Martín Esperanza: "Hay mucha gente que exagera un poco lo que he sido"

La leyenda del Pontevedra CF Ignacio Martín Esperanza es homenajeado por su trayectoria como granate
Ignacio Martín Esperanza pasea por una de las playas cercanas a su hotel en Portonovo. JAVIER CERVERA - MERCADILLO
photo_camera Ignacio Martín Esperanza pasea por una de las playas cercanas a su hotel en Portonovo. JAVIER CERVERA - MERCADILLO

Nació en Verín, se formó en Madrid y en Sevilla y se convirtió en una leyenda en Pontevedra. Ignacio Martín Esperanza (Verín, 1936), es uno de los nombres más ilustres que han vestido la camiseta granate. Fue uno de los pilares del mítico 'Hai que Roelo', y hoy en día, más de 50 años después, sigue siendo uno de los emblemas de un club y de una afición que siempre le profesaran el cariño y el reconocimiento que merece. Este viernes será homenajeado en la reunión anual de exjugadores, exdirectivos y aficionados del Pontevedra.

Empezó a dar sus primeros pasos en el fútbol en Madrid. Allí estudiaba y jugaba con el equipo del colegio. Empezó a destacar y le llegó la oportunidad de hacer una prueba con el Real Madrid. El equipo blanco lo reclutó para su equipo juvenil y llegó hasta el filial, que por aquel entonces se llamaba Plus Ultra. "El Real Madrid nos pagaba la manutención, la pensión y nos daba para estudiar, vestirnos y comer. Nos pagaba todo y nos daba un sueldo de 500 pesetas para nuestros gastos", recuerda de aquella experiencia.

El Hai que Roelo no éramos nada de relumbrón en cuanto fama, pero se logró una armonización estupenda

Después se fue al Betis y cuajó una gran primera temporada, pero una lesión, a punto estuvo de truncar su carrera. "En el segundo año me rompí los ligamentos cruzados jugando contra el Barcelona en su estadio. Después de eso estuve un año fastidiado y me costaba mucho el volver a ponerme a la altura de ellos. Tuve la feliz idea de fichar por el Algeciras en los últimos meses y ahí volví a despuntar bastante", cuenta el exjugador granate.

En la ciudad hispalense también coincidió con un jugador que marcaría su carrera, Andreu Bosh. "Me fijaba mucho en él, había sido internacional muchas veces con España. Coincidíamos él de interior y yo de extremo. Era muy inteligente, me explica trucos como mirar a un lado y pasar el balón a otro, o que espabilase y que reaccionara rápido cuando tuviera el balón en los pies. Aprendí mucho de él".

"Esta temporada lo estoy viendo irregular. Yo muchas veces comento que no guarda relación la parte de atrás y la delantera"

l Betis quiso prescindir de él y como cuenta, en aquella época los jugadores eran como "esclavos". "Te hacían un año de contrato y luego te renovaban cada año subiéndote un 25% la ficha". Su llegada a Pontevedra tuvo cierto carácter divino, ya que fue un sacerdote pontevedrés que había conocido en Verín, el que ayudó a su llegada. Este le contó el proyecto de Pontevedra. La morriña de volver a Galicia, hizo el resto.

HAI QUE ROELO. En la Boa Vila vivió una primera temporada agriculce: "El primer año fue hasta cierto punto estupendo, pero el último mes nos desfondamos, y terminamos descendiendo". Poco duró la tristeza, ya que volverían de inmediato a la élite, tras una gran temporada en la división de plata: "Fue un año brillante, ascendimos a Primera División con Marcel Domingo de entrenador. Hicimos una campaña fenomenal en una época en la que era difícil ascender directamente. Y al año siguiente se inició el Hai que roelo.

Lo único bueno que tiene es la seriedad y el saber estar del club

Esas tres palabras que forman un lema inmortal, que sirvió para acuñar a un equipo que era el hueso duro de roer de la categoría, el orgullo de una ciudad y el equipo de moda del fútbol español. Nadie tiene claro de donde surgió aquella frase, que quedó para la historia.

