El extremo Pedro Vázquez relata su primera experiencia fuera de casa

El jugador se sintió muy valorado en la Ciudad Autónoma, donde estuvo a punto de clasificarse para jugar el play-off con su equipo

 

Pedro Vázquez tomando el té en un local de Melilla. CEDIDA
photo_camera Pedro Vázquez tomando el té en un local de Melilla. CEDIDA

Después de toda su vida deportiva en Vigo, durante el verano de 2017 Pedro Vázquez decidió que era el momento de hacer las maletas y probar fortuna en otro destino. El extremo ahora enrolado en las filas del Pontevedra tenía varias opciones sobre la mesa, pero ninguna le gustó tanto como la de Melilla.

"Llevaba muchos años en casa, por temas personales. El entrenador y la gente del club 'me ganó'. Me apetecía cambiar de aires, jugármela e ir a un equipo con mayores aspiraciones".

No falló. Salió de Coruxo para irse al conjunto norteafricano y no pudo estar más acertado con la elección. "Fue un año muy ilusionante. Quedamos fuera de play-off por el golaveraje, pero fuimos un grupo humano fantástico. La liga del grupo IV es muy bonita. Disfruté mucho".

Pero no solo fue una experiencia única en el aspecto deportivo, sino también en el humano. Vivir en Melilla es una sensación peculiar, distinta a hacerlo casi en cualquier otro lugar de España. Y es que, durante muchas semanas, la Ciudad Autónoma fue el foco de atención de los medios de comunicación debido al goteo constante de inmigrantes llegados de diferentes puntos de África que intentaban saltar la valla que dividía Marruecos de España, en busca de otra vida, de otro mundo. Vázquez explica que, en ocasiones, la realidad no era tan palpable en el centro urbano. "Yo vivía a diez minutos de la valla y nunca vi nada, aunque en las noticias era lo que salía".

En realidad, la principal peculiaridad de la vida en un sitio como Melilla es su aislamiento. "Es una ciudad un poco aburrida, porque está aislada y no te puedes desplazar. Aquí tienes acceso a las playas y a otras ciudades. Pero aquello se convierte en una ciudad rutinaria, y muy tranquila", destaca el talentoso futbolista olívico.

Melilla se acaba convirtiendo en una gran familia. "No sales de allí y todos nos veíamos muchos días. Por hache o por be, acababas conociendo a todo el mundo".

Y aunque finalmente optó por retornar a Galicia de la mano del Pontevedra, conserva excelentes recuerdos de su etapa melillense. "Todo depende de la situación deportiva. Me fue todo muy bien, por lo que te quedas con un buen recuerdo. La gente se portó muy bien conmigo, tanto el cuerpo técnico, como el club, como la afición, los médicos y los compañeros".

Vivía a diez minutos de la valla y nunca vi nada, aunque era lo que salía en las noticias. Melilla es tranquila y rutinaria

De hecho, el equipo acabó la pasada campaña en la quinta posición del grupo, empatado a puntos con el Extremadura, cuadro que a la postre subiría a Segunda. Y disfrutó de un grupo en el que había más clubes históricos que en el I. "Va más gente a los campos. Hay más conjuntos del perfil del Pontevedra o la Ponferradina, con afición y buenos estadios: instituciones importantes".

Después de aquel año de diferentes vivencias, se produjo la vuelta a los orígenes. El Pontevedra se puso en contacto con él para ficharlo. Y el extremo optó por aceptar la propuesta del club pontevedrés, en parte porque "Pasarón ofrece una sensación muy acogedora. La de Pontevedra es una afición que se anima y que se enganchará si la enganchamos. Hay otras en las que igual consigues buenos resultados y no se animan. Esta sí lo hace".

La gran promesa desconocida de la selección española sub-15

Cuando era un niño, Pedro Vázquez destacaba en el Ureca de Nigrán (club del centro recreativo de las cajas de ahorros). Su talento no pasó desapercibido para el seleccionador español sub-15, que lo citó para una concentración en Las Rozas, junto a las otras grandes promesas del balompié nacional.

"Yo iba muy asustado. Veías la lísta de convocados, y todos jugaban en el Real Madrid, el Barcelona, el Valencia, el Atlético... y yo, en el Ureca, que nadie sabía de dónde era", recuerda con naturalidad el extremo vigués.

Su actitud debió de convencer a los técnicos federativos, porque al año siguiente repitió experiencia, con la sub-16. Y jugó su único encuentro internacional, contra Italia.

Entre los muchachos que destacaban se encontraban Aarón Ñíguez (Oviedo) y Dani Parejo. Y también un delantero con el que se verá las caras el Pontevedra este fin de semana, Rubén Ramos, actualmente enrolado en las filas del Internacional de Madrid y que entonces formaba parte de la cantera del Atlético. Además de disputar el duelo dominical, Vázquez y Ramos podrán rememorar viejas fotos de adolescencia.

LESIÓN. El quinto metatarsiano (hueso del pie que se prolonga hasta los dedos) de Pedro Vázquez está acostumbrado a sufrir. En su carrera deportiva, el jugador vigués se lo ha fracturado dos veces. El pasado lunes, durante el entrenamiento en A Xunqueira, sufrió un golpe que le hizo temerse lo peor. Afortunadamente para él, el dedo "está perfecto. Fue una sensación un poco rara. Lo noté en aquel momento, pero nada más".

El atacante quiere vivir un gran año en Pontevedra, y para ello no quiere pensar a largo plazo. "Deberíamos concentrarnos en lo inmediato. Si vas pensando en el play-off, te equivocas. Debemos alcanzar los 45 puntos. Para llegar a la fase de ascenso, primero tenemos que alcanzar esa meta. Cuanto antes la logres, antes te puedes ilusionar. Hay que pensar que todas las temporadas hay varios equipos grandes que lo pasan mal".

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