Un trío arbitral sin tener que cruzar la puerta de casa

Las pontevedresas Luján Crespo y Adriana Gámez debutaron como asistentes de su hermano e hijo, Fabián Crespo
Fabio Crespo da indicaciones a su hermana, Luján Crespo, y a su madre, Adriana Gámez, antes del partido. GONZALO GARCÍA
photo_camera Fabio Crespo da indicaciones a su hermana, Luján Crespo, y a su madre, Adriana Gámez, antes del partido. GONZALO GARCÍA

No está científicamente probado que la pasión se pueda heredar. Pero el corazón no atiende a razones. Cuando Fabio Crespo (Pontevedra, 2003) decidió, casi por casualidad, realizar el curso de árbitro que ofrece la Federación Galega de Fútbol, no podía imaginar que apenas tres años después arbitraría un partido de infantiles con su madre, Adriana Gámez (Pontevedra, 1977), y su hermana, Luján Crespo (Pontevedra, 2011), como asistentes.

Casualidad o destino quisieron que el pasado domingo en A Ran, en Cuntis, madre e hijos conformaran un trío arbitral único. Una historia que comenzó en el aula de un instituto hace tres años. "Un amigo mío fue a clase con un reglamento y dije de broma que me gustaría probar, pero al final entre broma y broma me puse a buscar información sobre el tema, contacté con la Federación y me informaron de que había un curso en verano. Me apunté, aprobé y debuté ese mismo año", relata Fabio.

Fue así como, casi sin pretenderlo, el pontevedrés inició su carrera en el mundo del arbitraje. Un camino que no ha sido nada fácil. Y es que el año del debut de Fabio, en la temporada 2019/20, todas las competiciones se vieron afectadas por el parón obligado ante la Covid-19.

El trío arbitral, calentando. GONZALO GARCÍA
El trío arbitral, calentando. GONZALO GARCÍA

Un parón que impidió al joven árbitro debutar en cadetes. Pero los obstáculos solo sirvieron para hacer más grande la ambición del pontevedrés, que ese mismo verano logró ascender de categoría. Y aunque Segundo de Bachillerato lo alejó de nuevo de los terrenos de juego, Fabio acabó regresando a una actividad que comenzó "como un hobby de fin de semana" y que se ha convertido en su pasión.

El joven colegiado no lo sabía, pero entonces ya había germinado en su hermana pequeña, Luján, la semilla del arbitraje. Un interés que fue madurando poco a poco hasta que este verano la pontevedresa le pidió a su madre realizar el curso de la Federación Galega que su hermano ya había pasado con anterioridad.

Y de nuevo la casualidad o el destino se cruzaron en el camino de los Crespo Gámez. Porque cuando Adriana, la madre, se convirtió en una visitante asidua de la Federación Galega, al llevar a Luján al curso, desde la institución autonómica le ofrecieron la posibilidad de estudiar junto a su hija. Y no lo dudó. Porque ese germen que a Luján se le despertó viendo a su hermano, Adriana lo tenía madurando desde pequeña, cuando "vivía todo el día pegada a una pelota".

Madre e hija compartieron aula mientras Fabio, que esta temporada ya arbitra en Primera Regional, les ayudaba en casa a completar su formación. Y es que Luján no sabía nada de fútbol. Lo único que tenía claro la joven pontevedresa es que había encontrado en su hermano a un referente al que quería parecerse.

Luján, Fabio y Adriana saltan al campo. GONZALO GARCÍA
Luján, Fabio y Adriana saltan al campo. GONZALO GARCÍA

Y lo que empezó como un hobby se convirtió en la oportunidad de compartir un vínculo especial entre madre e hijos. Una pasión, el arbitraje, que derivó en la ilusión de Adriana y Luján por cumplir sus sueños. Y lo hicieron.

Madre e hija superaron el examen de la Federación Galega, en el que Luján se convirtió en la única aspirante de 11 años en superar la prueba. El orgullo y la ilusión cobraron protagonismo en el seno de una familia que por aquel entonces no sabía la sorpresa que la Federación Galega de Fútbol tenía reservada para el debut de madre e hija.

EL DEBUT. "El pasado jueves por la noche me llegó la asignación del fin de semana. Vi entonces que las llevaba a ellas (Adriana y Luján) para debutar. No me lo esperaba y fui corriendo a contárselo", relata Fabio. Su madre ya lo sabía desde unos días atrás, cuando la Federación se puso en contacto con ella, pero decidió guardar el secreto.

Nervios, emoción, ilusión y responsabilidad. Un cóctel de sensaciones variadas cautivó a la familia en los días previos al debut de Luján y Adriana. El campo de A Ran se convirtió de forma inesperada en el escenario perfecto para un debut marcado por los lazos familiares. El partido de infantiles entre el Atlético Cuntis y el A Seca iba a ser dirigido por Fabio Crespo, que como asistentes tendría a su hermana, Luján Crespo, y a su madre, Adriana Gámez. Una historia única e inolvidable.

