La rebelión de las manos

Elisardo de la Torre durante un entrenamiento del Racing de Santander. celedonio/diario montañés
photo_camera Elisardo de la Torre durante un entrenamiento del Racing de Santander. celedonio/diario montañés

El fisioterapeuta y ex-atleta olímpico marinense Elisardo de la Torre relata los hechos, las causas y las consecuencias de la huelga protagonizada por la plantilla del Racing de Santander que dio la vuelta al mundo. «Deixaron o club coma un solar. Ao ex-presidente non lle cae a cara de vergonza. Só me alegrarei cando o metan no cárcere»

«O único mérito é do adestrador e dos xogadores. Eles son os que puxeron os collóns enriba da mesa». Elisardo de la Torre no podía imaginar que el sueño de cualquier profesional, formar parte de un club como el Racing de Santander, al que llegó al final del verano, se iba a truncar en pocos meses. El exatleta olímpico en Atlanta 96 (un referente en los 3.000 obstáculos españoles) y fisioterapeuta marinense del club cántabro relata la historia de un grande en apuros, rescatado por los deportistas y la afición de las garras de unos gestores «sen catadura moral».

El club arrastra 50 millones de euros de deuda, debuta en Segunda B, una categoría con poca capacidad para generar recursos, y estaba gobernado por dirigentes corruptos. Al frente de ellos, Ángel Lavín, Harry, la mano derecha del anterior, Francisco Pernía, vínculo con el empresario indio Ali Syed, el hombre que lo empezó todo, el que propagó la deuda.

Al comienzo de la temporada, Harry, primer presidente de la historia del Racing en cobrar un sueldo, se reunió con el cuerpo técnico que encabezaba Paco Fernández. Paco llegaba desde el Caudal de Mieres, al que había ascendido de Tercera y conducido a disputar un play-off a Segunda. Con él se llevó a su fisio, Elisardo de la Torre, que desde hace tiempo vivía y trabajaba en Asturias.

«O único que lle pedimos ao club era que os deportistas estivesen ben, que eles fosen cobrando». La respuesta del club fue «os lo aseguramos».

Cobraron medio mes

A día de hoy están pendientes de percibir cinco nóminas. En el caso de Elisardo había una línea que no se podía traspasar. «Teño aforros da clínica (en la que trabajaba en Asturias) e a miña parella traballa. Por iso imos aguantando. Eu marcara unha situación límite e cando se chegase a ela, volvería á miña casa en Asturias».

No fue necesario, aunque vivió momentos dramáticos. «Teño os ollos pegados á fronte da tensión. Levo días sen durmir».

Sin embargo, no fue nada de eso lo que provocó la reacción de los jugadores y el cuerpo técnico. Fueron las mentiras. «Cando te enganan e te insultan á cara, deixa de ser un asunto de dignidade profesional e convértese nun tema de dignidade humana».

Esa es la escena principal que dio la vuelta al mundo. La plantilla del Racing negándose a medirse a la Real en la vuelta de Copa del Rey. Las últimas promesas incumplidas del ya expresidente (Harry) y su consejo agotaron al personal. «A súa muletilla era ‘la semana que viene, pagamos’», mentira. «Antes do encontro díxonos. ‘Voy a pagar y de aquí no se va a ir nadie’». Mentira.

El dirigente había movido ficha para traspasar a Juanpe y Saúl a espaldas del entrenador. «Os xogadores chegaron e anunciáronnos ‘vino nuestro representante y nos quiere llevar’. Eles querían quedar a toda costa». Harry intentaba hacer negocio y aquello, a una plantilla unida, acabó por hacerla explotar. «Os rapaces lanzaron un ultimátum. Ou marchaba o consello ou non xogaban na Copa. Enfrontabámonos a multas de ata 6.000 euros. Ao final saíu ben, pero os xogadores sufriron».

La huelga estaba organizada

La afición racinguista respaldó a sus futbolistas, se volcó con ellos. Pero en España se oyeron críticas. «Caíame a alma aos pés vendo chorar aos xogadores no vestiario, media hora antes do partido, sabedores de que tiñan que quedar sen xogar». Y no jugaron.

Cárcel. Había mucha manipulación, «a instrumentalización dos sentimentos de moita xente e dunha cidade para lucrarse. Non entendo como os que fan isto cos clubs de fútbol non acaban na cadea. Deixaron o Racing coma un solar. Ao expresidente non lle cae a cara de vergonza. Eu só me alegrarei cando o metan no cárcere», asegura De la Torre.

Detrás de todo hay historias personales. Familias que no comen, jugadores amenazados de desahucio y otros sin vivienda. «Hai futbolistas que estivemos pensando en acoller na nosa casa porque non podían pagar o aluguer. Aquí non hai ningún Cristiano Ronaldo. A maioría cobran 1.200 ou 1.500 euros, e despois de tanto tempo sen ver un peso e ao ser de fóra de Cantabria, teñen que vivir do que lles dan os pais».

Hasta unos socios de la entidad han acogido en pasados días a un chico del filial que no tenía casa. Lo peor parece haber pasado. Se ha ido gran parte del problema. «Espero que isto sirva de exemplo para que non volva suceder nada igual». No será fácil.

Estabamos en cuartos da Copa e non tiñamos balóns para adestrar nin xogar. Mesmo nos cortaron a auga»

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