Quien se embarque ahora en la compra de un coche puede tener que esperar hasta primavera o verano para poder conducirlo. Y es que los tiempos de entrega de los vehículos se han multiplicado a raíz de la crisis de los microchips y hoy la demora media está cerca de los seis meses para los modelos de combustión tradicionales, según los datos de la patronal de concesionarios Faconauto. En 2019, apenas pasaba un mes desde que se cerraba la operación hasta que el comprador recibía su turismo nuevo en promedio, pero la tormenta posterior ha dilatado mucho los plazos, que en el caso de los eléctricos llegan a los siete meses y no dejan de aumentar.
Los microchips son componentes esenciales para la industria automovilística, necesarios para hacer funcionar desde los sistemas de seguridad a los de asistencia en la conducción. Su escasez mundial lleva muchos meses lastrando la actividad de plantas como la de Stellantis en Vigo. Si la producción de las factorías se ralentiza, hay menos stock y más tiempo de espera para recibir un vehículo. Al hándicap de los semiconductores se han sumado los efectos de la guerra en Ucrania, que ha retrasado la entrega de elementos como cables, níquel o paladio y ha encarecido los costes energéticos.
Tener que esperar medio año o incluso más para guardar el coche nuevo en el garaje por el retraso en la entrega puede echar para atrás a muchos compradores y pasa factura a los concesionarios, castigados también por el impacto de la ralentización económica y la inflación sobre la demanda.
En las marcas asiáticas la demora suele ser menor. Hay que tener en cuenta que Taiwán, Corea del Sur y China acaparan el 87% del mercado mundial de microchips. En cambio, en los fabricantes europeos y estadounidenses la espera es mayor, debido a la ausencia de proveedores propios.
¿Por qué los retrasos suelen ser más acusados en los eléctricos? Porque necesitan más chips para su fabricación y su proceso de producción está menos desarrollado que el de los vehículos de combustión por ser más incipiente.
Con estos problemas para casar oferta y demanda, las matriculaciones viven horas bajas. En lo que va de año acumulan un desplome del 9,4% con respecto a 2020, y en comparación con los niveles previos a la pandemia están un 40% por debajo, lo que da una clara idea de las dificultades del sector para superar el bache.
El retraso en la entrega de turismos ha llevado a muchos compradores a buscar refugio en el mercado de ocasión, lo que ha supuesto una disminución del stock de vehículos de segunda mano de cerca del 40% en el último año.