La redención de Oier Calvillo

El extremo vasco debutó como titular en 2022 ante el Langreo y firmó uno de sus mejores partidos vistiendo de granate ► Tras pasar por momentos bajos, reconoce haber "disfrutado" de nuevo y "volver a conectar" con su mejor versión
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photo_camera Oier Calvillo celebra su gol ante el Langreo, que supuso el 1-0. J. CERVERA

En el fútbol, como en la vida, el sol vuelve a salir siempre al día siguiente. A eso es a lo que hay que agarrarse en los momentos más complicados. Las situaciones difíciles y los golpes siempre tienen remedio. O casi siempre. Y más en un deporte en el que cada lunes se "resetea" y que cada fin de semana ofrece la posibilidad de una nueva revancha.

El pasado domingo, fue Oier Calvillo quien se tomó la suya propia. Aunque él no esté del todo de acuerdo. "Quizá podría llegar a decidirse que es un poco de reivindicación. Pero yo no lo considero así, la verdad. Al final el míster te da la oportunidad y cuando estás mucho tiempo preparándote para estas situaciones, lo intentas hacer lo mejor posible", apunta el vasco tras ser por primera vez titular en 2022 ante el Langreo y completar un gran partido, con gol incluido.

"Todo este tiempo he trabajado como un perro. En el campo se vio reflejado y sentí que pude superar mis dificultades"

El extremo no ve en su actuación un grito para decir "aquí estoy yo". Pero lo cierto es que sí lo fue. Titular tan solo tres veces este curso hasta el pasado fin de semana, Calvillo no había logrado sacar esta temporada ni siquiera cinco gotas de su talento a relucir. Pero el domingo, todo cambió. Fue, por fin, el Oier de Osasuna que maravilló a toda la categoría en la campaña 2019-2020. "Estuve conectado con esa sensación de potencia, de disfrute que sí que tuve hace un par de temporadas y en flashes durante mi etapa en Pontevedra. La verdad es que disfruté mucho por cómo están saliendo las cosas y por cómo me sentía yo en el campo para poder hacer esas cosas", expone el '11' granate.

En Pasarón, en un partido trascendental y contra un rival que había empezado mordiendo al Pontevedra. Justo en la era su oportunidad, ante la baja de Alberto Rubio. Pero también quizá su último tren: brillar o perder, de nuevo y quizá de forma definitiva, la confianza del entrenador. Era un cóctel explosivo para alguien que había reconocido, precisamente en este periódico en una entrevista a principios de febrero, que su incapacidad para rendir residía en la mente.

Tranquilidad. La ocasión presentaba un doble filo. Pero Oier lo supo manejar: "Me sentía muy tranquilo. Y eso es una de las cosas positivas del partido: sabiendo que iba a jugar y siendo un partido muy importante por la situación, en todo momento me sentí tranquilo. Disfruté de las pequeñas cosas, de todo el proceso como el calentamiento. Y la verdad es que eso ayuda. Es curioso. La última vez que hablamos lo hicimos sobre la gestión de los miedos, los fantasmas y las vergüenzas dentro del campo. Todo este tiempo que he estado fuera del verde he trabajado mucho. He peleado como un perro en ese sentido. Y al final el poder elaborar esas cosas me ha ayudado a resolver de alguna manera esos problemas. Creo que en el campo se vio reflejado y yo sentí que, de alguna manera, sí he podido superar esas dificultades que he tenido en algún momento".

El partido salió redondo: gol, tres puntos y liderato. Aunque el equipo acabó sufriendo, Pasarón celebró por todo lo alto un triunfo que, coincidiendo con el tropiezo del Adarve, le acerca definitivamente al objetivo. Y en un ambiente festivo, despidió a Calvillo -cambiado en el 80- con honores. "Todo el cariño que me dio la gente fue un regalazo", reconoce el de Arama, que no oculta sus pensamientos de cara a dentro de unas semanas: "No sabes por dónde va a ir el futuro. Pero yo, a pesar de las fases no tan buenas que he pasado aquí, estoy muy a gusto. Eso lo digo abiertamente a todo el mundo con el que hablo".

Clave en este proceso de superación ha sido su autogestión. Calvillo ha sido capaz de trabajar su mente para alejar sus fantasmas. Y, a partir de ahí, empezar a rendir. Primero en los entrenos. Ahora, en los partidos: "Ayuda salir y dar una asistencia el día del Avilés. Pero más allá de las asistencias o los goles, la clave está en cómo me estoy sintiendo en el día a día. Con lo que más me quedo es que durante los entrenamientos ya me estoy sintiendo otro Oier. El Oier creativo, el que hace las cosas bien... Lo de los entrenamientos se está empezando a reflejar en el campo".

Reconocimiento. Esa progresión la ha detectado él, pero también quien le ve desde fuera. "El entrenador ya habló alguna vez conmigo para decirme que me veía bien, que estaba entrenando bien y haciendo las cosas bien. Él, de alguna manera, me transmitió esa confianza. Yo no sabía cuándo, pero sí que tarde o temprano esa oportunidad llegaría. Tenía esa convicción", dice el guipuzkoano.

"Es inevitable soñar. Llevas meses peleando por ascender y ya lo puedes palpar: Pero la atención debe ser el día a día"

De este modo, Calvillo ha logrado encajar también en las exigencias de un Ángel Rodríguez que reconoció que a los futbolistas de sus características les cuesta más adaptarse al modelo que él propone. "A pesar de que yo pueda tener otro tipo de fútbol, he conseguido adaptarme a lo que el entrenador demanda. Había cosas en las que antes tenía dificultades y las he podido pulir para, ahora, ser mejor jugador", matiza el jugador de banda, que ha rendido también como lateral en los últimos duelos. "Me he sentido muy a gusto. Alguna vez cuando estuve en el filial de la Real competí en ese puesto. Pero la verdad es que llevaba muchísimo tiempo sin jugar ahí y me sentí muy cómodo. Así que estoy contento porque así voy pudiendo abarcar más posiciones y hay más posibilidades de jugar", reconoce.

Ya a nivel colectivo, el extremo reconoce ver al equipo "muy bien". "Sobre todo, no está cohibido ni bloqueado, como sí lo veía hace unos partidos. Creo que estamos con esa motivación y esa convicción para conseguir los puntos. Depende de nosotros", destaca Calvillo, que ve "inevitable" soñar con el ascenso. "Hay cosas que siempre están ahí. Sobre todo cuando llevas meses peleando por un objetivo y ya está muy cerca, lo puedes palpar. Pero teniendo esa ilusión de conseguir el objetivo, el día a día es en lo primero que tenemos que poner la atención", explica Oier, para quien devolver al equipo a la tercera categoría sería la gran redención tras la que vivió, a nivel personal, ante el Langreo.

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