La guinda del mejor pastel

El triunfo del Cisne Los Sauces en el Nacional refleja la evolución en el trabajo de la base de un club que siempre se ha construido desde abajo
André De Moura y Rubén Sequeiros en dos acciones del partido de este domingo. JORDI DEL PUENTE
photo_camera Sobre estas líneas, André De Moura y Rubén Sequeiros en dos acciones del partido de ayer. Arriba, Carlos Álvarez con el trofeo de campeón.

El mayor logro de la historia del balonmano gallego de base protagonizado por el Cisne Los Sauces juvenil solo supone la punta del iceberg, la guinda del pastel de un club que ha dado un salto de calidad en la última década amparándose en el crecimiento de sus categorías inferiores.

Y es que, a diferencia de lo que ocurre con muchas otras entidades deportivas, el Cisne Dicsa Modular ha construido su pirámide desde los cimientos. De abajo a arriba. Y ello le ha reportado éxitos no solo en sus categorías inferiores, sino también en el equipo sénior.

No era la primera gran cita en un Campeonato de España del club pontevedrés. Hace más de 40 años, una generación de pioneros entre la que se hallaba el actual presidente cisneísta, Santiago Picallo Búa, lograba el pasaporte para disputar el Campeonato Nacional tras vencer el sector en Lugo contra el Ademar de León: paralelismos con lo que aconteció este curso.

Aquel éxito fue fruto de una generación fantástica. Sin embargo, el primer equipo, compuesto siempre en base a jugadores acunados por el propio club, no acabó de subir peldaños hasta el tramo final de la década pasada. Una mezcla de clásicos de la entidad que formaban parte de anteriores generaciones, sumados a jóvenes emergentes que hoy ya están consolidados dentro del panorama gallego y nacional, como Javiva, Pablo Picallo, Chan o Miguel Simón, llevaron al equipo a División de Honor Plata.

Y mientras la base alimentaba al primer equipo, el trabajo mejoraba día a día e iba adquiriendo tintes más profesionales. La incorporación de nuevas figuras a la parte directiva, con una gran vocación hacia el crecimiento a través del esfuerzo y la mejora de las estructuras deportivas se hizo notar con la llegada a la entidad de personas como Jabato y de Pablo Domínguez. Fue otro pequeño-gran hito para la entidad pontevedresa, que el pasado año logró un milagroso, inesperado y merecido ascenso a Asobal.

El Cisne encontró en el Colegio Los Sauces a un ideal compañero de viaje para su renovada política de captación de jóvenes talentos de la comarca. El mensaje era claro: os queremos para hacer grande a nuestro primer equipo.

En el último lustro la mejora ha sido exponencial, en calidad de jugadores y en trabajo, lo que se ha traducido con varios internacionales de categorías inferiores accediendo al club y un dominio en categorías inferiores a nivel autonómico casi constante y la permanente sensación de que los que llegan de abajo serán el equipo del mañana, hecho que se confirma año tras año con la composición de la primera plantilla.

Un trabajo perfectamente organizado que permite al Cisne afianzarse como una de las mejores canteras de España, compitiendo contra colosos históricos de Europa y ciudades que, en el mejor de los casos, triplican a Pontevedra en población.

Ser campeón de Galicia en infantiles, cadetes y juveniles, participar en un Campeonato de España cadete, y el bronce en el Campeonato de España juvenil 2018 eran logros que parecían imposibles de superar. Pero la fantástica generación actual lo ha logrado, con una exhibición de cualidades deportivas y de madurez que anticipa para muchos de ellos un futuro esplendoroso en el balonmano.

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