada frente al Extremadura ha permitido al bloque lerezano sumar su serie de encuentros sin perder más prolongada de la temporada. Ya hace cuatro semanas que los pontevedreses no son superados por un adversario en el marcador. Y la sensación es la de que tampoco en el planteamiento. Quizás solo el último contrincante puso de manifiesto las carencias del PCF en Pasarón, la obligación de llevar la iniciativa, arte para el que este bloque no parece concebido.
Ante tales limitaciones, no acaba de ser mala noticia que el Pontevedra se juegue las habas lejos de casa, sin la exigencia de mandar sobre la posesión. Getafe, A Coruña y Cáceres serán las próximas sedes por las que debe pasar el cuadro lerezano.
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