Los parados pierden la esperanza

Los españoles han dibujado, en el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, un panorama del país para los próximos cinco años con más pobres, más desigualdades sociales y más tensiones nacionalistas, aunque confían en que de aquí a 2017 disminuya el número de parados.

El barómetro del CIS del mes de diciembre muestra por otra parte que la preocupación de la ciudadanía por la corrupción y el fraude se ha disparado y ha alcanzado su mayor porcentaje desde febrero de 1996.

Sigue siendo muy elevado el porcentaje de desempleados que no cree que vaya a encontrar trabajo en el próximo año, el 60,9 por ciento, aunque son más optimistas quienes sí tienen trabajo, pues no esperan perderlo en el 68,3 por ciento de los casos.

Aunque el paro, los problemas económicos y la clase política siguen encabezando las inquietudes de los españoles, en este sondeo la corrupción pega un salto, casi duplica su porcentaje anterior (del 9,5 al 17,2 por ciento) y se convierte en la cuarta preocupación.

La novedad del barómetro de diciembre son las preguntas que hace a los ciudadanos sobre sus expectativas a cinco años vista, y en ellas se aprecia el pesimismo ciudadano ante las consecuencias que dejará la crisis económica.

El 58,5 por ciento augura que habrá más personas sin hogar; el 66,3 por ciento vaticina un incremento de las desigualdades sociales; el 64,2 por ciento cree que habrá más dificultades para acceder a una vivienda y el 60,4 por ciento se espera una bajada en la calidad de la asistencia sanitaria.

No obstante, en cuanto al paro, es mayor el porcentaje de optimistas: un 45,3 por ciento cree que bajará en los próximos cinco años, frente al 39,8 que se teme que va a seguir subiendo.

De hecho, luchar contra el paro supone para el 64,5 por ciento el principal reto que debe afrontar la sociedad española en los próximos cinco años, seguido muy de lejos por la lucha contra la corrupción política, citada como el principal objetivo por el 16,5 por ciento de los encuestados.

En el plano político, las expectativas a cinco años auguran un aumento de las tensiones nacionalistas, según un 52 por ciento de los encuestados, frente a sólo un 14 por ciento que considera que van a disminuir.

Los ciudadanos opinan asimismo sobre el modelo territorial y mientras el 32,5 por ciento aboga por mantener el actual sistema autonómico, el 24,6 por ciento prefiere que desaparezcan las autonomías y que haya un único Gobierno central. Un 12,3 por ciento apuesta por un Estado en el que las comunidades tengan menor autonomía que en la actualidad, y un 11,9 por ciento se decanta por darles más competencias, mientras que un 9,4 por ciento es partidario de reconocer la posibilidad de que se conviertan en Estados independientes.

Y una mayoría, el 54,1 por ciento, asegura sentirse tan español como de su lugar de origen; el 15,5 por ciento dice sentirse únicamente español y el 5,6 por ciento únicamente de su tierra.

Dentro de las preguntas habituales sobre la situación política, el 49 por ciento la ve peor que hace un año, cuando Mariano Rajoy llegó al Gobierno, y el 6 por ciento cree que ha mejorado.

Además, para el 76 por ciento el panorama político actual es malo o muy malo y sólo lo ven bueno o muy bueno el 3,1 por ciento. El futuro no es más optimista, porque el 39,2 por ciento augura que la situación política empeorará, frente al 10,6 por ciento que espera una mejoría.

Respecto a la situación económica, se mantiene el pesimismo sobre la situación actual y la mitad se teme que estará incluso peor dentro de un año.

Y pese a seguir siendo críticos con esta situación, una aplastante mayoría, del 71,3 por ciento, comparte la idea de que hay que sacrificarse en el presente para conseguir vivir mejor en el futuro.

Otro 65,2 por ciento opina que hay que tener confianza en el futuro porque al final las cosas saldrán bien y hay un porcentaje elevado de personas -58,5 por ciento- que cree que el futuro es tan incierto que es mejor vivir al día y pensar en el presente.

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