Proyecto fallido en el Marín Futsal

El club cierra el ‘periodo de renovaciones’ con diez bajas por expreso deseo de las jugadoras ▶ De los siete fichajes para una "temporada ilusionante" solo continúa uno
Ramiro Díaz, a la derecha, en un encuentro del Marín Futsal. EP (ARCHIVO)
photo_camera Ramiro Díaz, a la derecha, en un encuentro del Marín Futsal.

De la ilusión a la más absoluta desilusión. De un proyecto que nacía con afán de aspirar a las máximas cotas, a generar el sentimiento de empezar de nuevo. El Marín Futsal inició el verano pasado una nueva etapa apostando por un técnico, Ramiro Díaz -en otrora Ramiro López- con una dilatada trayectoria, sobre todo en Italia donde tiene un considerable prestigio.

El club optó por no renovar a Raúl Jiménez, con el que había ascendido y posteriormente se consolidó en la élite -con la disputa de la fase final de la Copa de la Reina incluida- para comenzar un proyecto más profesional y ambicioso, según las palabras de sus dirigentes. Era un mensaje cargado de ilusión, palabra que el nuevo entrenador repitió hasta la saciedad en sus primeros días de pretemporada, que se transformó en desilusión según transcurrían las jornadas.

El fichaje de Ramiro -ex jugador del Rías Baixas- fue la carta de presentación para una plantilla que sufrió una amplia remodelación basándose en la continuidad de las tres pilares del equipo: la portera Silvia Aguete, la goleadora Cecilia Puga y la brasileña Café. Llegaron siete jugadoras, la mayoría de ellas con una trayectoria contrastada y algunas deseadas por muchos clubes como la internacional Ale de Paz que también era pretendida por el Poio Pescamar.

Nombres para ilusionarse y  para que la aspiración no fuera salvarse sino dar un salto de calidad, aunque en una característica habitual de los entrenadores para protegerse, Ramiro Díaz solo habló de consolidarse en la categoría, algo que el equipo ya había conseguido con Raúl en el banquillo.

Diez meses después de aquel "proyecto ilusionante", según palabras del propio entrenador, no queda absolutamente nada. El Marín acabó el periodo de renovaciones o bajas con la confirmación de la salida de la friolera de diez jugadoras: todas las pesos pesadas menos Café y lo que es más significativo, no queda ninguno de los fichajes estrellas. De las siete incorporaciones solo sigue la joven María Estévez

Bea Mateos, Lara Balseiro, Lucía Paz, Nuria Rodríguez, Ale de Paz e Iria Varela no seguirán por voluntad propia. De las diez bajas, nueve se marchan por su deseo y el décimo caso es el de Cecilia Puga, ya que el club dice que fue él quien le abrió la puerta y la jugadora la que asegura que no quería seguir.

En el fondo de todas estas marchas está la pésima relación con el entrenador. Nadie lo ha dicho abiertamente en público, pero todas las que han hablando lo han dejado entrever. La propia Silvia Aguete, que siempre es cauta en sus afirmaciones, reconoció tras anunciar que se iba que a lo largo de su carrera tuvo entrenadores con los que tenía buena relación y con otros mala, y que en este caso no había empatía.

La veda la abrió Bea Mateos, a priori uno de los fichajes estrella por nombre, que antes de acabar  la liga y con el Marín tratando de asegurar la permanencia anunció, a través de sus redes sociales, que dejaba momentáneamente "la pelotita para centrarme en mi salud mental". Un adiós que generó sorpresa y que fortalecía las sospechas que había sobre el ambiente en el vestuario. Una sensación que ya alcanzó la máxima credibilidad con la marcha de Cecilia Puga.

La futbolista se fue sin hacer declaraciones, pero confirmando que lo hacía por un conflicto con el entrenador, que se remitió al club y a la jugadora para que dieran explicaciones. La de Cecilia y Bea fueron las bajas anticipadas, pero con la conclusión de la liga se produjo la avalancha. 

La trayectoria irregular en una campaña en la que no se cumplieron las expectativas se explica con la situación existente entre la mayoría de la plantilla y el técnico que vive en Marín su primera experiencia profesional en el fútbol sala femenino.

Borrón y cuenta nueva. El club -cuya gestión a nivel de primer equipo es unipersonal por parte de la presidenta- tiene fe ciega en un entrenador que ahora tiene el reto de confeccionar su primera plantilla, ya que la mayoría de los nombres de los fichajes del verano pasado fueron dados por otra personas.

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