Zach Monaghan, el baloncesto convertido en filosofía

El jugador del Marín Peixegalego relata los motivos de su llegada a Marín y la gran acogida que le ha dado el club de A Raña
Zach Monaghan durante su primer entrenamiento con el Peixegalego. BEATRIZ CÍSCAR
photo_camera Zach Monaghan durante su primer entrenamiento con el Peixegalego. BEATRIZ CÍSCAR

El 1 de diciembre de 1992, mientras los Chicago Bulls forjaban una dinastía de leyenda bajo el gobierno de Su Majestad Michael Jordan, nacía en Illinois, en una pequeña ciudad vecina del Lago Michigan llamada Palatine, Zach Monaghan.

A sus 30 años cumplidos este 1 de diciembre mismo (¡felicidades, Zach!), el estadounidense pasea su talento y su talante por la localidad de Marín, donde brilla como la penúltima estrella que el Peixegalego ha sido capaz de atraer a su universo. 

El pasado verano Monaghan ponía punto y final a una larga trayectoria de seis temporadas en A Coruña, su casa, la ciudad en la que vive. El nuevo técnico del Leyma, Diego Epifanio, le explicó en una cena que no encajaba dentro de su proyecto. "La vida sigue. Esto forma parte del deporte", asegura el playmaker, sabedor de que "cuanto más arriba estás, más negocio es el deporte".

El base se encontraba sin escuadra. Había tenido malas experiencias fuera de España, con situaciones de impagos e incumplimientos de contrato en Bélgica y Bulgaria y "no me interesaba fichar en otro club en LEB. No quería jugar en A Coruña con la camiseta de otro equipo. Eso para mí sería muy raro. Y al mismo tiempo quería seguir en Galicia. Para mí es como mi casa". Así fue que el efecto llamada de Marín se puso en marcha. Y pocas plazas  del baloncesto saben aprovechar  tan bien las oportunidades que ofrece el mercado. Muchas cosas ligaban al de Illinois con A Raña:  "Mi agente conocía a Javi Llorente. Yo buscaba un entrenador con aspiraciones y que entendiese como funcionan las cosas a lo largo de la temporada", explica el protagonista. Ese agente es el mismo de Javonte Green, uno de los mejores jugadores de la historia del club. "Eso fue una inspiración para mí. Sé que Javonte disfrutó mucho en el Peixe y ahora juega para mi equipo favorito (los Bulls de Chicago). Siento una conexión como si fuésemos amigos, aunque en realidad hemos hablado pocas veces y cada uno va a su vida".

"No me interesaba fichar en otro club en LEB, porque no quería jugar en A Coruña con la camiseta de otro equipo. Sería raro para mí"

Así llegó a las Rías Baixas y encontró una gran acogida. "Llorente es de León, pero tiene corazón gallego. La gente del club es muy abierta. Siempre están ahí si necesito algo: es mi octavo año fuera de Estados Unidos y estas pequeñas cosas son muy grandes para mi. Es un pueblo y un proyecto pequeño, pero ha llegado a LEB Oro en años anteriores. La vida es un sueño también. Estoy contento de formar parte de este grupo y de intentar luchar por un mismo objetivo con nuestros chavales", sostiene, encantado con un equipo del que espera grandes cosas, a poco que las piezas se acoplen. 

Monaghan todavía no está al cien por ciento. Acabó lesionado la pasada temporada y acaba de empezar su campaña después de un largo proceso de solución de problemas burocráticos. "Veremos como estamos al final de la temporada", se plantea.

Su reto, su objetivo, es "volver a recuperar el hambre, no solo para el baloncesto, que lo vivo intensamente, sino en mi vida incluso", sostiene.

Un hombre que tiene pasión por la canasta, contagiado por sus hermanos, que vieron a los Bulls ganar seis anillos en los 90, y su padre, su primer entrenador. "He llegado muy lejos; no a la NBA, pero lo he disfrutado mucho", asegura echando la vista atrás, recordando sus inicios. 

" Adoro jugar fuera de casa. Solo estáis tú y tu grupo de chavales: se trata de vosotros contra el mundo. Me encanta eso, me encanta competir. En esos minutos me olvido de todo. No tengo preocupaciones. Solo disfruto. Solo baloncesto: el deporte más bonito del mundo"

No olvida los nombres de los grandes jugadores de su infancia, americanos y europeos. "Soy un friki de esto. Me gustaba mucho Arvydas Sabonis y cuando llegué aquí jugué con su hijo (Tautvydas), que es uno de mis mejores amigos. Esas cosas son impagables, son las cosas que el deporte te da", asegura, dejando entrever su sonrisa al otro lado del teléfono.

Oyéndolo con espíritu apasionado, con un carácter peculiar, con su punto de locura y filosofía,  es fácil de entender por qué Monaghan es puro lirismo sobre la cancha. "Me encanta vivir dentro de esas cuatro líneas. He pasado mi vida así y no hay nada mejor. Adoro jugar fuera de casa. Solo estáis tú y tu grupo de chavales: se trata de vosotros contra el mundo. Me encanta eso, me encanta competir. En esos minutos me olvido de todo. No tengo preocupaciones. Solo disfruto. Solo baloncesto: el deporte más bonito del mundo".

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