Sueños con transistores

Jacobo Montes ayer en el campo de Santa Mariña. Alba sotelo
photo_camera Jacobo Montes ayer en el campo de Santa Mariña. Alba sotelo

19-05-2013: Jacobo Montes recuerda el día del ascenso del Choco a Tercera División con él sentado en el banquillo rojillo. El equipo redondelano necesitaba la victoria ante el Marín y que ni el Sanxenxo ni el Portonovo ganasen sus respectivos encuentros en una loca última jornada

Los grandes sueños humildes también tienen su lugar sobre la faz de la tierra. Jacobo Montes quería ser jugador del Choco y lo fue. Quería ser entrenador del Choco y lo fue. De niño iba al fútbol a ver los partidos de su equipo y se imaginaba protagonista en aquel campo. El paso del tiempo lo colocó sobre el césped y el banquillo.

Su día grande fue también el del club, el del ascenso a Tercera División, un ascenso impredecible, sin promesas ni apuestas, sin máquinas de cortar el pelo, sin ampollas camino de Santiago. Los sentimientos nunca se han podido planificar. Un año antes, en A Illa de Arousa, el cuadro redondelano vivía su segundo drama en tres temporadas: ver como se escapaba el salto de categoría en la última jornada.

«Tiñamos unha presión extra, porque levabamos 30 xornadas entre os dous primeiros. A segunda volta do Barbadás e o treito final do Céltiga non nos permitían fallar e leváronnos a un partido final dramático. E pasou o que pasou», comenta el propio Montes recordando aquella derrota.

Al año siguiente el cuadro redondelano perdió potencial. Sus mejores futbolistas se fueron al Coruxo y el Pontevedra y la campaña se presentaba de transición.

Sin embargo, el once de Montes creció con el paso de los partidos y se plantó al final de un curso de locos con la posibilidad matemática de ascender, aunque con la necesidad, para ello, de que se diese un milagro. Ni el Portonovo ni el Sanxenxo podían ganar. El Choco jugaba ante el desahuciado Marín. Era inevitable una tarde de transistores en San Pedro.

«Prohibín que houbese radios no banco, pero había xogadores que non estaban na convocatoria permanentemente comunicados cos outros campos, vía radio ou teléfono móbil».

El equipo rojillo sentenció su partido contra el Marín en la primera parte. La segunda era para comerse las uñas. Era imposible concentrarse en el juego. «Se dixese o contrario, mentiría. Durante toda a semana insistinlle aos xogadores en que se aillasen, que non servía de nada ver os outros campos se non gañabamos. Pero a touro pasado recoñezo que foi imposible concentrarse despois do 0-3».

Con la oreja puesta en Sanxenxo y en Ourense, los cambios de resultados fueron brutales. «Sobre todo do minuto 60 ao 70. O Valadares adiantouse, pero o Sanxenxo empatou en dous minutos. O Portonovo ía perdendo dous-cero e igualou con dous goles. Pero acto seguido encaixou outros dous. Non o crías. Os últimos dez minutos do noso partido parecéronme tres horas».

Al final llegó el premio. Ni el Sanxenxo ni el Portonovo ganaron y el Choco tomó Marín: había ascendido a Tercera División.

La historia

El ascenso era tan inesperado que la celebración no estaba programada. El cuerpo de Jacobo Montes experimentó una espectacular explosión de júbilo cuando alcanzó el objetivo. Pocas veces había acumulado tanta tensión en tan poco tiempo. Todas las estampas de su infancia yendo al viejo campo de tierra de Santa Mariña a ver fútbol atravesaron su mente. «Lembreime dos primeiros partidos, de cando soñaba con ser xogador e adestrador, dos meus pais, de meu irmán, da miña moza...».

Y entonces sucedió lo que siempre sucede en estos casos, hasta el hombre más imperturbable muestra sentimientos extraordinarios. «Chorei coma un anano. Puiden dicir que conseguira o obxectivo, que ascendera co Choco a Terceira División, máis de 30 anos despois».

Montes no se tiñó el pelo, ni se lo raparon al cero, ni fue a la Virgen da Franqueira ni a Santiago de Compostela. Se quedó donde estaba, lo disfrutó con los suyos y lo grabó en su memoria para no olvidar jamás. «Eramos escépticos. Faltaban dez xornadas e estabamos lonxe dos primeiros. Nunca crimos que fósemos a logralo, e menos cando perdemos contra o Pontevedra B, a falta de tres partidos para o final».

Y aunque no lo contemplaba, al final no le quedó más remedio que disfrutar de su fiesta, de un inesperado regreso y de la continuidad de aquel sueño que es vivir con algo más que dignidad su periplo por la Tercera División.

Comentarios