¿Qué escenario han dejado en Galicia y en la provincia de Pontevedra estos dos años de pandemia?
Actualmente estamos muy condicionados por los acontecimientos derivados de la guerra en Ucrania, pero ciñéndonos solo a estos dos últimos años, podemos decir que en general aún no estamos económicamente recuperados del todo. A nivel de riqueza, de PIB, todavía nos falta un 3% para llegar a los niveles prepandemia. En cuanto al empleo, sí nos hemos recuperado. El dato más positivo es que el comportamiento de la economía gallega en estos dos años ha sido mejor que la media española. Hemos capeado mejor la crisis. Lo peor es que un shock tan importante no ha servido para corregir grandes problemas, tanto en términos de productividad, pues nuestra economía sigue siendo baja por estar centrada en sectores y modelos poco productivos; como en términos de mercado laboral, que sigue arrastrando lastres como el hecho de que la población activa continúa disminuyendo. También hay cuestiones que la propia crisis derivada de la pandemia ha acentuado aún más, como la temporalidad, las diferencias entre mujeres y hombres, la precarización del trabajo juvenil, etcétera.
¿Por qué nuestra economía ha capeado mejor la crisis que el conjunto del Estado?
Algo característico de la economía gallega es que es más resistente, cualquier impacto le llega más tarde, del mismo modo que en épocas de bonanza Galicia se incorpora más tarde a esos beneficios. Y hablando de cuestiones específicas de esta crisis, la causa es que ha afectado más a sectores que aquí no son tan potentes como en otras comunidades autónomas, por ejemplo, el turismo y todo el sector servicios.
¿Qué sectores tardarán más en recuperarse del todo?
Esos mismos, todos los que tienen que ver con los servicios.
¿Qué oportunidades ha generado la pandemia?
Hay sectores que se vieron claramente reforzados por la crisis. En concreto, en Galicia todo lo que relacionado con el sector agroalimentario. También el conservero. Estos prácticamente no vieron la crisis, sino todo lo contrario, incluso han tenido que adaptarse a un incremento en la demanda. Por otro lado, hay aspectos que han llegado para quedarse. Hablo de cambios importantes en los patrones de consumo, ya no solo de compras online, sino incluso de artículos que antes se consumían y ahora no. Esto nos ha cambiado más de lo que somos conscientes.
Con el teletrabajo ha sido una oportunidad perdida, funcionaba y se ha vuelto a una presencialidad que no está justificada
Otro cambio que trajo consigo la pandemia fue la introducción del teletrabajo en muchas empresas. ¿Fue un espejismo que solo duró en el confinamiento y en las etapas más duras de la crisis sanitaria y ahora se ha retrocedido otra vez, o se ha cambiado realmente la filosofía y la forma de pensar de empresas y trabajadores?
Con el teletrabajo esta ha sido una oportunidad perdida. Se demostró que, sin estar preparados para él, las cosas funcionaron razonablemente bien. Es un hecho. Y sin embargo, todo eso se está perdiendo por una vuelta a una presencialidad que tampoco está muy justificada. Y aquí hablo sobre todo del sector público y más ahora que hay dos aspectos cada vez más importantes: lo relativo a la conciliación laboral y familiar y todo lo relativo a reducir movilidades y desplazamientos para reducir contaminación, saturación de ciudades, costes de combustible, etcétera, más con lo que está pasando ahora. Y a pesar de ello, se le dice a los trabajadores que para hacer lo mismo, o incluso peor, tienen que volver a sus puestos de trabajo. Aquí hay algo que no cuadra. No tiene sentido.
La crisis económica que está generando la guerra de Ucrania, ¿será peor que la de la pandemia?
No hay precedentes de que, en una crisis sanitaria de la que todavía no estamos recuperados, venga una crisis bélica prácticamente en el corazón de Europa. Es un motivo de preocupación muy importante y nos enfrentamos a un panorama negro.
