El último reto de Ceci Puga

La pandemia la condujo a dejar el fútbol sala definitivamente y centrarse en su negocio de artesanía y creación láser. Pero la llamada del Marín Ence acabó siendo una tentación irresistible para la pívot, que quiere rematar su gran carrero dando alegrías a su villa
Ceci Puga, en A Raña, con la mochila personalizada de El Taller de More GONZALO GARCÍA
photo_camera Ceci Puga, en A Raña, con la mochila personalizada de El Taller de More. GONZALO GARCÍA

La pandemia por coronavirus arrasó con muchas cosas y cambió la vida de todos. Y para Cecilia Puga (Marín, 1987) no iba a ser una excepción. La pívot marinense se encontraba disfrutando de su segunda experiencia italiana en Taranto, una ciudad sureña próxima a Bari, cuando la crisis de la Covid estalló y tuvo que acabar volando con urgencia hacia Bruselas para regresar a España justo una semana antes de que se decretase el estado de alarma en suelo hispano. «Al principio me decían: "no te me arrimes". Pero yo les decía que venía del sur, que no había habido casos», recuerda con humor Ceci.

Entonces comenzó el confinamiento y ella dio por hecho que era el momento de colgar definitivamente las botas y empezar a mirar por un futuro más allá de las pistas. Así que se decidió a dar el paso de unirse a un negocio artesanal. Pero la "pelotita" siempre llama dos veces a la puerta y, tras rechazar varias ofertas, Ceci no se pudo resistir a tener a intentar ser profeta en su tierra.

«Realmente, no me planteaba volver», reconoce Puga, cuyo caché le ayudó a recibir propuestas de las máximas categorías de España e Italia. Pese al interés de mucho, Ceci «no tenía pensado jugar». Pero entonces, una vieja excompañera como Kiko y el exentrenador del Marín, Pepe Quintillán, le pidieron que fichase por la entidad marinense: «Es una amiga. Me dijo que el equipo iba bien y que yo podía ir a echar una mano para intentar a ascender».

Finalmente, esa insistencia tuvo premio. Y Ceci, que tan solo tenía previsto volver a calzarse las botas para jugar un mes en verano en Emiratos Árabes en un evento pagado, acabó dando el sí y fichando en enero para echar un cable al equipo de su villa, esa en la que nunca pudo disfrutar de verdad del fútbol sala. «Sí que es cierto que empecé en el Porvir, un equipo de niños de Marín. Pero pronto me fui al Queiroga de Pontevedra. Allí estuve ocho años. Y a los 15 ya me fichó el Ourense para debutar en Primera División», resume Ceci acerca de unos primeros años de formación en los que apenas supo lo que es marcar goles en los míticos pabellones marinenses de A Raña, Sequelo o A Cañota.

Así, Cecilia Puga se está quitando la espinita de poder disfrutar del futsal en casa, aunque en una situación muy diferente a la soñada. «Es verdad que no hay público, pero la gente me pregunta y se interesa por el equipo», apunta la pívot, que recuerda como uno de los mejores momentos de su carrera la Copa Galicia que ganó con el Poio Pescamar ante el Burela en Marín ante sus vecinos en el 2018.

rendimiento. Desde el primer día, Ceci ha sido una pieza importante en los partidos del Marín Ence Futsal: «Sí que es cierto que he notado que la intensidad en el juego es más baja que en Segunda que en Primera. El ritmo es menor y no hay que ir a entrenar cinco días mañana y tarde. Eso me permite trabajar y desconectar más, pero la exigencia es la que una misma se ponga. Y yo soy competitiva por naturaleza».

Así,La marinense ha sumado goles claves para asentar al equipo en el segundo puesto de la tabla en la primera fase y el pasado fin de semana abrió marcador ante el Logroño, en el primer duelo de una segunda fase decisiva para colarse en una de las plazas que dan derecho a pelear por el ascenso a Primera. Porque ese es el gran objetivo de Puga: retornar a una máxima categoría en la que fue reina con el equipo con el que más se puede identificar. «Mentiría si dijese que no pienso en el ascenso. Es algo que está ahí, aunque debemos ir paso a paso y no debe convertirse en una obsesión», reconoce. Quien avisa no es traidor. Ceci ha regresado para ganar.

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