"Haría falta un servicio socio-militar con matices"

Julio Méndez Menéndez de Llano hizo la mili en el Sáhara, una experiencia de la que guarda amigos buenos recuerdos ►Miguel Anxo Abraira fue uno de los insumisos condenados por no querer cumplir con el servicio militar ni la prestación social

En 1969, cuando Julio Méndez Menéndez del Llano partió para el Sáhara, el servicio militar "era obligatorio y nadie se planteaba otra cosa; todo el mundo sabía que llegados los 21 años había que ir".

A él le tocó el destino más alejado posible, tanto geográfica como culturalmente hablando. Se lo tomó con resignación porque, dice, hacía ya tiempo que estaba mentalizado de que se iría a África. "Prefería ponerme en el peor de los supuestos", dice para justificar esa extraña certeza. Era el peor porque "era el más lejano y perdías el contacto con tu mundo", explica. Había casi 2.500 kilómetros por medio, por eso ve que "una diferencia entre estar en el Sáhara o en el cuartel de Garabolos y poder ir a casa los fines de semana; eso no es mili".

Julio Méndez en la actualidad y durante el servicio en el Sáhara. EPLas perspectivas eran malas y, sin embargo, casi medio siglo después, guarda de aquella experiencia recuerdos imborrables y amigos que perduran hasta hoy: "No te quedaba más remedio que integrarte porque ibas a pasar allí mucho tiempo". En su caso, 15 meses con un único permiso de 40 días que tuvo que recuperar al final. Julio Méndez estuvo en el Batallón de Instrucción de Reclutas, conocido como BIR, por donde pasaban todos los que eran destinados a esta zona para hacer los tres meses de instrucción. Luego se iban a otros campamentos, aunque a él le tocó quedarse allí, ayudando en la administración de una compañía.

En 15 meses vio pasar mucha gente por el BIR y entre ellos "había de todo, quien estaba encantado de la vida y otros que nunca habían salido de casa y que parecía que estaban al borde del abismo", recuerda. Algunos reclutas, dice, llegaban siendo analfabetos, pero se iban sabiendo leer y escribir porque les enseñaban los compañeros con más formación. "Para mucha gente que nunca había salido de su pueblo les vino bien para integrarse y para gente que venía de las ciudades, sin miedo y respeto a nada, les hicieron entrar en la disciplina y respetar a los demás". Por eso, para Julio Méndez, el servicio militar tenía un sentido positivo: "Enseñaba disciplina, esfuerzo y que el límite de la libertad está donde empieza la del prójimo, valores que se han perdido", explica.

En su caso, supuso "una satisfacción vivir un tiempo en un desierto y conocer a los saharauis, para mí, gente buena y muy hospitalaria". Tampoco tiene mal recuerdo de la vida castrense: "Hay una estructura jerárquica, pero es diferente a convivir con los jefes en otros destinos, como las ciudades, donde un soldado no era nada; en el Sáhara éramos personas".

Julio Méndez es partidario de que se vuelva a establecer un servicio militar "con matices en el que se aprendiera algo de disciplina militar, obediencia y jerarquía, pero por un tiempo corto, y a continuación otro campamento social o ciudadano que enseñe a la gente joven valores que se echan en falta: sacrificio personal, respeto a los más débiles", argumenta.


Miguel Anxo Abraira: "Estou en contra de que existan exércitos regulados"

Miguel Anxo Abraira prefirió la cárcel antes que hacer el servicio militar. En su caso, rechazaba la idea por dos razones: por antimilitarista y por nacionalista. "Estou en contra de que existan exércitos regulados coa fin de someter aos pobos, tanto alleos como propios", explica en cuanto a la primera cuestión, que le impediría, dice, participar en cualquier ejército, aunque estuviera vinculado a una Galicia independiente.

Por si no fuera suficiente razón, además se negaba a colaborar con el Estado español, cuya Constitución atribuye al ejército el papel de defender su integridad territorial. Por todo ello, llegado el momento, decidió primero objetar y, segundo, declararse insumiso. La consecuencia fue una condena de dos años, cuatro meses y un día, conocida en la jerga antimilitarista como un ‘dos, cuatro, uno’ porque era la pena estándar para estos casos.

Miguel Anxo Abraira, en los 90Sucedía esto en el primer lustro de la década de los años 90, recuerda Miguel Anxo, que nació tarde para beneficiarse de la amnistía que había concedido el Gobierno a quienes se habían negado a hacer el servicio militar en el marco del incipiente movimiento objetor de finales del franquismo y primeros años de la democracia. "Os que naceran no 68 ou antes quedaron aministiados e non tiveron que facer prestación nin servizo militar", explica Miguel Anxo, que nació en 1969 y no fue eximido por un pequeño margen de tiempo.

La contestación social y el creciente movimiento objetor y antimilitarista llevaron a que en 1984 se aprobara la Ley de Objeción de Conciencia, que reconocía la posibilidad de realizar una prestación social sustitutoria durante 18 meses en lugar de cumplir con las milicias. "A obxección en Lugo foi moi alta, foi unha das provincias onde tivo máis incidencia, arredor do 80% dos mozos fixéronse obxectores", cuenta Miguel Anxo, que recuerda una movilización muy intensa en aquella época, promovida sobre todo por el colectivo Corneta Obxecta y otros como Galiza Nova, en el que él estaba integrado y donde también había "unha resposta importante".

Así las cosas, llegado el momento, envió el escrito negándose a participar en el servicio militar por motivos de conciencia, lo que lo convertía en un objetor encaminado a la prestación social sustitutoria, pero no la hizo. "Negueime a incorporarme", apunta, lo que propició un juicio civil por la vía penal y la consabida sentencia. Ingresó en prisión en la cárcel provincial de A Coruña y estuvo veinte días "a pensión completa", como se refiere él a este tiempo de prisión en primer grado. "Aos poucos días solicitei o terceiro grao, que adoitaban concedelo porque había unha mobilización moi forte con este tema", señala. Eso suponía ir a dormir de lunes a viernes "se tiñas un traballo fóra". Así estuvo 14 meses, que fue en lo que quedó la pena tras aplicarle las reducciones por buen comportamiento.

Con esta trayectoria, es evidente que Miguel Anxo está en contra de la recuperación del servicio militar, cuyo resurgimiento en otros países explica desde un punto de vista ‘colapsista’. "A sociedade, o modo de vida occidental, está en vías de colapso e os poderes saben que iso vai pasar e que vai haber conflitos incluso entre aliados" fruto del agotamiento de los recursos y de otros factores como el cambio climático, explica. "Os poderosos saben que hai un cambio de paradigma, que se van producir moitos desaxustes e que vai haber conflitos e queren introducir os mozos na cultura da dominación e a obediencia", añade sobre una medida que ve encajada "nunha carreira armamentística que se inicia xa antes da crise" para buscar soluciones por la vía "da dominación" en lugar de a través el diálogo y la justicia social.

Miguel Anxo Abraira, hoy en la formación política Ligando, considera que los ejércitos "son un despilfarro de cartos que serven para fortalecer as multinacionais que se dedican ao tráfico de armas" y también sostiene que tienen un carácter más invasor que defensivo porque, apunta, "a historia demostra que as invasións sempre as salvan os procesos de resistencia dos pobos".

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