El triunfo del trabajo

Gustavo César Veloso en Pontevedra. gonzalo garcía
photo_camera Gustavo César Veloso en Pontevedra. gonzalo garcía

07-09-2009, Gustavo César Veloso recuerda el triunfo que consiguió en la Vuelta Ciclista a España de 2009 y que supuso la primera victoria de etapa de un corredor español en aquella edición de la ronda española

«Un cazaetapas -relata el ciclista de Bamio- nunca marca unha soa etapa no calendario. Marca catro ou cinco». La que acababa en Xorret de Catí fue una de ellas, el momento en que sonó con más fuerza su nombre. Gustavo César Veloso era un ciclista fuera de lo común antes de saltar al profesionalismo, un ganador voraz, una máquina de triunfos. «Pero no profesionalismo ponse o contador a cero». En ese mundo son todos buenos.

Cuando dio el salto tuvo que ganarse el pan otra vez a base de trabajo y aprovechar su momento. Y lo hizo. En 2008 ganó la Volta a Catalunya. En 2013 venció una etapa magnífica en la Volta a Portugal y luchó por la general hasta el último día.

Y en 2009 venció en la Vuelta, un día recordado por la infame realización de Teledeporte y la velocidad endiablada con la que el pelotón perseguía al grupo de escapados en el que se hallaba.

Veloso se había reservado el día anterior, en Aitana, con la intención de meterse en la fuga buena camino de Catí.

Así lo hizo. Le costó cogerla, pero lo logró con la colaboración primero de su compañero Gustavo Domínguez y de Ramírez Abeja, más tarde, que le ayudó a llegar al grupo bueno, con Marzano, De Volder, De la Fuente y Taramae.

Veloso jugó con la mente de sus rivales, enfrascados en peleas absurdas por las metas volantes y la montaña. «Nun porto intermedio, corteime un pouco para que pensasen que non ía ben».

Picaron el anzuelo

Se llegó a la base de la ascensión final. Un puerto desconocido para el ciclista vilagarciano. Y después de un primer amago de Veloso, el estonio Taramae lanzó su ataque. El corredor pontevedrés sabía que quedaba lo más duro y contemporizó. Primero llegó a la altura de De Volder, que lo condujo. «Deixei que me levase ata a parte máis dura. Aínda que quedei cortado, nunca perdín a referencia da cabeza». Después del ciclista belga apretó para cazar a De la Fuente. Por delante, Taramae reventó, mientras Veloso cazaba a Marzano.

Estratega

El italiano hizo un último esfuerzo de soltar al corredor del Xacobeo. Pero no lo hizo y acabó pagando su esfuerzo. «Entón lancei o meu hachazo». Recorrió el tramo antes de coronar a toda velocidad. Alcanzó la cima en cabeza. «A miña única preocupación era o pelotón e non me daban referencias del». Le faltaban unos escasos kilómetros de bajada para alcanzar la línea de meta y su mayor temor era caerse. «Aínda que na tele parece que ía coma un tolo, ía deixando unha marxe de seguridade».

Al final llegó en solitario y pudo levantar los brazos como ganador. Una de las mayores recompensas de su carrera deportiva.

La intrahistoria

Un hombre, mil anécdotas

 Cuando se escapó camino de Xorret de Catí, sin conocer el recorrido, el ciclista vilagarciano no sabía si iba a ganar. Tenía un hijo de un año y medio de edad. En una meta volante intermedia el patrocinador regalaba un tren de juguete. Esprintó y lo ganó. «Polo menos leváballe algo para o rapaz», dijo.

La Volta a Catalunya 2008 lo coronó. Fue el primer corredor de un equipo que no estaba dentro del Pro-Tour en vencer una carrera Pro-Tour. El éxito de un trabajador. «A miña especialidade foi ser un currante», asegura. «Souben aproveitar as oportunidades que se me presentaron».

En aquella ronda catalana, Veloso fue recortando terreno con sus rivales hasta la última jornada, en la que aspiraba a colarse en el podium por un terreno próximo a Barcelona, que conocía bien «porque a miña dona é de alí. Era a miña segunda casa».

Se llevó la carrera en un día de perros, con mucha lluvia, jugando al contraataque en un territorio muy incómodo y contra ciclistas de la talla de Dani Navarro o Tino Zaballa.

Llegó segundo a la línea de meta, pero con el tiempo suficiente para hacerse con el triunfo de la General de la Volta. Al llegar, su esposa lo esperaba. «Está bien, segundo», le dijo, para intentar consolarlo. Desconocía que aquella segunda plaza le valía para obtener el triunfo final en la prueba, bajo aquel clima que le supo a gloria. «Algo bo ten que ter adestrar aquí con chuvia», pensó.

Comentarios