Los nervios dejaron paso a la calma y Fabio, su hermana y su madre demostraron que la conexión entre ellos no solo está en la sangre, sino también en el campo. Calentamiento. Puesta a punto. Pitido inicial. Dos penaltis y un descanso de por medio en el que Fabio, como profesional, aprovechó para dar indicaciones y corregir a sus nuevas asistentes.

Y un resultado inmejorable. Pero no el del marcador, sino el que la familia Crespo Gámez se llevó a su casa. Un partido para el aprendizaje, la pasión por una disciplina deportiva, la familia y los vínculos que tantas otras veces el deporte ha unido y que el domingo se hicieron más fuertes que nunca sobre el verde.

Fabio Crespo: "Estoy muy orgulloso de la actuación de Luján y mi madre"

Cuando Luján le confesó a su hermano que quería probar en el mundo del arbitraje como había hecho él, lo primero que pensó Fabio fue: "Joba, todo lo que hago yo quiere hacerlo ella". Pero el sentimiento se desvaneció enseguida cuando comprendió que su esfuerzo había supuesto un referente para ella.

"A mi madre no la tuve que ayudar tanto, pero mi hermana no tenía ni idea de fútbol y estuvimos unas cuantas tardes estudiando y yo explicándole lo básico", relata Fabio. Las dos aprobaron y cuando el pontevedrés recibió las asignaciones de la jornada y vio que eran su hermana y su madre las que le iban a acompañar, se llevó una grata sorpresa. "Tenerlas en la banda me daba nervios por si les decían algo, quería que su primer partido fuera lo mejor posible", explica Fabio, que reconoce que el mundo del arbitraje a veces es complicado "por la grada o la presión dentro del campo".

Fabio Crespo. GONZALO GARCÍA
Fabio Crespo. GONZALO GARCÍA

Pero todo funcionó a la perfección. "Durante el primer tiempo me fijé en aquellas cosas que todavía no sabían hacer con seguridad. Tenía muy presente todo lo que se habían esforzado a la hora de estudiar y también para aprobar el examen porque lo había vivido de cerca", confiesa, "en el descanso intenté indicarles lo que entre comillas yo he aprendido este tiempo".

Ahora, Fabio reconoce estar "muy orgulloso de la actuación que hicieron las dos. Solamente haber pasado el examen, sobre todo mi hermana, es un motivo de orgullo".

Adriana Gámez: "Esto es algo único. Lo considero un premio. Soy afortunada"

Cuando era niña, Adriana Gámez soñaba con jugar al fútbol. "Mientras jugaras en la calle con tus amigos, no pasaba nada, pero en el momento en que quise entrenar con un equipo o poder jugar, no tuve las mismas opciones que hay ahora", relata. Su sueño se escapó entonces de entre sus manos y no creyó que tres décadas más tarde, de la mano de sus hijos Fabio y Luján, tendría la oportunidad de reencontrarse con su pasión. "Fue siempre una espinita que me había quedado ahí y ahora, después de haber tenido la experiencia con Fabio de verlo como árbitro y ver el fútbol desde una perspectiva totalmente diferente, cuando la Federación me propuso hacer el curso dije ¿por qué no?".

Adriana Gámez. GONZALO GARCÍA
Adriana Gámez. GONZALO GARCÍA

Uno de los motivos que impulsó a Adriana a formarse como árbitra fue ver los valores y la madurez que su hijo había ido adquiriendo con el paso de los años. "Cuando Luján me dijo que quería probar le dije que sí porque veía la disciplina que tiene Fabio, la seriedad, los valores y la madurez personal que adquirió", explica Adriana, "sí que es cierto que creo que los jóvenes que se dedican a esto tienen que tener un carácter especial, mucha personalidad porque se encuentran situaciones muy difíciles en el campo".

Pese a saber que no iba a ser un camino sencillo, Adriana se animó de la mano de su hija a iniciar una nueva etapa en su vida. "Cuando empezamos a hacer el curso, Luján no tenía conocimientos de fútbol", cuenta, "e hizo un gran sacrificio para poder estudiar y rendir en el examen, con las mismas limitaciones y exigencias que cualquier otra persona".

Aprendizaje y admiración

Constancia, perseverancia y esfuerzo. Con estos ingredientes, Adriana y Luján lograron aprobar. "Entonces pensé que nuestro debut sería con un árbitro diferente a Fabio. Cuando me llamaron y me dijeron que sería con él, pensé madre mía, porque sabía que nos iba a enseñar, pero a su vez nos iba a exigir", cuenta. "Antes del partido Luján y yo estábamos súper contentas pero también nerviosas porque queríamos que Fabio saliera satisfecho", explica, "era un poco de nervios y responsabilidad a la vez". Lo que tenía claro Adriana en los días previos a su debut es que iba a vivir una experiencia inolvidable: "Esto es algo único, una emoción. Lo considero un premio. Soy muy afortunada".

