Con la sociedad inmersa en la vorágine del mercado y afectada por el impacto del notable fichaje de Borja Domínguez, que podría debutar hoy, el verdadero sentido de la existencia del Pontevedra, la competición, pareció haber caído en el olvido. Pero, como algunos sospechaban, hoy hay partido en el barrio.
El Navalcarnero se ha colado en la fiesta. Su nombre emerge entre rumores y comentarios en los últimos días del periodo de apertura de transacciones. El equipo resulta familiar a la afición granate. Claro. Es la tercera ocasión en la que se las ve con el conjunto de Luismi en dos semanas. La visita de los madrileños se ha convertido en un eterno retorno, pero el duelo de esta tarde no tiene nada que ver con los dos anteriores. El nombre de la competición lo cambia todo. De hecho, es conveniente para el PCF que no se produzcan similitudes con los envites de la Copa, en la que avanzó ronda ante su rival de esta tarde, pero ofreció una pobre imagen.
Todo el mundo da por sentado que el choque tendrá todo el atractivo, la intensidad y la necesidad de la que carecieron los duelos de los miércoles. El Navalcarnero no es el que tuvo una ilusionante y meritoria temporada pasada, en la que rozó la clasificación para el play-off de ascenso. Ahora está en terreno de descenso, sufriendo por conservar la categoría, buscando la regularidad que su derrota contra el Rápido de Bouzas del pasado fin de semana dinamitó. No por su situación será un contrincante que se rebaje a realizar concesiones.
El Pontevedra precisa reconducir su camino. Dejó escapar cinco de los últimos seis puntos. Pudo ganar contra Unionistas y compitió contra la Cultural, pero solo logró un empate que lo deja a tres puntos del cuarto lugar y a seis del primero. El equipo de Luismi tiene tiempo y margen de reacción, pero no desea ir perdiéndolo con más patinazos.
El técnico granate no podrá contar con Adrián León, sancionado por acumulación de cartulinas amarillas, por lo que dará entrada en el once a Campillo al lado de Víctor Vázquez. Los demás futbolistas del colectivo están a su disposición, media docena de ellos apercibidos de sanción por acumulación de tarjetas.
"Pretendemos ilusionarnos, soñar y trabajar para no descolgarnos".
Luismi desconfía del Navalcarnero. Llegados a este momento de la campaña, su mensaje es que enfrente estará el peor adversario posible. "A partir de ahora todo el mundo se juega algo. El Navalcarnero está en una situación muy complicada. Está en descenso. Va a querer salir de abajo. No será fácil. Y eso lo saben los futbolistas. Nos tendremos que mentalizar de que no podemos ver la clasificación y creer que ya está todo hecho solo por salir al campo. Se está jugando la vida".
