Geni: "Yo soñaba con jugar en el Teucro"

Teucro y Lalín siempre han tenido una relación especial. El trasvase de un club a otro ha sido constante, teucristas que fueron ídolos en O Deza y lalinenses que alcanzaron la gloria con la camiseta azul. De entre todos ellos destaca el yugoslavo de Lalín
'Geni', delante del Concello de Lalín. PATRICIA FIGUEIRAS
photo_camera 'Geni', delante del Concello de Lalín. PATRICIA FIGUEIRAS

El destino suele ser caprichoso. Un cuarto de siglo después de colgar la camiseta azul, el Lalín y el Teucro se enfrentan (mañana a las 19 horas). Una ocasión perfecta para saber de Eugenio Enríquez Batán, alias Geni, alguien que fue un mito en la ciudad del Lérez. El líder de un equipo que ascendió a la élite y que se consolidó en ella. En la conversación afloran los recuerdos, aunque asegura que no tiene buena memoria. Una charla en el que queda patente el amor por un deporte, el balonmano, y por un color, el azul. Ante ustedes: una leyenda.

Coincidencias, pero 25 años después de su retirada mañana se enfrentan los dos clubes de su vida, el Lalín y el Teucro, ¿tiene el corazón como cantaba Alejandro Sanz?

Ahora si veo el balonmano es para disfrutar, así que si veo un buen partido me daría igual que ganase uno u otro. Mi manera de ver el balonmano ahora es en plan relax. Son dos clubes a los que le tengo cariño porque son en los que jugué, pero mi carácter competitivo ya desapareció.

¿Por qué cuando se retiró se desconectó totalmente del balonmano?

Circunstancias de la vida. Tenía otras prioridades. El balonmano que se practicaba en Lalín, donde yo vivo, no tenía el carácter competitivo que yo quería. Siempre fui muy exigente. Jugar por jugar nunca me motivó. Por suerte la base fue mejorando y por eso ahora el Lalín está donde está y además jugando muy bien, aprovechando su potencial y con el mismo equipo que la pasada temporada está practicando un balonmano más efectivo y vistoso. Soy muy exigente conmigo mismo y eso fue lo que me desvinculó del deporte. Yo ya no estaba para la alta competición y no me motivaba jugar para pasar el rato. En aquella época, el grado de compromiso de los jugadores del Lalín no era el que yo quería. Fue pasando el tiempo y ya fui perdiendo interés. Ahora cuando vienen equipos de excompañeros, exentrenadores... me acerco al pabellón porque siempre es agradable recordar momentos pasados con gente que formó parte de mi vida.

Cuando alguien te recuerda o te dice en la calle: pero tu no eras... en ese momento sientes cosquillas y disfrutas de ese momento

Ha pasado un cuarto de siglo de su adiós al Teucro y en Pontevedra se le sigue recordando como una leyenda, ¿emociona?

La verdad es que cuando alguien te recuerda o te dice en la calle ¿pero tú no eras...? en ese momento sientes cosquillas y disfrutas de ese momento.

Dice que tiene lagunas de su pasado, pero cuando echa la mirada atrás y recuerda su trayectoria, ¿qué es lo que se le viene a la cabeza?

Hubo momentos extraordinarios. El primer año en División de Honor (Liga Asobal) fue increíble. Nuestra primera vuelta fue mala (el Teucro sumó tres puntos de 30 posibles) y estábamos condenados al descenso. Nadie daba un duro por nosotros. La segunda vuelta la empezamos en Palautordera y a uno de nuestros extranjeros (se refiere a Rasic aunque en ningún momento pronuncia su nombre) le dijeron que si no ganábamos él ya no volvía a Pontevedra y a partir de ahí todo fue espectacular. Fue como una señal de que teníamos que hacer algo más, no podíamos pasar por esa categoría sin pena ni gloria.

Yo disfruté del momento, de jugar a lo que realmente me gustaba que era el balonmano. Fui feliz haciéndolo

La segunda vuelta de esa temporada (89-90) fue de cine, ¿qué se decía en el vestuario?

