Javi Pazos saca brillo a su tacón

El jugador marinense resta importancia al gol de espuela que logró contra el Deportivo Fabril el pasado domingo y sirvió al Pontevedra para empatar el partido

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photo_camera Javi Pazos, en el momento preciso de ejecutar su golpeo de tacón que dio el 2-2 del Pontevedra contra el Fabril. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

El tacón salvador de Javi Pazos permitió al Pontevedra rescatar un punto contra el Deportivo Fabril el pasado fin de semana. El delantero marinense disputó los 90 minutos del enfrentamiento, que redondeó con un gesto técnico genial. Su recurso sirvió para que su equipo no se quedase con las manos vacías. Además de ser espectacular, su tanto valió su peso en oro.

«Peso en oro, tampoco», contradice con humildad el futbolista de Marín, para el que el mejor premio personal fue su presencia en el once inicial. «Estoy muy contento por la titularidad. Un futbolista quiere jugar. En los partidos anteriores estaba entrando diez o quince minutos. Fue una satisfacción poder disputar 90 y ayudar al equipo. Aunque el gol lo marqué yo, lo pudo haber metido otro», asegura, intentando restar importancia a su logro.

En el minuto 69 del duelo del pasado domingo, Pedro Vázquez saca el balón desde la esquina derecha, el cuero es cabeceado por Berrocal y, de espaldas a la portería, Javi Pazos lo controla en el área pequeña con el pecho y, rodeado por dos defensas, lo introduce en la portería del conjunto blanquiazul, con un taconazo perfecto con el pie derecho, levantado hasta la cadera. «Era la única forma que tenía para tirar», asegura el protagonista, entre excusándose por su osadía y quitándole hierro a la belleza del tanto. «No encontré a ningún compañero de cara. Fue un buen recurso y pude meter gol, nada más», sostiene el rematador del conjunto granate.

No tenía otra forma de tirar. Fue un buen recurso y pude meter gol, nada más

El tacón de Pazos tiene brillo. No es la primera vez que el ariete logra una diana con la parte posterior de su bota. 

«El año pasado metí uno con el Arosa y hace unas temporadas, con el Pontevedra, conseguí otro, contra el Celta B». En aquella ocasión, con el tiempo agotándose, el Pontevedra fue capaz de remontar un marcador desfavorable e igualar (2-2) en el tiempo de descuento, gracias a otra genialidad del morracense, que cazó dentro del área pequeña un centro lateral. Como se había pasado de largo por unos centímetros, se le ocurrió estirar la pierna hacia atrás para cazar la pelota. No solo la alcanzó con su tacón, sino que además le dio la dirección necesaria para enviarla hacia la portería rival y desviarla a la red.

En su línea dialéctica, el jugador le concede valor de anécdota a su capacidad para marcar con el tacón. «Son casualidades», sentencia, aunque el hecho es que le va cogiendo gusto a la faena.

Pazos se siente más motivado que nunca y desea repetir experiencia en el encuentro frente al San Sebastián de los Reyes (Nueva Matapiñonera, domingo, 12.00 horas). «Después del otro día espero tener continuidad. No sé si voy a jugar yo, Mikel o Pedro Vázquez. Es una decisión del míster, pero personalmente estoy con ganas», explica el atacante.

Con el paso de los años ha ido domando su carácter y controlando sus reacciones en las situaciones poco propicias. Se reconoce una persona un poco impaciente.

Soy un poco, bastante, impaciente. Todo tiene que ser sí y ya, pero hay que saber tener los pies en el suelo

«Lo soy. Un poco, bastante. Todo tiene que ser sí y ya, pero hay que saber tener los pies en el suelo», expresa. De hecho, se ve cuando Javi Pazos está feliz, triste o enfadado. Su lenguaje gestual no necesita de palabras que le pongan música. «No soy hipócrita. Se me nota muchísimo. Quiero jugar y cuando no lo hago, me enfado, pero no con nadie en particular. Me enfado conmigo mismo, también. Entreno para jugar y fiché por el Pontevedra para hacerlo. Pero sé que no hacerlo a veces es ley de vida». 

Carrera. En su trayectoria, el canterano granate ha tenido dos preparadores que han apostado por él para marcar diferencias en sus categorías: Antonio Fernández en el Vilalonga y Jorge Otero en el Arosa. «Para mí es fundamental la confianza que me da el entrenador. Con Antonio estuve genial y con Jorge Otero, el año pasado, también.  A un jugador, sea yo u otro, eso le ayuda muchísimo», expresa agradecido a los dos preparadores que tuvo con anterioridad a Luismi.

Ahora tiene ante sí un reto, el de consolidarse en la categoría de bronce. «La Segunda B está un peldaño más arriba que la Tercera. Pero la diferencia entre las dos no es muchísima. En esta categoría hay un poco más de calidad y de intensidad, sobre todo, pero viene siendo algo similar a la Tercera».

Tenemos muy buen equipo y muy buen grupo humano, que al final es lo que lleva a los equipos a estar arriba

Desde que debutó con el Pontevedra en Tercera, su carrera ha tenido altos y bajos hasta su etapa de madurez actual. El Choco, el filial del Nastic de Tarragona, el Arosa y el Vilalonga fueron sus destinos antes de regresar a su hogar.

Echa la mirada atrás y cree que no se equivocó en ninguna decisión, ni en su marcha a Tarragona para no jugar. «No me arrepiento en absoluto de haberme marchado. Igual no debí regresar tan pronto de Cataluña. Podría seguir otro año y aprovechar la experiencia. Pero estaba jugando poco y lejos de casa y eso pesó mucho».

Al Pontevedra le vaticina un buen futuro. «Tenemos muy buen equipo y muy buen grupo humano, que al final es lo que lleva a los equipos a estar arriba. Creo que vamos a luchar por algo bonito».

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