El momento que separa a los hombres de los niños

El Pontevedra CF busca la victoria que asegure la permanencia contra el Atlético B

Luismi y Jesús Ramos, el cuerpo técnico granate, tras bajar del autobús para dirigirse al hotel de concentración. DP
photo_camera Luismi y Jesús Ramos, el cuerpo técnico granate, tras bajar del autobús para dirigirse al hotel de concentración. DP

Ramón Trecet comentaba partidos de baloncesto, no de fútbol. Varias generaciones de aficionados al deporte de la canasta crecieron escuchando sus expresiones de cuño propio y alguna que otra estridencia. Entre gritos apasionados y comentarios filosóficos se le escapa alguna perla para coleccionistas. Y cuando llegaba el momento álgido de la temporada multiplicaba la dosis de forma proporcional al interés creciente de la competición que relataba. "Este es el momento que separa a los hombres de los niños", recitaba varias veces al año, todas las temporadas, cuando hablaba de la NBA, cuando se refería a la ACB, en competiciones europeas o cuando las selecciones entraban en juego en verano.

"El momento que separa a los hombres de los niños" es una de las frases más universales que un narrador deportivo haya emitido jamás. Trecet la empleaba para el básquet, pero habría acertado igualmente si se hubiese referido al rugby, al tenis, a la petanca o al fútbol, al de cualquier categoría, también al de Segunda B.

Luismi no podrá contar con los centrocampistas Kevin Presa ni Prosi

Esa frase viene a cuento esta tarde, más que nunca, a las 18.00 horas, cuando empiecen los encuentros de la última jornada.

Es la auténtica evaluación, el día del juicio final, el instante en el que el Pontevedra CF y otros cuatro equipos más del grupo I se jugarán su permanencia en Segunda B.

Los futbolistas deberán sacar a relucir todos los valores intangibles que describen a un conjunto campeón, aún cuando la meta que se proponen ahora sea algo más conservadora que la de un aspirante a grandes hazañas.

Una mezcla de personalidad, ambición y serenidad será necesaria para que el once de la ciudad del Lérez controle la situación en el Cerro del Espino frente a un contrincante plagado de talento y juventud.

El equipo granate visitará al Atlético de Madrid B para acabar con un drama de pretendido final feliz. Depende de sí mismo. Si gana, se asegura la permanencia en la categoría de bronce (en la actual o en la serie 2, si se aprueba la reforma que proponen los clubes aficionados para Segunda B y Tercera).

El rival no tiene objetivos colectivos que cumplir: no puede descender ni tampoco jugar el play-off. Ambos extremos quedan lejos para un Atlético B que parece haber rebajado su tensión competitiva en las últimas semanas.

Sin embargo, la empresa no es tan sencilla para el once de Luismi como dibuja la teoría. Después de dos partidos sin vencer de forma consecutiva, han reaparecido viejos fantasmas relativos a la capacidad del once de Pasarón para ser regular o para resolver sus problemas a domicilio. Y es que la derrota de hace 15 días ante la Gimnástica Segoviana quebró la buena racha como visitante que el bloque pontevedrés había iniciado en Copa Federación y que tuvo continuidad en sus dos meritorios triunfos ligueros en Navalcarnero y Valladolid.

BAJAS. Luismi no podrá echar mano de un hombre vital en sus esquemas, Kevin Presa,sancionado. Tampoco jugará Prosi, lesionado, mientras que Darío Flores tiene muy complicada su presencia en el duelo, ya que todavía no se encuentra al cien por ciento de su estado físico tras sufrir una rotura de fibras hace unas semanas.

Cuando menos, el técnico vigués recupera a Nacho López en el lateral derecho y a Álex González en el exremo izquierdo, dos piezas que no son menores en su estructura.

El entrenador no ha ha invertido mucho tiempo en ocupar la cabeza de los deportistas con conceptos tácticos, sino más bien en oxigenar su mente y prepararla para la última gran batalla. Las cuentas están del lado del once de Pasarón. La victoria lo salva, el empate impide su descenso directo y la derrota no lo condena necesariamente. Las variables que manejan el Toledo, el Coruxo, la Gimnástica Segoviana y el Racing de Ferrol son más complejas.

Pero el fútbol no son matemáticas. Es un deporte en el que los intangibles adquieren un valor incalculable, sobre todo llegado este momento, el que separa a los hombres de los niños.

Comentarios