Salíamos a cada partido a darlo todo. La anterior había sido una temporada fantástica, ganando en todos los lados. Estar en la División de Honor era un premio, pero teníamos orgullo y no queríamos hacer el ridículo. Le cogimos la aguja de marear a la categoría. No convencimos de que podíamos dar más. Podíamos ser inferiores, pero por entrega y pasión nadie nos podría derrotar. A mí lo que me sobraba era garra. A lo mejor me faltaba calidad, pero entrega me sobraba.

¿La llegada de Mikulic fue tan importante como se dice?

Me facilitó mucho el juego. Estaba más descansando. Era un portento físico. Fue uno de los mejores zurdos con los que jugué. Tenía un físico portentoso.

Probablemente por mi forma de juego en el balonmano actual tendría más cabida porque yo era un trotón

Se habla mucho de las temporadas de Asobal, pero la del ascenso (88- 89) fue increíble. Nadie apostaba por el Teucro.

Te voy a decir una cosa. Yo no soy nada de recuerdos, pero el único álbum de recortes de prensa (la mayoría del Diario de Pontevedra) que tengo es de esa temporada que fue increíble. Fran (Teixeira) fue capaz de reclutar un grupo excepcional de jugadores de la provincia. La mayoría de los rivales tenían extranjeros y nosotros éramos todo de la tierra. ¡Nos salimos!

Después de aquel ascenso y de la permanencia inesperada llega la explosión, ¿se lo imaginaba cuando regresó al Teucro?

Para nada. Fuimos convenciéndonos de que podíamos estar ahí y el club hizo un gran esfuerzo para crecer. Pasamos de ser jugadores aficionados a ser profesionales. Yo llegaba todos los días a la una de la madrugada a mi casa en Lalín y a la siete me levantaba para ir a trabajar. Eso cambió cuando el equipo se profesionalizó y se notó. Había más horas para entrenar, había menos esfuerzo extra. Nos dedicábamos únicamente al balonmano.

El Real Madrid de baloncesto me quiso fichar pero yo quería jugar al balonmano y en el Teucro

De todos los jugadores con los que coincidió como rivales, ¿cuál fue el que más le impresionó?

Mi referente fue Joanqui Román (jugador del Atlético de Madrid e internacional en más de 30 ocasiones). De hecho es de las pocas personas del balonmano con la que mantengo trato. Tenemos un amigo común y pasado los años retomé la relación. Por su personalidad, por su carácter, por su entrega... era mi referente. Tengo un recuerdo muy bonito de él porque cuando yo tenía 18 años vino a Lalín el Atlético de Madrid y la estrella era Cecilio Alonso. Todos queríamos saltar como él, lanzar como él... queríamos ser Cecilio Alonso, pero yo veía la entrega y lucha de Joanqui y me encantaba. Al acabar el partido le pedí varias veces la camiseta, pero amablemente me dijo que no podía porque al día siguiente jugaban y solamente tenían una. Todo quedó ahí. Nos enfrentamos muchas veces y contra él siempre me salían malos partidos, pero no porque yo jugara mal sino porque él me defendía muy bien. Transcurrido el tiempo yo fui a una concentración de la selección española B para preparar los Juegos del Mediterráneo y apareció él con una bolsa en la que llevaba una camiseta para mí. Habían pasado ocho años y él se acordaba. Me quedé de piedra.

Ahora que habla de aquella llamada para los Juegos del Mediterráneo (los de 1993 en Languedo Rosellón, Francia), ¿a veces se ha preguntado porque nunca fue convocado a la selección A?

Nunca le di importancia. De hecho cuando me llamaron para la B me sorprendió. Cada entrenador tiene sus preferencias. La verdad que hubo seleccionadores que me llamaron para decirme que me iban a convocar y nunca lo hicieron. No le doy más trascendencia.

Estar en la División de Honor era un premio, pero teníamos orgullo y no queríamos hacer el ridículo

¿En aquella época eso le molestaba?