"El Hai que Roelo no éramos nada de relumbrón en cuanto fama, pero se logró una armonización estupenda. Teníamos una parte de atrás muy difícil de superar con jugadores como Cholo. Calleja y Batalla hacían una gran pareja. Después en medio campo teníamos a Vallejo que era un todoterreno impresionante. En la parte de arriba se logró una delantera estupenda, con Fuertes y Odriozola, que eran rápidos y veloces como extremos. Yo jugaba de interior y teníamos otros jugadores buenos como José Jorge o Ceresuela. Se llegó a lograr una máquina que hacía resultados", dice Martín Esperanza dando las claves futbolísticas de aquel equipo.

El año pasado sí que hubo un acierto grande en el mercado de invierno, este año me parece que se han equivocado

Pero la magia de aquel conjunto no se daba solo sobre el césped, también estaba fuera del campo. El equipo conectó con la grada, mucho tenía que ver la sencillez y cercanía de aquella plantilla, en la que algunos tenían que compatibilizar el fútbol con su trabajo: "El equipo empezó a sonar, llegamos a estar líderes y a partir de ahí, entre que el equipo funcionaba muy bien y de que era un sitio pequeño, resulta que todo animó. Dicen que en un diario de Moscú sacaron a Cholo como un ejemplo", y es que a aquel Pontevedra se le llegó a tildar como el equipo del proletariado.

Si hay un partido que el granate recuerda con cariño, es el que los enfrentó al Atlético de Madrid. Fue en la jornada 11 del año 1965, los colchoneros llegaban líderes con un punto de ventaja y si el Pontevedra ganaba, se colocaba como líder de la Primera División. Martín Esperanza lo relata así: "Logramos ganar 1-0 aquí en Pasarón. Tanta gente fue, que el partido se tuvo que aplazar un cuarto de hora para que la gente pudiera estar sentada en la arena que rodeaba el campo. Fue algo increíble porque una valla se había ido abajo de la cantidad de gente que había. Fue un día significativo y se recuerda con cariño, sobre todo por la ilusión que nos hizo". Aquel Pontevedra aguantó tres temporadas más en la élite, hasta que descendió en la temporada 1969-1970, momento en el que Martín Esperanza decidió colgar las botas. Luego de aquello siguió vinculando al mundo del fútbol de varias formas. En el club granate fue entrenador del juvenil, del filial y del primer equipo, además de directivo y secretario técnico.

En el club granate fue entrenador del juvenil, del filial y del primer equipo, además de directivo y secretario técnico

Su vida ahora es muy tranquila, vive en Portonovo donde tiene el Hotel Martín Esperanza. Pasa los días con su familia y en verano dice disfrutar con ser el relaciones públicas del hotel. A Pontevedra dice venir poco, pero por televisión disfruta de los partidos de su equipo: "Esta temporada lo estoy viendo irregular. Yo muchas veces comento que no guarda relación la parte de atrás y la delantera. Si defienden bien, no marcan goles y viceversa. El año pasado sí que hubo un acierto grande en el mercado de invierno, este año me parece que se han equivocado. Aparte han dado sensación de desbarajuste con cosas como el caso Bustos que se va y luego vuelve. Lo de los entrenadores es de coña. El equipo va a ramalazos, pero la sensación no es de gran conjunto. Lo único bueno que tiene es la seriedad y el saber estar del club. Ya no pegan tumbos como en aquellas épocas que no podían pagar. Es digna esta gestión de que tengan más suerte en lo deportivo, pero veo que no aciertan muchas veces en los fichajes".

Este viernes le harán un homenaje que demuestra el cariño que todavía le guarda la afición, aunque el con humildad, le quita cierto hierro al asunto: "Yo ya estoy en una edad en la que ya paso un poco de todo, pero me imagino que algún poso tengo que tener. Quizás hay mucha gente que exagera un poco lo que he sido. Me sorprendo muchas veces de los elogios que me hacen, pero en fin, la vida", dice Martín Esperanza, una leyenda viva del Pontevedra, del Hai que Roelo, que una vez hizo vibrar a una ciudad y a una afición que aunque él no lo crea, le estará eternamente agradecida.

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