0-1. Un impotente Pontevedra se desangra en casa ante el Zamora

El equipo de Jesús Ramos completa su séptimo partido consecutivo de liga sin ganar y se aleja, aún más, de la zona alta
Santi Figueroa pugna por un balón en el partido. DAVID FREIRE
photo_camera Santi Figueroa pugna por un balón en el partido. DAVID FREIRE

El Pontevedra CF navega entre su impotencia. Una jornada más, y ya van siete, el conjunto granate fue incapaz de sumar un triunfo y se aleja, aún a una distancia mayor, de las posiciones de cabeza. Ante un buen Zamora, que apenas tuvo que producir ocasiones para vencer, el bloque pontevedrés cayó preso de su inoperancia.

Un tanto pasada la media hora por un penalti más bien inexistente fue suficiente para doblegar a un PCF que a partir de entonces fue más corazón que cabeza y que apenas pudo inquietar a Mapisa, pese a sus urgencias.

Pero si el penalti que Mario rechazó y el propio Escudero embocó a gol fue cuanto menos dudoso, también sería justo admitir que el conjunto visitante mereció adelantarse fruto de su juego en el inicio del partido. Sin ocasiones claras, bailó a un PCF al que le costó casi 20 minutos entrar en el partido.

A partir del ecuador del primer acto, el Pontevedra le tomó el pulso al partido y tuvo su gran ocasión por medio de Charles. Un centro medido de Álex fue a parar a la cabeza del brasileño, que la mandó fuera con todo a favor.

Entonces, cuando el duelo se igualó más, el colegiado señaló un penalti de Imanol, que cortó el balón en un duelo dividido pero también golpeó al rival.

Con el 0-1, el PCF se vino abajo. El descanso tampoco cambió la inercia de los granates, que fueron un quiero y no puedo constante. Sin apenas ocasiones, las variaciones tácticas de Ramos no surtieron efecto. Y el conjunto de la Boa Vila cayó presa de su ansiedad y ni tan siquiera con uno más –por la expulsión de Abel Conejo tras golpear con su bota el rostro de Xisco– fue capaz de asediar la portería de Mapisa.

Así, sin sensación siquiera de poder igualar el choque, el Pontevedra tocó fondo y ve cómo su situación se enreda todavía más. Cuesta abajo y sin frenos.

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