28-23. Francia aplasta a Croacia y logra el oro en el Mundial Júnior de balonmano

Kieffer y la agresiva defensa gala cortocircuitaron al conjunto balcánico, que tan solo llegó a acercarse a dos goles
El equipo galo celebra si victoria en la final del Mundial Junior de Balonmano. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera El equipo galo celebra si victoria en la final del Mundial Junior de Balonmano. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

VIGO. Francia sacó su rodillo y machacó la emoción de la final del Mundial Júnior hasta llevarse por aplastamiento una merecida medalla de oro. Ayer en Vigo, el conjunto galo demostró porqué llegaba como favorita al campeonato del mundo. Cuando quiso, sacó a relucir su energía y calidad. Goleó a tres ‘cenicientas’ y sesteó durante el resto de primera fase, lo que le condujo a ser tercero de grupo. Pero cuando las habichuelas estaban en juego, puso el ‘modo competición’ y dejó en la cuneta a España, Dinamarca y Egipto para plantarse en el partido definitivo, en el que arrolló a Croacia. El equipo de Dominikovic llegaba a la final de Vigo como el más regular del torneo. Pero se topó con la mejor versión del gallo, que fue el ‘coco’ y usó la camiseta croata a cuadros como mantel sobre el que devorar el partido.

A su indudable calidad físicotécnica, Francia sumó ayer garra. El bloque francés salió enchufado desde los acordes de ‘La Marsellesa’. La defensa ‘bleu’ tenía claro que debía morder a la poderosa primera línea croata para que ésta no jugase cómoda. Y así sucedió durante todo el partido. Aprovechando su mayor profundidad de banquillo, que le permitió llegar más fresco al choque definitivo y rotar a la carta durante el transcurso de dicho encuentro, Francia apretó las tuercas de Croacia. El 6:0 habitual galo pasó a ser una mixta con mucha atención a Martinovic y Vistorop, que todavía desgastados por la batalla contra Portugal, no encontraban el oxígeno para que su mente y sus piernas descubriesen la forma de sobrepasar camisetas azules.

Francia iniciaba el choque como un relámpago. El 2-0 inicial lo neutralizó Sarac, el único primera línea con una vigilancia menor. Pero cuando parecía que la salida en tromba francesa se había neutralizado, llegó la tormenta perfecta. Francia movía la pelota a un ritmo frenético y encontraba la forma de desarbolar el férreo 6:0 croata. Villeminot, por fin sobresaliente, dirigía y ejecutaba. Mientras, en defensa, era una lapa. Así, los galos volvían a tomar ventaja gracias al ataque posicional, pero también a la defensa. Y adonde no llegaba ésta, lo hacía Kiffier. el muro. El meta francés encadenó seis paradas consecutivas para negar el gol durante ocho minutos a Croacia. Del 2-2, al 7-2. Dominikovic pedía tiempo muerto en medio de la sangría, pero el parón no taponaba la herida. La brillante actuación de Kiffier permitía a Francia correr y romper el choque. Hasta que Mileta volvía a anotar un tanto para los suyos. Era el 7- 3, pero tres dianas seguidas de su contrario Richert colocaban el sorprendente 10-3 en el marcador al poco de superarse el ecuador de la primera parte.

Entonces Francia, como la mayoría del pabellón, lo vio prácticamente ganado. Y se relajó. Panjac entró en la portería croata, que por aquel entonces ya defendía 5:1. Y los balcánicos, ya sin Martinovic en pista -MVP del torneo pero ayer desaparecido-, iniciaron la remontada. Novak encontró puerta desde el lateral derecho, Jaganjac le secundó desde el izquierdo y Mileta terminó de cerrar el 0-5 de parcial. El marcador estaba 11-9 y Delattre necesitaba reorganizar a los suyos. Y vaya si lo hizo. Porque el técnico cambió tres piezas y los galos sumaron un 4-0 que mandó el partido 15-10 al descanso. Cuando Francia se conectaba, no había forma de pararla.

A Croacia tan solo le valía un milagro. Tenía que hacer todo perfecto y esperar que el equipo francés cayese en rendimiento. Pero Delattre tenía a su disposición demasiados recursos. Y el segundo acto se convirtió en un quiero y no puedo. Croacia trataba de recortar a la desesperada. Pero Francia se empeñaba en defender como si le fuese la vida en ello. Y ni las exclusiones se notaban. Los galos tenían piernas y hambre.

Así, sin sobresaltos para Francia transcurrió buena parte de la segunda mitad. A falta de cuatro minutos, Jaganjac amagó con un final emocionante con el 25-22. Pero fue un espejismo. Los galos tenían decidido que ayer era su día de gloria, como reza su himno. Y contra eso no hay equipo júnior que pueda.

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