No. La verdad que no. Y no lo digo ahora a toro pasado. Yo disfruté del momento, de jugar a lo que realmente me gustaba que era el balonmano. Cuando tenía 14 años medía lo mismo que con 18 y en esa época mi familia veraneaba en A Coruña y teníamos relación con un dirigente del Real Madrid (se refiere al eterno gerente Manuel Fernández Trigo) que me propuso jugar al baloncesto y yo le dije que lo que me gustaba era el balonmano, pero me llevó a Madrid para hacer una prueba. No tenía ni idea de jugar al baloncesto y cuando salgo a la cancha cojo un balón y lo lanzó desde más de siete metros y encesté. Todos se quedaron mirando. Aunque fue la única canasta que metí en la prueba pese a ello me propusieron fichar porque decían que lo importante eran mis condiciones, pero yo lo rechacé porque lo que quería era jugar al balonmano y él me dijo si quería jugar en el Teucro y a mí se me abrieron los ojos. El equipo en el que yo quería jugar no era ni el Atlético de Madrid ni otro, era el Teucro de Pontevedra. No me digas por qué, pero yo soñaba con jugar en el Teucro.

Y esa oportunidad le llegó cuando hizo el servicio militar.

Aquel equipo (85-86) era fantástico. Fue la mejor época. Estaban Fernando Pacheco, José Manuel Chan, Agrelo, Cereijo, Miguel Arias, Pucho (Miguel Pérez)... Fue el mejor vestuario en el que estuve. Éramos una piña. Después tuve unos excelentes compañeros, pero ninguno como ellos. Aquel grupo era espectacular. No seguí porque no me entendí con la directiva. Lo único que pedí es que no me costara dinero ir a entrenar porque yo vivía en Lalín.

No soy nada de recuerdos pero el único álbum de recortes de prensa que tengo es de esa temporada

Estuvo dos años fuera hasta que Fran Teixeira le fue a buscar.

Fran y yo tuvimos algo más que una relación de entrenador-jugador, después las circunstancias fueron las que fueron, pero nosotros fuimos unos extraordinarios amigos. Me pasé muchos fines de semana en su casa. Yo iba a donde me dijera Fran y aunque fuera descalzo. Fue capaz de construir un equipo que dio un rendimiento muy bueno. Fue cogiendo los mejores jugadores de diferentes clubes de la provincia.

Usted era la prolongación de Fran Teixeira en la pista.

Yo tengo que agradecerle mucho. Llegué a donde llegué porque él confió en mí. Como todo en la vida fue hasta cuando di resultado. Cuando bajé el rendimiento me sustituyeron, pero el deporte profesional es así. Yo tuve la mala suerte de retirarme joven, pero el tiempo me dijo el porqué. Llevaba Deseo El equipo en el que yo quería jugar no era ni el Atlético de Madrid ni otro, era el Teucro. No me digas porqué dos años con un dolor de hombro terrible y 18 años después me operé y descubrieron que tenía un ligamento roto. Esos años para poder dormir tenía que medicarme. El doctor no se explicaba que pudiera jugar sin ligamento. Después de cinco horas de operación lo encontró en la mitad de la espalda.

Hubo seleccionadores que me llamaron para decirme que me iban a convocar y nunca lo hicieron

¿Sus dos últimos años en el Teucro fueron un calvario?

De hecho a la temporada siguiente (95-96) la inicio en el Lalín con Coté (Domínguez) como entrenador y al poco tuve que dejarlo porque era imposible que jugara.

¿Si hoy analiza su trayectoria se imaginaba que iba a ser así?

Imposible. Tenía la ilusión, pero me parecía muy lejano que yo pudiera estar tantos años en la élite del balonmano. Aquella época no era como ahora. Las posibilidades eran menores. Prácticamente no había categorías inferiores. Yo era cadete y entrenaba con los mayores, pero sin poder jugar. Mi etapa de cadete era yo solo lanzando contra una pared.

Se podría decir aquello de: ¡cómo hemos cambiado!

Buff. El balonmano ha evolucionado muchísimo. Probablemente por mi forma de juego en el balonmano actual tendría más cabida porque yo era más de resistencia, que de técnico-táctica que era lo que más se valoraba.

El equipo en el que yo quería jugar no era ni el Atlético de Madrid ni otro, era el Teucro. No me digas porqué

Ocho temporadas como teucrista en dos etapas diferentes

En el verano del 85 un joven lalinense, del que había excelentes referencias, fichó por la SD Teucro porque estaba haciendo el servicio militar en Figueirido. Fue un paso efímero, pero en el que dejó patente sus cualidades aunque nadie podía imaginarse que dos años después acabaría convirtiéndose en la referencia de un equipo que escribió las páginas más brillantes en la larga historia del club pontevedrés.

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