"Es más fácil que pises la luna a que tu hijo coordine"

Marcos Castro Prado, un ejemplo de superación

Que tenga un 79 por ciento de discapacidad motora como consecuencia de una cuadraplejia espástica no ha sido impedimento para que este joven dispute su primera competición de natación a pesar de que le aseguraron que nunca podría nadar ▶ Sueña con participar en unos Juegos Paralímpicos
Marcos Castro Prado antes de iniciar su entrenamiento en la piscina del complejo deportivo Rías do Sur
photo_camera Marcos Castro Prado antes de iniciar su entrenamiento en la piscina del complejo deportivo Rías do Sur

Marcos Castro Prado tenía un sueño, quería salir en el periódico, pero no porque alguien colara una fotografía en alguna sección, incluida la de las últimas páginas, sino por hacer deporte. Quería emular a su hermano y lo consiguió. Su historia es la de alguien que desde que nació, con la ayuda de los suyos, ha ido superando todos los obstáculos que la vida le fue planteando. Algunos parecían infranqueables, pero él está acostumbrando a luchar y a sonreír.

Las piscinas han sido uno de sus lugares más frecuentados en sus casi doce años de existencia (los cumple el próximo 2 de diciembre) porque el agua ha sido clave para su proceso de rehabilitación. Debido a una parálisis cerebral, tiene una discapacidad motora del 79 por ciento, ya que sufre una cuadriplejia espástica. Pero le faltaba algo: Marcos no quería ir a una piscina para tratar de flotar y potenciar su coordinación, sino sentirse nadador como aquellos chavales a los que veía desde hacía tiempo.

Cuando acababa sus sesiones de piscina siempre le pedía a su madre quedarse cinco minutos más para ver nadar al resto de niños. Eran el espejo en el que se miraba. Cada vez que se quedaba en el complejo Rías do Sur, por dentro iba construyendo su sueño particular.

Los niños de las calles de al lado, sin saberlo, han sido una inspiración para él. Mientras nadaban, Marcos soñaba con ser ellos. "Yo quiero nadar", le repetía una y otra vez a la persona que ha luchado, sin descanso, por romper los muros que se ha ido encontrando su hijo por el camino. Montse Prado ha sido las alas para que Marcos pudiera volar, por eso tiene claro que "si luchas, puedes conseguir cosas. Si no lo haces, es imposible".

La recuperación de Marcos ha sido asombrosa. Al poco de nacer ningún médico apostaba por él. Todos señalaban que sería imposible que pudiese coordinar, por lo que nadar era una auténtica utopía que fue convirtiéndose en realidad en los últimos meses. Su espectacular evolución alimentó el sueño de poder acudir a nadar con asiduidad y formar parte del CN Galaico, para cuyos dirigentes Montse tiene palabras de cariño. "Pensé que nos iban a poner muchos peros y fue todo lo contrario. Desde el principio Cano (José Miguel) nos dio todo tipo de facilidades".

El cambio era una necesidad. "Habíamos llegado a un punto muerto", recalca su madre. La evolución había sido tal que había que subir otro peldaño, "aunque pareciera muy grande. Necesitaba una nueva motivación". Y esa era tratar de ser nadador. Ver la piscina como su particular teatro de los sueños en vez de una camilla de rehabilitación.

Pasó de ir dos veces a la semana a la piscina a entrenar cuatro días. Sus entrenadores y el multicampeón paralímpico Chano Rodríguez han sido su ejemplo. Los que le han animado a seguir alejando sus límites. "Chano siempre me dice que la clave es trabajar, trabajar, trabajar", comenta con una sonrisa e ilusionado porque siempre le recuerda que "seré su sucesor". Mientras eso llega, Marcos tiene en el deporte la oportunidad de superarse.

Toda su ilusión y sus ganas obtuvieron recompensa el pasado 21 de mayo con motivo del Trofeo Pinturas Alborada. Lo que se antojaba como un sueño imposible no hacía mucho tiempo se transformó en una preciosa realidad. "Me sentí importante", reconoce Marcos. Ese día disputó su primera competición. "Fue un alegrón", recalca su madre.

Probablemente, para la mayoría de los niños que tomaron parte en la última jornada del Trofeo Pinturas Alborada participar era algo rutinario, pero para Marcos no. Fue su gran triunfo. Un paso muy importante, porque "nunca pensé que podía llegar". Fueron los 25 metros más ilusionantes de su vida. El motivo de orgullo para su madre, para sus incansables abuelos, para sus tíos y para sus entrenadores, especialmente Nerea Rodiño, que hasta ese momento fue la persona que le ayudó en el agua, así como Anxo, Alicia y Óscar. "Son sus ángeles", comenta con un agradecimiento eterno Montse.

Marcos participó en el relevo de 4x25 metros espalda. El resultado es lo de menos, porque en el momento que se lanzó al agua, él y su equipo ya habían ganado. Esa participación es como una medalla, ya que "nadie daba un duro por él", relata su madre. "Fue como subir otro peldaño más". Una nueva conquista. Su vida está llena de ellas. Cada paso es una superación. Cada sueño realizado es un estímulo para el futuro, porque Marcos tiene claro que "ha sido la primera de muchas competiciones. Entrenaré con más fuerza para seguir por este camino".

ILUSIÓN. Dos semanas antes de la competición Marcos supo que iba a participar. "Me quedé muy sorprendido. Fue una gran alegría". Era la recompensa a una apuesta que había comenzado dos meses antes. Después de toda una vida en la piscina llegaba el momento de competir. "Nos dijeron que si nadaba de espaldas podría entrar en el club", comenta Montse. "Ese fue el único requisito". Marcos ya era uno más del club. Dejaba de ser el niño que miraba con envidia sana a los nadadores del resto de la calle. "Me preguntaba siempre si un día podría llegar a nadar", confiesa. Ese día llegó.

La del 21 de mayo fue una tarde intensa. La piscina a la que había acudido desde casi una década para continuar con su recuperación se había convertido en el escenario de su primera competición. Aquellos chavales que veía con envidia eran ya sus compañeros de club. "Fue emocionante", comenta con una pasmosa tranquilidad a pesar de sus once años. Fueron 25 metros tras los cuales hubo un momento inolvidable, cuando su entrenadora y varias veces medallista nacional, Nerea Rodiño, le entregó la primera medalla de su vida como deportista. "La familia no paró de llorar", reconoce su madre, ni él de sonreír.

"Desde que nació está acostumbrado a sacrifi carse al máximo en una disciplina que le es muy útil". Marcos escucha las palabras de su madre sin darle importancia. Solo es un chaval que quiere hacer deporte como su hermano, que actualmente juega en la SD Teucro. Hoy tiene su lugar en el periódico, no porque alguien se lo haya regalado, sino porque lo ha conquistado con su esfuerzo. Cree que no es ningún héroe, pero realmente lo es, porque su vida es una inspiración para los suyos.

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