Los oficios del mar: de escuelas llenas a la falta de atractivo del trabajo en la pesca

Las condiciones precarias a bordo de algunos barcos y las trabas para enrolarse como aprendiz de oficial son los mayores hándicaps
 
Flota pesquera en el puerto de Burela. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Flota pesquera en el puerto de Burela. JOSÉ Mª ÁLVEZ

Galicia cuenta con cuatro centros de formación en oficios ligados al mar y la pesca que cada año llenan los pupitres de sus aulas de alumnos que aspiran a forjarse un futuro laboral en el sector. Los ciclos que ofertan estas escuelas dependientes de la Xunta tienen, en global, más demanda que oferta. Cada curso se matriculan una media de 500 estudiantes entre los centros de Vigo, Ribeira, Ferrol y el instituto de enseñanza en acuicultura de A Illa de Arousa, frente a los poco más de 300 que accedían a estas enseñanzas hace doce años, según datos de la Consellería do Mar. 

"Las escuelas están a tope; hay listas de espera y gente excluida cada año por falta de plazas" en una comunidad que suma más centros de este tipo "que toda Francia", constatan desde la Asociación Española de Titulados Náutico Pesqueros (Aetinape). La conclusión que podría extraerse es que la formación ligada al trabajo a bordo de un barco tiene tirón en Galicia, aunque no al mismo nivel en las diferentes titulaciones y con excepciones.

El atractivo que tiene un empleo en la Marina Mercante, Salvamento Marítimo, Aduanas o Gardacostas contrasta con las mayores reticencias entre los jóvenes a la hora de prepararse para trabajar en algunos segmentos de la flota pesquera. 

El presidente de Aetinape, José Manuel Muñiz, lo achaca a dos factores: las "precarias" condiciones en las que se trabaja y se vive a bordo de determinados buques durante campañas que duran meses antes de volver a tierra, y las trabas que encuentran los alumnos una vez que finalizan la etapa académica para sumar los días de navegación necesarios para ejercer. Son, a su juicio, las causas de la falta de relevo en la pesca.

Aetinape apuesta por "humanizar el trabajo en el mar" y reivindica la creación de la figura del alumno en prácticas

Contra el primero de esos hándicaps, receta "humanizar el trabajo en el mar" con condiciones "dignas" de habitabilidad en los barcos; periodos de descanso "razonables"; contrapartidas salariales por estar todos los días de la semana 24 horas metido en un buque y disponible para trabajar durante varios meses seguidos, o incentivos fiscales para un colectivo que "no usa muchos servicios públicos" y en la jubilación. 

Décadas atrás, quienes se enrolaban en buques pesqueros primaban la necesidad de ganar un dinero para sacar adelante la familia a las condiciones del trabajo, pero las nuevas generaciones tienen "otra escala de valores". "No estamos en los años 50, esto es el siglo XXI", zanja Muñiz. 

EXPERIENCIA. Otro factor que frena la incorporación de jóvenes al mundo de la pesca son las dificultades que encuentran los alumnos para dar con armadores que les ofrezcan embarque cuando terminan los estudios y necesitan ganar experiencia para ejercer de oficiales encargados de la guardia del barco.

Y es que, una vez completan la formación en las aulas y realizan en torno a 400 horas de prácticas en un buque escuela o a través de convenios entre las escuelas y empresas, tienen que realizar los días de navegación que se exigen para conseguir el título profesional y poder mandar un buque.

 A los jóvenes les suele costar encontrar armadores dispuestos a darles la oportunidad de aprender el oficio. "Como máximo" les ofrecen contratos laborales de marinero, pero lo que necesitan es coger experiencia en el puente del barco para adquirir las competencias de oficial.

Para atajar el problema, los titulados náutico pesqueros reivindican la creación de la figura del alumno en prácticas. "Hay personas que cuando se ven atrapadas en ese galimatías cortan cabos", señala Muñiz, crítico con la formación no reglada. Ve una "temeridad" que cursos de menor duración den acceso a puestos con la misma responsabilidad, de los que depende la seguridad de la flota.

Javier Vieira en un yate en Croacia. EP

Javier Vieira, patrón de Gardacostas de Galicia: "Abandoné la carpintería para ser patrón de altura tras la crisis"

Javier Vieira dejó su profesión de carpintero empujado por la crisis económica en 2009 y con 32 años empezó a formarse como patrón de barco. Miró al mar no por vocación o por vinculación familiar, sino porque vio en él "una salida" laboral. Se sacó el título de patrón de litoral en Vigo y, antes ya de terminar, durante las vacaciones de verano entre el primer y segundo curso, tuvo trabajo. Pero decidió ir más allá y se formó como patrón de altura.

Oportunidades laborales no le faltaron. Primero en náutica deportiva en el Mediterráneo, después en un barco de pasaje en Bueu, a continuación en un buque de apoyo a plataformas en Tarragona y ahora en Gardacostas, un empleo que le permite "dormir en casa todos los días" tras haber pasado largas temporadas fuera en anteriores trabajos. "Si quieres hacer currículum no te queda otra", señala.

Este guardés constata que hay necesidad de mano de obra en profesiones ligadas al mar, sobre todo en la pesca, a la que solo recurriría como último recurso. Su primera experiencia laboral, con apenas 16 años, fue como marinero, pero le dejó un mal recuerdo. "Fue lo que me llevó a estudiar carpintería", cuenta. Sueldos inestables y bajos a cambio de un trabajo "complicado" lo llevaron a cerrar esa puerta. 

Desde su puesto en el buque escuela y de inspección de Gardacostas en Vigo escucha a diario las prioridades laborales de los alumnos de la náutico pesquera: salvamento marítimo, aduanas, yates o guardacostas. "Salvo cuatro que son hijos de marineros o armadores y sí se quieren dedicar a la pesca, el resto busca algo menos esclavo", señala Javier, quien remarca que "las generaciones de ahora no son las de antes, que sacrificaban mucho por dinero".

En base a su experiencia, anima a los jóvenes a decantarse por titulaciones azules como salida profesional y lanza un consejo: mejor formarse en máquinas que en puente porque te permite trabajar también en tierra. "Mucha gente no quiere estar fuera de casa", dice, recordando a compañeros suyos de estudios que acabaron en otros sectores.

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