El Teucro cae ante la veteranía (27-30)

La defensa del Octavio frenando un ataque del Teucro llevado por Porto y Dorado. david freire
photo_camera La defensa del Octavio frenando un ataque del Teucro llevado por Porto y Dorado. david freire

PONTEVEDRA. La presión, la ansiedad, la tensión, los nervios, la experiencia, la inexperiencia... Todos esos factores que influyen en cualquier partido, en un derbi se multiplican por tres, incluso por cuatro, y ayer jugaron en contra del Teucro. Los azules sucumbieron ante la veteranía del Academia Octavio (27-30), que supo jugar eso que llaman ‘otro balonmano’, eso que trata más de cuestiones psicológicas que de deportivas y que, a veces, decanta los partidos.

En un encuentro de máxima rivalidad, el factor mental se presume determinante casi siempre, y ahí falló el equipo pontevedrés, especialmente en la primera parte. Dos parciales matadores del Octavio, el primero de 0-4 entre el minuto cinco y el diez y el segundo de 0-5 entre el 20 y el 25, fueron la clave del derbi. Los chicos de Javier Barrios fueron capaces de neutralizar el primero de ellos, llegando a empatar el partido a ocho goles (minuto 19), pero el segundo les pilló demasiado cerca del descanso, al que llegaron seis goles abajo en el marcador.

La defensa azul no funcionó en el primer acto y el equipo lo acusó mucho, también Juan Bar, cuyas intervenciones fueron casi anecdóticas, algo muy poco habitual en el portero teucrista. El Octavio jugó la primera media hora con autoridad, aprovechando los ya tradicionales bajones del cuadro azul. Los chicos de Barrios, intimidados por la intensidad defensiva del conjunto vigués, fueron víctimas de sus precipitaciones y de sus pérdidas de balón.

Reanudación

Solo los tiempos muertos que solicitó Barrios sirvieron para hacer reaccionar al equipo, pero los arrebatos le duraron poco. Sin embargo, la charla que debió dar el técnico en el descanso sí que permaneció más en la mente de los jugadores, que retomaron el encuentro con más calma y más confianza en sí mismos.

Así, en el primer ataque del Octavio, el Teucro sorprendió con una defensa 5-1 que descolocó a su rival. Un parcial de 3-1 en los primeros cinco minutos hizo que el Municipal, que registró la mejor entrada de la temporada en liga, empezase a creer. La afición empezó a empujar al equipo y la distancia de seis goles que parecía insalvable al descanso comenzaba a reducirse.

Apoyados en una defensa mucho más sólida e intensa, en un Juan Bar que empezaba a entonarse bajo palos y en un Carlos García espectacular en ataque que marcó goles de todo tipo (incluído alguno de bella factura), el Teucro se puso 22-23 en el ecuador de la segunda parte y obligó a Quique Domínguez a pedir tiempo muerto.

Después de la charla del míster del Octavio se produjo otra de las jugadas clave del partido, cuando el extremo azul Miguel Sío, en una contra, dispuso del lanzamiento para empatar a 23, pero el portero visitante, Pablo Galán, que acababa de sustituir a García Lloria, que en la segunda parte no estaba teniendo acierto, desvió la pelota en la que sería la primera de sus muchas intervenciones en el cuarto de hora final del encuentro. En el siguiente ataque, el cuadro vigués volvía a ampliar su renta a dos tantos (22-24).

Pero Los azules no se vinieron abajo y, aunque el Octavio se distanció a tres goles, siguieron buscando la remontada. Volvieron a ponerse a un tanto en el marcador, pero de nuevo les faltó calma para finalizar. Pablo Galán se lució bajo palos, pero también hizo paradas relativamente sencillas ante un rival que se desesperaba en ataque.

De poco le sirvió al Teucro la colaboración de la pareja arbitral, cuyas decisiones fueron, salvo excepciones, bastante ‘caseras’ después de una primera parte en la que repartió errores y extrañas faltas y exclusiones a uno y otro bando sin criterio alguno.

Al final, la veteranía y el control del Octavio se impusieron ante un equipo azul al que le sobró actitud pero le faltó cabeza y frialdad en los momentos decisivos.

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