"Fue un momento súper emocionante para mí y también para ellos (Fabio y Luján)". Así es como Adriana recuerda el pitido inicial del partido en el que ejerció como asistente de su hijo. "Fue estupendo, una experiencia maravillosa, el aprendizaje impresionante. Es cierto que a Fabio siempre lo había acompañado antes a los partidos, pero si antes lo admiraba, estaba súper orgullosa de él y lo valoraba, ahora lo admiro mucho más", confiesa.

10 minutos

"Los diez primeros minutos no me preguntes dónde estaba", asegura Adriana entre risas, "conforme fueron pasando los minutos, los posicionamientos, encontrarme mejor en el campo... Fue mejorando. Cuando llegamos al descanso Fabio nos hizo las correcciones oportunas, tanto a Luján como a mí, y en el segundo tiempo todo fue muchísimo mejor". La conexión entre el colegiado principal y sus asistentes es un factor clave en todos los partidos. "Es una conexión continua que tienes que tener", explica, "cambiamos los roles, la comunicación funcionó muy bien entre nosotros y la seriedad con la que vi a Fabio asumir el partido, me encantó". Con un gran aprendizaje y admiración llegó el pitido final para Adriana.

Luján Crespo: "No sabía nada de fútbol. Lo aprendí todo gracias a mi hermano"

El patinaje artístico era su disciplina predilecta hasta que su hermano Fabio comenzó a arbitrar partidos de fútbol. Fue entonces cuando en Luján Crespo comenzó a crecer la semilla por el arbitraje, hasta que este verano decidió que era su momento. "Al ir a ver a mi hermano casi todos los partidos, me empecé a aficionar y decidí anotarme", confiesa la joven pontevedresa.

En el curso que ofrece la Federación Galega de Fútbol, y que realizó junto a su madre

Luján Crespo
Luján Crespo

Adriana, descubrió "una nueva pasión". Aunque lo cierto es que Luján se lanzó de cabeza a la piscina y sin salvavidas, porque la pontevedresa de tan solo 11 años apenas tenía conocimientos sobre fútbol cuando comenzó su formación. "Mi hermano me ha ayudado mucho y en el curso fue genial", cuenta, "ahora tengo un montón de amigos y me enseñaron muchísimas cosas".

Fabio se sentaba con su hermana "todas las mañanas y yo me esforcé mucho por aprender. Tuve que estudiar mucho, pero ha valido la pena totalmente", reconoce. "No sabía nada de fútbol cuando empecé y fue todo a raíz de mi hermano", explica Luján, "aprender fue difícil porque al principio no entendía nada y necesité mucha ayuda".

Pero acabó superando el examen de la Federación y cumplió un sueño"que nunca me imaginé que iba a llegar a vivir".

3 días

Tres días antes del partido en el que asistió a su hermano Fabio, acompañada por su madre Adriana, Luján recibió la noticia de las designaciones oficiales que había hecho la Federación. "Sinceramente, estaba casi dormida porque era bastante de noche", confiesa la joven pontevedresa, "cuando me lo dijeron, me encantó saberlo. Nos hizo mucha ilusión a los tres". Sintió entonces una mezcla de ilusión, nervios y responsabilidad. "Lo que más ilusión me hizo fue saber que iba a estar con mi familia, después divertirme y por último, saber que al fin iba a debutar e iba a ser mi primera vez como asistente", cuenta.

Un recuerdo "para siempre" en el que lo único que preocupaba a Luján era «que Fabio saliera contento. Estaba súper emocionada».

Un sueño de futuro

El día marcado en rojo en el calendario de los Crespo Gámez llegó y Luján vivió el primer partido como asistente de la que espera que sea una larga trayectoria. "Al principio del partido estaba nerviosa, ya que en la grada parece que es mucho tiempo la preparación porque te aburres, pero abajo es como un minuto y al campo", relata Luján.

"Al entrar al campo estaba nerviosa porque Fabio no nos pudo dar antes muchas explicaciones" confiesa, "pero me gustó mucho disfrutar de todos los momentos previos. Primero corrimos un poco, después Fabio nos dio las órdenes en el vestuario de lo que teníamos que hacer cada una y al final revisamos porterías".

En el primer tiempo ganaron los nervios. "Había gestos que me salté, aún no me ubicaba, pero estoy muy contenta y orgullosa", reconoce, "tengo muchas ganas de seguir arbitrando", confiesa Luján.

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