El euro cumple diez años

31 de diciembre de 1998: conferencia de prensa celebrada después de que el Consejo de la UE fijara los tipos de cambio irrevocables entre el euro y las monedas participantes (Foto: Comunidad Europea)
photo_camera 31 de diciembre de 1998: conferencia de prensa celebrada después de que el Consejo de la UE fijara los tipos de cambio irrevocables entre el euro y las monedas participantes (Foto: Comunidad Europea)

Aunque sólo lo tenemos entre nuestras manos y en nuestros bolsillos - algunos más que otros- desde 2002;  la moneda común europea, el euro, cumple este 1 de enero 10 años.

Fue el primer día del calendario del año 1999 cuando un recién nacido Banco Central Europeo (BCE) introducía la moneda común como medio de pago electrónico, pese a que los billetes y monedas no serían puestos en circulación hasta el 1 de enero de 2002.

Seis meses antes, en junio de 1998, nacía el BCE con un objetivo que debía cumplir contrarreloj: sustituir las monedas de un grupo de estados soberanos por la moneda única y diseñar la política monetaria para la zona euro, actuando a modo de 'capitán' de una travesía monetaria que zarpaba en ese momento.

Diez años después, y gracias a la recesión de la economía norteamericana, el euro se ha revalorizado un 20,5% frente al dólar. El primer euro costó 1'16 dólares; hoy se cotiza a 1,4. Aún joven y reforzado, el euro sigue ampliando sus horizontes y preguntándose hasta dónde podrá llegar en su competición contra la cara de Lincoln impresa en papel moneda.

Un viaje accidentado
El 31 de diciembre de 2008, los 11 países de la zona euro firmaban el cambio oficial: un euro valdría eternamente 166,386 pesetas. Con este gesto, los responsables económicos de estos pioneros de la moneda única firmaban además la sentencia de muerte de otras 11 divisas, que tan sólo perivieron un par de años más en los bolsillos de los ciudadanos, pero que desaparecieron de las cifras oficiales.

Desde entonces, el viaje del euro ha estado repleto de tropezones y repuntes. Pese a su arranque al alza, sufrió un período de debilitamiento que arrastró su cotización hasta un mínimo histórico frente al 'billete verde' el 26 de octubre de 2000, cuando un euro se cambiaba por 0,8228 dólares y sólo recuperaría la paridad el 15 de julio de 2002. El 15 de julio de 2008 el euro alcanzó su valor máximo hasta el momento, al cambiarse por  1,6038 dólares.

BCE: el 'malo de la película'
No obstante, la divisa europea no se libra de la crisis, y ha experimentado una depreciación del 2,5% frente a la estadounidense en el último año. Sin embargo, la política de contención en el recorte de tipos de interés del BCE permite que siga cotizando por encima de su 'colega'. En resumen, que a veces las temidas decisiones de Trichet no son tan malas.

Desde 1998, el BCE se convirtió en el 'guía espiritual' de todos las economías incluídas en la zona euro. Al principio, sólo, once, Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal. Hoy día, se han incorporado ya Grecia (2001), Eslovenia (2007), Chipre y Malta (2008). Eslovaquia, la número 16, lo hace este mismo uno de enero, dotando al euro de 325 millones de usuarios más.

Durante esta década, la función del BCE ha sido la de preservar la estabilidad de precios a medio plazo, como garantía de un crecimiento económico sostenible. Su política monetaria ha sido firme: mantiene los tipos de interés en el 2,5%, frente a los recortes de la Reserva Federal Americana, que ha situado los tipos de juro en una franja del 0% al 0,25%.

Así, y aunque las decisiones de la autoridad bancaria europea presidida por Jean Claude Trichet suelen calificarse de duras, la moneda única ha permitido mantener una estabilidad de precios nunca antes conocida en Europa.

'No es euro' todo lo que reluce
Al menos así lo aseguraba el Ejecutivo Comunitario hace unos días en su valoración de estos primeros 10 años. Incremento del comercio interno en la eurozona por la desaparición de los costes y los riesgos ligados a los tipos de cambio, aumento de la inversión pública y privada, disminución del déficit público y aumento de las cifras de creación de empleo son otras de las maravillas atribuídas a la entrada del euro en nuestras economías.

Aún así, Bruselas reconoce que 'no es euro todo lo que reluce, ya que el crecimiento económico de la eurozona en esta década se ha quedado por debajo de las expectativas. Además, y aunque cotice al alza sobre la moneda de EEUU, el euro todavía no ha logrado colocarse como referencia monetaria sólida a nivel internacional.

De todos modos, esto podría cambiar en un futuro próximo. No en vano, una encuesta publicada la semana pasada por el 'Financial Times' aseguraba que la mayoría parte de los europeos, entre ellos el 70% de los españoles , confían en que llegará a sobrepasar al dólar en 2014 como referencia mundial.

La realidad del bolsillo
Sin embargo, tal y como reconoce también Bruselas, el mayor problema de la moneda única es su 'falta de prestigio'. ''La imagen pública del euro no refleja todos los beneficios objetivos que representa para los ciudadanos'', lamenta el Ejecutivo Comunitario.

Y es que sea ilusiorio o no, la sensación es que los euros abultan menos en el bolsillo que las pesetas, y los céntimos pesan menos que las antiguas 'rubias'. Si a eso sumamos la diferencia de valor con los anteriores billetes de referencia -5 euros son menos que 1.000 pesetas, pero 50 euros son más que 5.000- el lío para el ciudadano de a pie esta montado.

Para muestra a nivel microeconómico, pero mucho más importante para las economías familiares que las grandes cifras del BCE, una simple nomenclatura: hoy apenas quedan barrios con un 'Todo a 60 céntimos', como rezaban los primeros carteles de 2002.

Nuestra entrada en la privilegiada élite económica europea marcó el principio de una nueva época en la economía española. Pero también el inicio de una nueva era: la del 'Todo a 1 euro'.

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