El descuartizador de Madrid fue separado de su madre lucense a los 3 años

El padre del supuesto asesino de Majadahonda se lo llevó sin permiso cuando la pareja se rompió y su progenitora se enteró de que vivía en la localidad madrileña tras recurrir en 1995 a 'Quién sabe dónde'. Su familia materna vive en Lugo
Bruno, el supuesto descuartizador de Majadahonda, el pasado lunes, con la cara tapada, tras la reconstrucción de los hechos.
photo_camera Bruno, el supuesto descuartizador de Majadahonda, el pasado lunes, con la cara tapada, tras la reconstrucción de los hechos.

Pocos o prácticamente nadie, salvo su familia, lo conocerán en Lugo pero Bruno, de 32 años y acusado de ser, como se dice en los medios, «el descuartizador de Majadahonda», nació en Sarria -donde sus padres fueron conserjes de La Unión- y, todavía hoy, tiene parte de su familia repartida entre Lugo (donde viven su madre, su abuela y sus dos hermanastros) y en Samos (donde reside su abuelo). Una familia que siempre quiso recuperar a este hijo perdido, arrancado de los brazos de su progenitora con solo 3 años por su propio marido, que se lo llevó con él. Desde entonces, la lucha de esta madre por encontrar a este hijo fue constante hasta el punto de que, incluso, recurrió al famoso programa ‘¿Quién sabe dónde?’, de Televisión Española, conducido por Paco Lobatón, en 1995, para saber de su paradero.

Bruno, aquel niño buscado por su madre, se encuentra ahora en prisión acusado de haber asesinado y descuartizado a Adriana, una mujer argentina de 55 años, desaparecida el pasado día 6 y que era su inquilina. La principal hipótesis que baraja la Guardia Civil es que este lucense discutió con Adriana cuando esta regresó de Argentina a finales de marzo, la mató, la descuartizó y metió sus restos en bolsas que tiró a la basura. Una historia impactante que dejó de piedra a los lucenses que conocen a la familia.

La madre del supuesto asesino se negó ayer a hacer declaraciones sobre el caso de su hijo alegando, simplemente, que «no tengo nada que decir». Hace ahora veinte años, esta mujer -acompañada de la abuela- recurría a las cámaras para contar su dramática historia como madre, que no volvió a ver a aquel niño desde los 3 a los 12 años porque se lo había llevado la familia paterna. Ya, entonces, había rehecho su vida con otro hombre, el padre de sus otros dos hijos pero, aun así, siempre le quedó la espina de no poder ver crecer a su primogénito.

Durante este tiempo, la mujer intentó contactar varias veces con la familia de su marido, en Tordillos (Salamanca), pero nunca le dieron información e incluso llegaron a cambiar el teléfono. En aquel entonces, no había todavía internet y la única opción que le quedaba a esta madre coraje para saber de su hijo era Lobatón y el programa ‘¿Quién sabe dónde?’.

El mensaje fue lanzado en televisión y una semana después una vecina de Majadahonda (Madrid) llamaba al espacio para decir que el niño había vivido en esta localidad y que su padre estaba casado con otra mujer y tenía otra hija más. En ese mismo programa, se decía que el niño ya no se acordaba de su verdadera madre puesto que había sido criado por otra. Los profesores del colegio María Auxiliadora, en Majadahonda, recordaban a Bruno «como un niño extrovertido y con una buena relación con sus compañeros». Añadían que, pese a no ser buen estudiante, sacaba buenas notas en Matemáticas.

Sin embargo, ya entonces, en 1995, Bruno no vivía en España, sino que llevaba tres años en Los Ángeles (Estados Unidos), a donde se había mudado con su nueva familia. Una familia que se desmembró, con otra separación, dado que la segunda mujer de su padre llamó también a ‘¿Quién sabe dónde?’ afirmando que su marido se había llevado a sus dos hijos, dos años antes, y no sabía nada de ellos.

investigación. Dos décadas después de esa búsqueda televisiva, este niño, ya convertido en un hombre de 32 años, volvió a ser protagonista en todos los medios con un macabro suceso tras la aparición de restos sanguíneos y cabellos en la bañera y un desagüe de la vivienda de la víctima así como en una trituradora y en las paredes, estas lavadas con lejía, que todavía están pendientes de analizar. Otras pruebas que lo inculpan son la aparición del ordenador, el móvil y las llaves del coche de la mujer en la casa donde vive el arrestado, en Móstoles.

La investigación continúa su curso mientras que la Guardia Civil comprueba el destino de otros seis inquilinos más de la casa -cuatro de ellos aparecidos vivos- y de una tía suya, que no se sabe dónde está.

SIN ANTECEDENTES, ESTUVO INGRESADO POR PROBLOMAS PSIQUIÁTRICOS EN ALGUNA OCASIÓN

Bruno no tiene antecedentes delictivos. En cambio, sí tiene un historial de problemas psiquiátricos por lo que tuvo que ser ingresado en alguna ocasión, según asegura la agencia Efe. Esta misma fuente apunta que la Policía tuvo que acudir a su domicilio de Móstoles una vez porque, según relataron sus allegados, no se había tomado la medicación y estaba muy alterado. En esa intervención, los agentes solo tuvieron que calmarlo.

Se desconoce si el supuesto asesinato pudo haber sido cometido en un estado de enajenación mental. De momento, la prioridad de la Guardia Civil es dar con los restos de la mujer argentina. Por eso mismo, está previsto que, en los próximos días, se practiquen registros en alguna de las fincas con las que cuenta la familia del detenido, una de ellas ubicada en un pueblo madrileño y otras en provincias limítrofes con Madrid, según otras fuentes del instituto armado.

trituradora. Los investigadores analizan, pieza a pieza, la trituradora hallada en la casa de Majadahonda donde residió la mujer argentina desaparecida a principios de mes por si hubiera más restos humanos, después de los encontrados en el aparato en el primer registro de la casa. Así lo indicaron a Efe fuentes de la investigación, que señalaron que los restos que contenía la trituradora son humanos y que ahora se desmontó el aparato para comprobar si hay alguno más. Unos restos que, junto con la sangre hallada en la bañera, se cotejarán con el ADN de familiares de Adriana.

De momento, el detenido no dio pistas sobre el paradero de la desaparecida y, en todo momento, se ha mostrado frío. El pasado martes, Bruno permaneció todo el día -desde las diez y media de la mañana hasta las once de la noche, con un receso para comer- con los agentes de Criminalística en el registro de la casa, acompañado de su abogado. Mientras, los agentes inspeccionan un vertedero de Pinto, donde se depositan las basuras de Majadahonda, por si encontraran algún resto.

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