Xabi Gracia, Juan Solla y Charles: la mente, el cuerpo y el alma

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PONTEVEDRA. "É difícil atopar un adestrador co que se traballe tan a gusto coma Xabi Gracia". Juan Solla, preparador físico del Almería, explicaba hace tres meses para Diario de Pontevedra sus sensaciones al lado de uno de los caballeros más elegantes que se ha sentado jamás en el banquillo de Pasarón. Hoy ambos disfrutan, junto a Charles, del ascenso del Almería a Primera. El brasileño, además, ha obtenido el premio de regresar al vecindario. Lo ha fichado el Celta.

La historia señala que la salida de Gracia y Solla del club coincidió con el comienzo de la decadencia. Fue el adiós a una época de bonanza y ambición. Se fueron los ángeles del cielo y el Pontevedra comenzó su cuesta abajo.

Sin embargo, ellos no cesaron de crecer profesionalmente. Solla es el preparador físico que sigue a Gracia a todas partes. Estuvo con él en Cádiz, en Vilarreal, en Grecia y en Almería y tiene la ventaja, para su profesión, de ser uno de los pocos gallegos que no está aquejado de morriña.

Ambos disfrutarán la próxima temporada de la Liga BBVA, del máximo nivel del fútbol español. También Charles, uno de los principales responsables de que el Almería haya regresado a su lugar.

Los 32 goles que logró en Segunda División le han servido para llamar la atención de los cazatalentos. Ya lo han pescado en Vigo.

Toda lo que tuvo que ver con la estancia del atacante en Pontevedra durante seis temporadas estuvo rodeado de misticismo. Desde el primer minuto llamó la atención. Espectáculo, carácter y compromiso son las tres palabras que definen su pasado granate desde el primer día. Fichado en el verano de 2004, Charles debutó contra el Polideportivo Ejido en Segunda División, en Pasarón. Nada más entrar en el césped estuvo a punto de marcar un gol de chilena. Poco después ya estaba golpeando con su codo a un rival delante del asistente. Aquel día duró cuatro minutos sobre el campo. Acabó expulsado.

Fue Alberto Argibay el primer entrenador que confió en él. Empezó jugando como extremo, pero su gran capacidad para hacer gol lo fue acercando a la posición de nueve, a medida que iba quemando etapas.

Su personalidad y su talento lo convirtieron pronto en uno de los hombres más queridos por la afición lerezana. Para el recuerdo, los tantos que logró en 2005 ante el Nastic y el Murcia, dos acrobáticos remates que se vieron en todos las televisiones de España.

En total logró 58 goles con la elástica granate en seis cursos. Durante mucho tiempo gozó de la compañía en Pontevedra de sus primos Yuri e Igor de Souza. Existía la duda sobre cuál de los tres llegaría más lejos en España. De momento gana él.

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