Pérez Malvido: "No me gusta mojarme, yo soy de los equipos que me toque arbitrar"

Pérez Malvido. DP
photo_camera Pérez Malvido. DP

CAMBIÓ la pelota por el silbato. No sabía lo que le esperaba desde la otra cara del fútbol, esa a la que la gran mayoría se muestra reacia cuando practica un deporte. El arbitraje cambió la vida de Pérez Malvido hace ya siete años. 

¿En qué momento pasa uno de pelear con la pelota a pelear con los futbolistas? 
Yo jugaba a fútbol y a los 22 años lo dejé, pero quería seguir vinculado de alguna manera porque era lo que me gustaba. Me dejé llevar por un par de amigos que estaban metidos en el arbitraje. 

Mire que hay opciones, ¡eligió la más arriesgada! 
¡Y tanto! Debo reconocer que desde pequeño ya me llamaba la atención. Yo era muy de ir contracorriente siempre (se ríe). Quería barajar otras posibilidades que saliesen de lo típico de jugar, entrenar... Desde que me animé a probarlo ya no quise cambiarlo. 

Desde luego que no. Después dejó su casa para ir a Tenerife. ¡Menudo cambio! 
Sí. Allí estuve un año estudiando y también le daba al balón. 

¿Cómo se ve el fútbol desde esa posición? Supongo que se necesitarán unas gafas diferentes para analizarlo todo...
Sí, estás dentro del partido pero desde una forma diferente. 

Y tendrá una libreta aparte para apuntar todas las quejas tras cada partido, que no deben ser pocas... 
Bueno, ¡la verdad es que sí! Nosotros somos los que nos llevamos siempre las culpas, el malo de la película. Cuando hay que buscar una explicación a algo, tendemos a ser los malos. Pero de malos no tenemos nada ¿eh? 

A veces hay que aguantar cada cosa... esta profesión hay que tomarla con humor, aunque lo llevo bien

¿Como se toma uno los gritos de la grada? 
Uno se acostumbra a todo (se ríe). Te voy a contar una anécdota que se me quedó marcada. En uno de mis primeros partidos en el que estaba de asistente en primera autonómica, el equipo local iba perdiendo, y di yo el gol. Había una señora detrás de mí, que desde ese momento empezó a gritarme sin parar la pobre mujer. El partido al final terminó con empate a dos, pero cuando los locales estaban buscando el empate, el resto del público ya se había olvidado de mi, y la señora seguía insistente conmigo. Sólo la escuchaba a ella. Los 90 minutos detrás de mí, gritándome y gritándome... A mi me entraba la risa durante el partido. 

¿Hay un curso aparte en el arbitraje para momentos como ese? 
No lo creo, pero si te soy sincero, estamos curados de espanto. No en todos los campos hay señoras como aquella (se ríe). La situación va mejorando. 

Un partido que le gustaría arbitrar sería... 
Los que más disfruto son los de tensión. Los partidos en los que hay algo en juego. 

¡Eso ya es amor al peligro!
¡Ya te lo dije antes! (Se ríe). 

¿De que equipo es?
¡Del que me toque arbitrar! 

Eso no es mojarse, al final no va a gustarle tanto el riesgo... 
No, no me mojo, no (Se ríe). 

Es para sacarle tarjeta roja. Hablando de eso, ¿se lo piensa uno dos veces antes de sacar esa cartulina? 
No. Yo creo que cuanto más rápido la saques, mejor. Es mejor quitarse rápido de encima el peso ese, y como después, como si no hubiese pasado nada. 

¡Después viene una buena encima! 
Por eso. Si ya está sacada, la gente ya, diga lo que diga, no hay vuelta atrás (Se ríe). Ellos siguen protestando, pero con la tarjeta ya se calma la situación. 

La tarjeta
Amante de poner orden en los partidos de alta intensidad. Le gusta el riesgo. Pérez Malvido dejó el fútbol para pasarse al arbitraje hace siete años. Ahora le ha cogido el gusto al silbato y es un habitual en los campos de Segunda División B. Asegura que el arbitraje está en proceso de cambio, aunque cada fin de semana se expone a las protestas que ahora se toma como anécdotas.

 

¿Cuántas veces le ha venido a la cabeza alguna protesta suya a un árbitro en su etapa como futbolista? 
Pues es que yo era de los que pasaba desapercibido. Yo procuraba no protestar demasiado y no meterme en líos. Yo no me quedaba con los árbitros, me dedicaba a jugar y ya está. 

¿Es de los que no duermen por las noches cuando ha cometido algún fallo que ha sido determinante en un partido? 
Vivimos con el error. La gente es que tiene la idea errónea de que pitamos algo a propósito. Pero a nosotros nos fastidia cuando nos confundimos. Yo le doy vueltas al tema durante varios días. 

Y ante eso, ¿qué se hace? 
Pasar página lo antes posible. Si fallas intentas no volver a caer en esa misma situación, pero hay jugadas muy ambiguas. 

Y aguantar las bromas de los amigos. El arbitraje debería ser considerado deporte de riesgo ¿no? 
Sí, a veces hay que aguantar cada cosa... (se ríe). Hay que tomarlo con humor, la verdad. En general lo llevo bien, pero la gracia está cuando me toca arbitrar el partido de algún amigo. 

Se juega las amistades sobre el césped se podría decir... 
Normalmente lo llevamos bien, no suele haber problemas, y ¡más vale! (se ríe). Sólo falta que vaya a trabajar y tenga que aguantarles también a ellos.

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