Un café con... Antonio Fernández

Es el entrenador de moda en Tercera División después de haber metido al Alondras Club de Fútbol en el play-off de ascenso a Segunda B esta campaña, aunque cayó en la primera eliminatoria ante el Langreo asturiano en una prórroga maldita. En su pasado como jugador disputó hasta once fases de ascenso.

Fernández y Cota disputan un balón. D. FREIRE
photo_camera Fernández y Cota disputan un balón. D. FREIRE

EL ALONDRAS protagonizó esta temporada una gesta de infarto. Su objetivo era la permanencia en Tercera División, a ser posible sin sufrir demasiados sustos. Tras meterse en la fase de ascenso, algo por lo que nadie apostaba, superando a equipos con mucha mayor entidad y presupuesto, le tocó medirse con el todopoderoso Unión Popular de Langreo, un histórico equipo que ha disputado 14 fases de ascenso, uno de esos que siempre da miedo.

En el partido de ida, el Alondras encajó en Cangas un descorazonador 0-3. Para la vuelta, fueron a Langreo sabiendo que habían cumplido con creces, que muchos aficionados no hubieran soñado con ver a su equipo tan arriba y que tampoco pasaba nada si recibían otra goleada.

Antonio Fernández, que es el entrenador, reunió a sus jugadores: "Si metemos nosotros el primero, se pondrán nerviosos". En el descanso estaban a ceros y la cosa sentenciada. En la segunda parte cayó el primero, y luego otro y otro. Se ganaron una prórroga. En Langreo no daban crédito y ya se estaban viendo inexplicablemente derrotados por un equipo modesto que se había metido en la fase en el último minuto. Allí la cosa ya no dio más de sí y el Alondras encajó dos goles. Una manera épica de caer, rozando el milagro.

El mejor en aquel campo era Antonio Fernández, el míster del Alondras. Y el más veterano. Si entre todos los jugadores del Langreo, en toda su historia, habían disputado 14 fases de ascenso, Fernández, él solito, llegaba con once a sus espaldas, de sus tiempos de medio centro. Las jugó en Pontevedra, en Granada, en Guadalajara, en Ourense, en Torredonjimeno (Jaén), en Motril, en Lalín y en algún sitio más, y en alguno de estos equipos más de una vez y más de dos. Así que sabe que todo es posible.

Empezó su carrera en el Vilalonga con 17 años y, tras su periplo por toda la península, regresó para retirarse. Eso fue en la temporada 2014-2015. Con el equipo casi desahuciado, cesaron al entrenador y le propusieron a Antonio Fernández compaginar sus labores de jugador con las de míster. Debieron pensar que total, ya que tenía el título, de perdidos al río.

Acabaron sextos y jugaron la final de la Copa Deputación. Una proeza. La siguiente temporada fue la del ascenso del Vilalonga. Primeros con récord de puntos de Preferente y a Tercera División. Allí, cuando otra vez nadie daba un duro por el equipo recién ascendido, quedaron de octavos tras otra temporada de ensueño. Ahí fue cuando lo fichó el Alondras Club de Fútbol para esta última temporada, en la que estuvieron a punto de eliminar al Langreo en una remontada mágica.

Antonio Fernández nos enseñó un vídeo del final del partido con toda la afición del Langreo puesta en pie y aplaudiendo al Alondras Club de Fútbol. Fernández no sabía si llorar de rabia o de emoción, así que finalmente lloró de emoción.

Ahora, en los próximos días evaluará opciones y decidirá su futuro. Si yo fuera presidente de un equipo de Segunda B lo llamaba ahora mismo. A fin de cuentas, si el Pontevedra Club de Fútbol estuvo a punto de descender a Tercera, bien puede Fernández coger a un equipo modesto de Segunda B y aspirar a mucho más que la permanencia.

Su carrera es meteórica. Fue nombrado mejor entrenador de la categoría y el Vilalonga, Equipo Revelación en Tercera División. Y todo eso en poco más de tres años: salvó al Vilalonga un año, lo subió a Tercera al siguiente, luego en Tercera acabaron octavos y llevó al Alondras a jugar una promoción. Así todo junto queda mejor.

Dice que su secreto es motivar a los jugadores, hacerles creer en sus posibilidades para que se expriman y saquen lo mejor de sí mismos y mucho más, a ser ambiciosos como es él. Lógicamente aspira a entrenar en categorías superiores. Sólo necesita libertad para fichar y trabajar. Ha recibido alguna llamada y se lo está pensando. Tendrá que decidir en unos días, digo yo, que la pretemporada está ahí mismo.

Haga lo que haga, si sigue así, tiene una proyección bestial. Sabe que siempre puede tener un mal año, que esto es fútbol, donde el factor suerte y otros pueden dinamitar un buen trabajo, pero también sabe sortear a los malos augurios y convertirlos en buena suerte.

Pues simplemente, trabajando bien, que es lo que hace.

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