El valor de la conquista

Piscis durante el partido que el Pontevedra jugó ante el Sevilla en julio de 1998. d.p.
photo_camera Piscis durante el partido que el Pontevedra jugó ante el Sevilla en julio de 1998. d.p.

31-07-1998: Piscis echa la mirada atrás para recordar su momento más memorable como futbolista: el gol que le hizo al Sevilla en Pasarón, vistiendo la camiseta del Pontevedra, en uno de los duelos de la pretemporada

Corre el minuto 55 de partido. El Pontevedra roba y sale con la misma velocidad con la que el diablo pergeña sus planes. Piscis encuentra a Nel, Nel a Arturo, y éste cierra el triángulo enviando el cuero de vuelta a Piscis, que se había desmarcado sobre su espalda. Desde la frontal, el jugador portonovés engancha el cuero con el exterior de su bota y lo envía al fondo de la red. Era el 31 de julio de 1998. El equipo granate batía al Sevilla con un gol materializado por un hombre de la casa, un conquistador de sueños, un luchador.

Fue el momento de Piscis. Después de aquello corrió hacia el Fondo Norte, que estaba esperando por él, y besó el escudo. Aquel gol fue algo más que el tanto de la victoria en un amistoso de verano, fue su premio, el momento por el que había luchado durante varias temporadas, su liberación y su puesta de largo ante la gente del Pontevedra.

«Despois de tanto tempo en Terceira División e de tanto sufrimento, tiña ganas de liberarme e de demostrar o que podía facer», recuerda el hoy entrenador del Arosa, que guarda como oro en paño la historia de aquel día.

En el Sevilla militaban algunos hombres de enorme categoría. El equipo que jugó aquella noche en Pasarón estaba formado por Leal, Alfredo, Corona, Hibic, Cordón, Jesuli, Quevedo, Correa Ratkovic Gluscevic y Carlos. También jugarían Velasco, Vukicevic, Juric, Tsarta y el exentrenador granate Nando.

«Lembro unha anécdota con Alfredo Santaelena. Unha xogada pola banda na que o seguín ata roubarlle o balón. Leveino e despois seguiume el a min, ata que me deu unha patada».

Aquel día Piscis llegó a las duchas y lloró de emoción tras la conquista más grande de su carrera deportiva. Comenzaba una temporada diferente para él, con la camiseta que siempre había soñado vestir, en el equipo con el que siempre quiso jugar.

Temporada agridulce

El entrenador asturiano Roberto Robles confió en él. Sin embargo, la campaña no fue perfecta. «Tivo un sabor agridoce para min», expresó el protagonista del episodio.

Robles confió en él. Le concedió la titularidad y mucha responsabilidad en el juego del conjunto. Sin embargo, fue destituido y tras el cambio de técnico que vivió el equipo en aquel ejercicio, Piscis pasó a un segundo plano.

Muñiz acabó condenándolo al banquillo. Hoy le concede un gran valor a aquella dura lección que le dio el fútbol. «A nivel persoal fíxome moi ben. Maduroume como persoa. Foi moi produtivo para min e é unha lección que podo aplicar agora como adestrador», manifiesta el técnico, siempre en proceso de aprendizaje.

La historia

Rulo y la Señora Lola

Cuando Piscis llegó al Pontevedra conoció a dos personas que le hicieron considerar el auténtico valor del color granate: el masajista del equipo, José Castro Ruibal, Rulo, y la señora Lola, la encargada de la lavandería del club.

Ambos le transmitieron los valores por los que debe regirse la entidad, el amor por los colores y el sentimiento que rodea el fútbol, que solo se puede entender cuando se adquiere. «A nivel persoal aprendín moitas cousas deles. Sobre todo, a vivir o fútbol coa paixón que require», relata el entrenador del Arosa. «Había moita xente que traballaba e amaba ao Pontevedra por diante de todo».

Aquel sentimiento no lo ha abandonado todavía, aunque sabe a quién se debe y cuál es el club para el que trabaja. «Son o adestrador do Arosa e mentres sexa así defenderei os seus intereses», aclara para evitar malos entendidos una semana antes de que su escuadra vuelva el campo de Pasarón después de casi dos décadas sin visitarlo.

A la segunda fue su oportunidad. Años antes, Antonio Gómez había preguntado por él para reforzar al equipo de la primera mitad de los 90, pero el por entonces director deportivo del club, Martín Esperanza, decidió no contar con sus servicios.

Debió pasar un lustro para que Piscis regresase y se hiciese un hueco en el club granate, a base de momentos como el que vivió aquel verano contra el Sevilla, inolvidables.

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