El perfil: la gran dama del piragüismo español

Disputó sus primeros Juegos Olímpicos a los 18 años de edad ► Acaba de conseguir su plaza para Tokio
Teresa Portela. DP
photo_camera Teresa Portela. DP

Teresa Portela descubrió su pasión por el piragüismo con nueve años, después de probar con sus amigos del colegio en un curso durante el verano. Sin más objetivo que disfrutar y pasarlo bien, se apuntó al club de piragüismo que había al lado de su colegio, el Sagrada Familia de Aldán, desde donde se ve la ría de Vigo y en el que compartió aula con otra leyenda del olimpismo español, David Cal.

Todo en su infancia parecía predispuesto para que en su camino se cruzara el piragüismo. Los amigos y los buenos momentos que le brindó el deporte terminaron por decidir el futuro de la pequeña: convertirse en la mejor palista española de todos los tiempos. Ya lejos quedan esos inocentes inicios en su pueblo natal, pero todavía parece que queda Teresa Portela para rato.

Cuando alguien disputa sus primeros Juegos Olímpicos con apenas 18 años está llamada -si las lesiones se lo permiten- a ser una referencia en su deporte. Este es el caso de esta niña de Aldán que soñaba con llegar a competir en una cita olímpica y que este verano en Tokio se convertirá en la deportista española con más Juegos, nada menos que seis.

Trayectoria


La grandeza de Teresa Portela no solo radica en sus participaciones olímpicas, sino en una extraordinaria trayectoria deportiva que le sirvió para ser considerada como la gran esperanza femenina de este deporte. Y no defraudó. Con 18 años estuvo en Sidney 2000 y al año siguiente se subió, por primera vez, al podio de un Campeonato del Mundo. Fue en Poznan, y lo hizo en dos ocasiones, formando parte de un K-4 en el que se mezclaba veteranía con juventud.

Ese barco fue segundo en 200 metros y tercero en la distancia olímpica de los 500. Unas semanas antes había conseguido esas mismas preseas, pero en el Campeonato de Europa disputado en Milán. Fueron las dos primeras medallas de las más de 15 que ha conseguido en citas continentales.

Uno de los grandes momentos de su trayectoria se produjo en 2002 en la pista de La Cartuja, cuando logró el primer título mundial de su historia. Fue también en los 200 metros. Por ello, en el puerto de su Aldán natal había un barco con su nombre, como reconocimiento a una hazaña de un deporte que tenía reservadas grandes páginas para Cangas en los años siguientes.

Brillante


El de Sevilla fue el primero de sus títulos mundiales. El siguiente llegó tres años después en la ciudad croata de Zagreb, donde volvió a reafirmarse como la mejor velocista del mundo, una condición que ha demostrado siempre que ha tenido oportunidad, porque Teresa ha sido una asidua de los podios de los grandes eventos en esa distancia.

En Pekín donde también compitió en barco individual dejó muy buenas sensaciones en su participación en la prueba individual, que es su gran sueño. El reconocimiento como distancia olímpica de los 200 metros abrió un gran abanico de posibilidades a la canguesa. Por fin pudo volver a competir olímpicamente en una prueba individual.

Cerca


Las lágrimas inconsolables que siguieron a su cuarto lugar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 dejaron paso este viernes a una alegría incontenible cuando Teresa Portela (Cangas do Morrazo, 1982) ganó su plaza para Tokio.

Aunque la edad anuncia un declive en las pruebas de explosividad, como el K1 200, la palista canguesa sigue desafiando la lógica.

Con 39 años se presentará el próximo verano en Tokio para afrontar sus sextos Juegos Olímpicos -más que ninguna otra deportista española en la historia-, con la pretensión de verse en otra final después de 20 años inamovible en la élite de su especialidad. 2020 parecía un horizonte extremadamente lejano en 2012 (más después con el aplazamiento por la pandemia), cuando 198 milésimas le apartaron del premio que tanto ansiaba... y que sigue ansiando. El podio olímpico es el único que falta en el historial de Teri, campeona de Europa en siete ocasiones y del mundo en dos.

Palada a palada, la canguesa se presentó en Río de Janeiro en 2016, ya con la pequeña Naira en brazos, tras haber decidido complementar maternidad y entrenamientos. El puzzle encaja bien, puesto que a su hija se abrazó en 2019 en Szeged (Hungría) minutos antes de ofrecerle otra medalla, esta vez de bronce, su decimoquinta en Mundiales de esprint. Y es que 18 años después de su primera presea en un Campeonato del Mundo.

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