Pontevedra, corazón del campeón Gómez Noya

Llegó a la ciudad del Lérez como estudiante de Inef y se estableció en ella como la mayor promesa del triatlón mundial. Trece años después es un icono del deporte español ►El ferrolano halló en la Boa Vila condiciones excelentes para entrenar, un grupo de atletas que le acompañaron y un doctor, Nicolás Bayón, que resultó clave para el desarrollo de su carrera
Javier Gómez Noya leyendo el pregón de las Festas da Peregrina en agosto de 2015
photo_camera Javier Gómez Noya leyendo el pregón de las Festas da Peregrina en agosto de 2015

El nombre de Javier Gómez Noya es el de un pontevedrés más. El mejor triatleta del Mundo, cuyo nombre figura desde este miércoles al lado de iconos del deporte como Carl Lewis, Seve Ballesteros, Sergey Bubka, Iker Casillas, Steffi Graf o Pau Gasol en la selecta lista de los Princesa de Asturias de los Deportes, presume allá donde va de residir en una ciudad que "tiene todo lo que necesito".

En 2003 llegó a la ciudad del Lérez de la mano de la Federación Galega de Tríatlon, el organismo que más le apoyó en los momentos de dificultad. Le habían detectado una valvulopatía aórtica congénita y el CSD se lavaba las manos negándole la licencia. Su talento innato ya estaba fuera de toda duda, pero algunos médicos sostenían que su corazón sería un impedimento para continuar en la alta competición.

Javier, que siempre demostró una cabeza fuera de lo común, se matriculó en Inef en el Campus de Pontevedra. "Era un chico humilde, normal. Se relacionaba con todos y no paraba de entrenar. Nos llamaba la atención su dedicación, porque en aquella época no le dejaban competir".

Su figura resultó clave para convertir Pontevedra en la Cidade do Deporte, sede de grandes eventos que atraen a miles de personas

Con apenas 21 años y tras deslumbrar en el mundial sub-23 de Nueva Zelanda, le habían retirado la licencia tras un resultado anómalo en una prueba de esfuerzo de la que no le dieron demasiadas explicaciones. Se puso en contacto con el cardiólogo Nicolás Bayón en busca de una opinión diferente acerca de lo que le habían diagnosticado. El médico pontevedrés le abrió el camino, pues su punto de vista ya no era tan radical. Javier podía competir. Él no iba a arriesgar su salud, pero los médicos le avalaban. El impulso final se lo dio el británico Steve Mckenna, uno de los mayores expertos del mundo en afecciones coronarias, que emitió el informe que resultó decisivo.

Tras dejar atrás las dudas sobre su futuro, Javier tuvo que decidir entre los estudios y el deporte y lo apostó todo por el triatlón. Dejó la facultad y se centró en los entrenamientos, primero de la mano de José Rioseco, más tarde al lado de Omar González y actualmente con el lucense Carlos Prieto.

Hizo amigos rápidamente en la piscina olímpica de Ponte Muíños, en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva y en la Illa das Esculturas (los mejores atletas de la comarca le ayudan en sus entrenamientos) y se estableció definitivamente a orillas del Lérez, donde desde hace algún tiempo residen también sus padres, que se trajo desde Ferrol.

Gómez Noya reinventó el triatlón en la Boa Vila y convirtió a Pontevedra en la Cidade do Deporte. La organización de las copas de Europa de 2008 (ganó a los alemanes Prochnow y Justus) y 2009 (cedió ante el joven Polyansky), con miles de personas que se echaron a la calle para alentar a un vecino que levitaba sobre el asfalto, fueron el germen de los eventos que vinieron después y que continuarán en el futuro.

Gran dominador de su disciplina desde el año 2007, Gómez Noya es, a sus 33 años, un auténtico icono de Pontevedra. Compartió con el alcalde el premio Onu Habitat en Dubái (un hito para el modelo de ciudad). Por una casualidad competía en el emirato en febrero de 2015. En agosto leyó el pregón de las Festas da Peregrina y se convirtió en un emblema de la ciudad.

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