Cuando el fútbol convierte los sueños en realidad

El 27 de junio de 2004, el Pontevedra ascendía a Segunda. Hace un lustro, el equipo lograba salir de Tercera. En ambos choques estuvo presente Fran Fandiño, primero como aficionado y luego como integrante de la plantilla que logró sacar al club del pozo
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photo_camera Fran Fandiño (centro), en la celebración del ascenso a Segunda B. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Nació en el 1989 y, como tantos otros niños y jóvenes pontevedreses contemporáneos, vivió con intensidad el ascenso que el Pontevedra Club de Fútbol logró en el año 2004 a Segunda División. Fran Fandiño era por aquel entonces un joven de 15 años con los Xaco o Padín como ídolos. Sentía el fútbol en cada poro de su piel y su corazón latía a ritmo PCF, un equipo al que se incorporó dos años después desde A Seca, soñando con repetir la hazaña de los héroes de aquel pasaje frente al Lorca. Y once años después, lo consiguió. Fue en otras circunstancias, pero aquel 27 de junio de 2015, Fran Fandiño logró dejar para siempre su nombre en los libros de historia del equipo de su alma.

Hace exactamente cinco años, el Pontevedra lograba superar al Haro por 3-0 y salir de la Tercera División. El mismo día y con idéntico resultado que ante el Lorca, cuando se consiguió el billete de plata. Y con un Fandiño en la grada sufriendo todavía más que cuando era un adolescente que ponía su voz al servicio del aliento de Pasarón desde Preferencia. Porque aquel chaval que dio el salto a la cantera granate en el último año de juveniles y acumuló méritos en el Cruceiro y el Alondras era uno de los integrantes de la plantilla que sacó al Pontevedra del pozo.

"Aquel día estaba en la grada, igual que once años antes", recuerda con cierto lamento Fandiño. Fran acumulaba tres años en el primer equipo del Pontevedra. Tras llegar en la temporada 2012-2013 y sufrir una pubalgia que le apartó durante parte del peor curso de la historia del club (quinto en Tercera División), el mediapunta continuó un año más y se asentó en el equipo. Aquella campaña fue "un Cristo en los institucional", pero "el vestuario se armó muy bien" y cuando "nadie contaba" con ellos, lograron llegar al último partido del play-off de ascenso ante el Puertollano, ganador de la eliminatoria final.

Entonces llegó Lupe Murillo a la presidencia del club y "cambió mucho la cosa". Era el verano del 2014 y dentro de la entidad se vivió "un salto muy grande", con "un proyecto bastante bien organizado". "La gente estaba involucrada y el objetivo era ascender sí o sí. Teníamos ya a jugadores con experiencia en ascensos y diferenciales", expresa Fandiño.

"Cuando me dijeron que no iba convocado salí del vestuario para irme a llorar"

"Las cosas no fueron bien con Manu, pero yo empiezo a tener minutos. Hasta que en el partido contra el Silva, me lesiono de la rodilla. Luego llega Luis al banquillo y cuando vuelvo, a los cinco meses, ya tiene el equipo hecho", rememora Fran, que una vez se puso en forma, empezó a contar para el técnico. Hasta que una distensión volvió a apartarle.

Pese a ello, ya en el play-off, recuperó cierto protagonismo: "Jugué en las tres eliminatorias. De hecho, iba a ser el que tirase el último penalti ante el Mensajero. Pero ese día no fui convocado. Cuando me lo dijeron, tuve que salir del vestuario para echarme a llorar. Lloré mucho antes del partido. Estaba muy jodido. Fue un palo. Pero nunca he pedido explicaciones ni las pediré", señala. A pesar de ello, el futbolista reconoce que una vez empezó el encuentro se centró en "ayudar" desde la grada, animando a sus compañeros. "Tenía total confianza. Habíamos sido superiores en todas las eliminatorias y la gente de Pasarón estaba muy metida, pero es cierto que al descanso en el vestuario la tensión era máxima. Había un silencio enorme", recuerda el pontevedrés.

Sin embargo, todo cambió cuando entró el primer gol, de Jorge Rodríguez, que empató el 1-0 de la ida. "Ahí nos tranquilizamos. Fue como quitarnos una losa, porque sabíamos que el resto de goles llegarían por inercia", explica Fandiño, que recuerda "saltar al campo y recorrerlo entero" con el segundo tanto, de un Kevin Presa que le dedicó la diana, consciente de lo que significaba para Fandiño el partido.

"Tras mi salida del Pontevedra apenas he podido volver a Pasarón"

Con el pitido final, la decepción de no jugar ya no existía y Fran disfrutó el ascenso "como el que más". "Los días previos te paraban y te decían que no había manera de subir. Había que conseguirlo sí o sí. Entonces, cuando lo logramos dije: Ya está. Ya me puedo morir tranquilo", reconoce el ahora jugador del Ribadumia.

De este modo, Fandiño cumplía su sueño: ayudar al equipo de su vida a salir de pozo. El ascenso llegaba once años después de aquel que había vivido también en la grada. "Iba siempre a Preferencia y yo fui uno de los que salté antes de tiempo al campo. Recuerdo a Ragg subido al larguero. Luego la celebración. Cuando bajaron del autobús descapotable, yo estaba pegado a la fila que se hizo para dejar pasar a los jugadores. Los tocaba, nos chocaban las manos... Lo viví muchísimo", rememora el centrocampista que una década más tarde relevó a aquellos que idolatraba, aunque "fuese diferente". "La celebración fue más descafeinada porque no era un ascenso a Segunda. Pero para mí era importantísimo", dice.

CONTINUIDAD. A pesar de que Fandiño no disputó el encuentro definitivo, sí se sintió "partícipe" de aquel ascenso. En el verano esperaba continuar, pero el club decidió cederle al Arosa para que tuviese la continuidad de la que no había dispuesto el pasado curso. "Yo contaba con estar al menos en la pretemporada. Fue inesperado, pero hice una de las mejores temporadas de mi vida. Lo que pasa es que el Arosa quedó sexto y todo eso también se mira", apunta.

Entonces, al término de la campaña 2015-2016, el club decidió "prescindir" de él definitivamente. "Fue decepcionante no tener la oportunidad de demostrar que podía estar ahí", expresa el centrocampista, que se quedó con la miel en los labios de ser parte del PCF en Segunda B (debutó como juvenil, ante el Pájara Playas en Fuerteventura en el 2008).

Fran se quedó con la "miel en los labios" y una "espina" clavada. "Después de aquello, apenas he podido volver a Pasarón. Veo casi todos los partidos en directo o en diferido por mi afición y por los amigos que tengo ahí, pero tengo envidia sana. Es pensar en estar en el estadio y me come por dentro. Pienso: yo tendría que estar ahí", reconoce Fandiño, que pese a que no ha podido ser el One Club Men que le hubiese gustado, hace media década cumplió el sueño de miles de jóvenes pontevedreses.

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