Thiago y Rafinha disfrutan con los niños en Fornelos de Montes y Caldelas

Los futbolistas de Bayern y Barça pasan unos días en Pontevedra con motivo del Alcántara Football Camp. «Esta es nuestra tierra», dicen
Thiago, Rafinha y Mazinho posan junto a los participantes en el Alcantara Football Camp que se desarrolla en Fornelos y Caldelas.
photo_camera Thiago, Rafinha y Mazinho posan junto a los participantes en el Alcantara Football Camp que se desarrolla en Fornelos y Caldelas.

Compartir experiencias con dos futbolistas de clase mundial. Ese es el poso que quedará en el interior de los niños que participan desde el lunes y durante toda esta semana en el Alcántara Football Camp, una actividad impulsada por los hermanos Thiago y Rafinha y por su padre, Mazinho, que se está desarrollando en las instalaciones de la granja escuela El Kiriko. en Fornelos de Montes, y en el campo de fútbol de Ponte Caldelas.

«Quisimos hacerlo aquí porque es nuestra tierra», explicó el jugador del Bayern Munich y de la selección española. Thiago y Rafinha, del Fútbol Club Barcelona, se entremezclan con los niños como iguales. Los pequeños les pasan y les piden el balón con la misma confianza con la que lo mueven entre ellos. La mañana es fría en Ponte Caldelas, lo que no impide el dinamismo de los dos cracks en cada tarea.

El campus, organizado por la citada granja escuela y por The Player, una firma catalana gestada para el evento, se divide entre las actividades futbolísticas, que se desarrollan por las mañanas junto al Verdugo, y el contacto personal, que tiene lugar en El Kiriko y sus inmediaciones, donde los participantes realizan deportes de aventura e incluso comparten mesa y mantel con los hermanos Alcántara.

Niños procedentes de todos los puntos de España, pero también de otros países, como Holanda y Japón (que están en Pontevedra con el apoyo de un traductor) participan en un campus que nace este año con la intención de permanecer, según han asegurado tanto los responsables de El Kiriko como la propia familia de futbolistas.

Otro de los puntos de interés de la mañana en Ponte Caldelas fue la presencia de Mazinho, padre de los futbolistas, que permaneció sobre el césped durante horas observando a sus hijos y a todos los participantes. Thiago y Rafinha sudaron la camiseta, pues tomaron parte en todos los ejercicios planteados, desde trabajos de posesión hasta fútbol tenis y partidillos, finalizando con dos encuentros de fútbol 7 en los que los Alcántara actuaban como comodines ofensivos.

Su madre, su hermana y su hermano pequeño y hasta su abuela estuvieron en la villa termal disfrutando de una actividad que estaba en mente de Mazinho, Rafinha y Thiago desde hace tiempo y que por fin se hizo realidad.

Al filo de las 13.30 llegó el turno de las fotos individuales de los participantes en el campus junto a sus ídolos. Pero los Alcántara también tuvieron tiempo para recibir a otros invitados, integrantes de la Escuela de Fútbol de Ponte Caldelas. Todos ellos aguardaron su turno para retratarse junto a las estrellas del balón, dos jugadores que mostraron su cariño por las Rías Baixas, su cercanía con los más pequeños y su humanidad. Uno y otro seguirán acudiendo a Ponte Caldelas y Fornelos hasta mañana.

Hablar con un futbolista de clase mundial como si lo haces con tu vecino de todos los días. Esa es la sensación que permanece tras conversar con Thiago Alcántara, un espejo para los niños pontevedreses tanto dentro como fuera de los terrenos de juego que, como él, pretenden hacerse un hueco no solo en el fútbol, sino también en la vida.

¿Cómo surgió la idea del Alcántara Football Camp?

Llevábamos años queriendo hacerlo aquí, en Galicia, que es nuestra tierra. Si puede venir gente del resto de España, mejor. Esto no es solo fútbol, sino también otras actividades y apoyo en lo que necesiten. Queremos que sean ellos mismos para que logren lo que quieran en la vida.

Usted y su hermano pasaron la mayor parte de su infancia en las Rías Baixas, adonde regresan con frecuencia. ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?

Son recuerdos maravillosos. Sobre todo, lluvia y barro. Llegábamos a casa y parecíamos muñecos de arcilla (risas). Nuestra madre ya tenía la ducha puesta, nos metíamos debajo y estábamos allí diez minutos hasta se nos pasase el frío. No tuvimos la suerte de tener estos campos de hierba artificial (en alusión al de Ponte Caldelas). ¿Te acuerdas de esa época, verdad? Los campos de tierra, pero eran sitios muy bonitos..

Me imagino que tendrán sus rincones preferidos, que les evocarán tiempos pasados...

Tenemos muchos rincones que nos traen recuerdos, en Balaídos, en Vigo, pero sobre todo en los campos de fútbol. Es donde lo pasamos mejor, donde estuvimos con los amigos, con los compañeros de equipo, con los del cole..., son los mejores recuerdos de aquellos años.

¿Qué le diría a los niños que ven en ustedes un espejo en el que mirarse y que sueñan con hacerse futbolistas algún día?

Yo puedo hablar desde mi experiencia, como he sido yo. Siempre he intentado ser el mejor, no solo en el fútbol, sino también en la escuela. Eso es lo que me ha hecho llegar a donde, por suerte, estoy ahora. La dedicación, la seriedad, pero al mismo tiempo lo que nos han inculcado siempre: el fútbol es una diversión con responsabilidad. Con eso, si se le puede inculcar a los niños tanto para la escuela como para el deporte, al final saldrá todo rodado.

Aún es muy joven y le quedan muchos años por delante, pero, ¿ha pensado en Thiago Alcántara después del fútbol?

No, todavía no me ha llegado el momento de planificarlo. Disfruto de jugar mi fútbol y también de impartir clases y de estar junto a los peques, como ahora.

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