Javier Arenas, el que siempre está ahí

Cuando Andrea Levy nació en 1984, él ya era teniente de alcalde en Sevilla. Ahora los dos están juntos en la dirección del PP en la que Arenas lleva desde 1999
Javier Arenas
photo_camera Javier Arenas

Nadie le cuestiona. En el pasado congreso nacional del Partido Popular todos las miradas se desviaron hacia María Dolores de Cospedal o hacia Fernando Martínez-Maillo, pero no al indiscutible, al que siempre está, al que sabe cuando moverse o cuando quedarse quieto. A Javier Arenas.

Cuando Andrea Levy nació en 1984, él ya era teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Sevilla. Ahora los dos están juntos en la dirección del PP, la que Mariano Rajoy consagró en el congreso nacional del fin de semana pasado, la misma composición a la que se aferró en junio de 2015 para superar el shock de las elecciones autonómicas y municipales.


Cuando Andrea Levy nació en 1984, Arenas ya era teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Sevilla

Entonces Rajoy se vio en una tesitura que no le agrada y tuvo que dar aire fresco a un partido en estado catatónico, así que tiró de cantera: llegaron Pablo Casado, Javier Maroto y la propia Levy, pero la figura de Arenas quedó inmaculada.

Lo que hizo Rajoy en la antesala del verano de 2015 fue inusual en su estilo, pues al presidente del Gobierno ni le gustan los cambios de caras, ni mucho menos los giros bruscos de timón.

El PP que preside es un vehículo que circula a la velocidad constante que él quiere, ni muy deprisa ni muy despacio, así que lo lógico era anticipar que en el pasado congreso nada cambiaría. Y nada cambió. Sobre cómo ve Rajoy las estructuras de liderazgo, hay un resumen perfecto pronunciado por él mismo tras confirmar lo previsto, el sábado pasado. Dijo acerca de la continuidad de su equipo: "Los he mantenido porque han funcionado bien, y como todo en esta vida, sólo se cambia lo que no funciona; lo que funciona, no".

Cospedal lo sabía, pero también lo sabía Arenas, y quizá por eso salió de la Caja Mágica de Madrid, sede del congreso, haciendo declaraciones a la prensa sobre la situación interna de Podemos, como si nada en el PP hubiera pasado porque efectivamente nada pasó. Porque, efectivamente, él ya lo sabía.

DESDE 1999. Está en la dirección desde 1999, cuando fue nombrado secretario general, aunque desde 2003 su cometido es el de vicesecretario de Política Autonómica. Si Cospedal conoce Génova, Arenas tiene los planos.

En conversación con Efe, el hombre que estuvo a punto de poner al PP en la Junta de Andalucía considera que la clave de su "éxito" estriba en ser una "persona de equipos" y en saber cuando "hay que estar en primera línea y cuándo quedarse en segunda, dando consejos".


Arenas vive ahora entre Génova, el Senado y Sevilla, tiene con todos una buena relación e incluso se han templado las tensiones con Cospedal


El hombre al que en marzo de 2012 la mezcla de troika europea, reforma laboral y fecha de elecciones andaluzas dejó sin Presidencia autonómica conoce a Rajoy como la palma de su mano, y sabe, así, que "nunca hay que preguntarle 'qué hay de lo mío' y nunca, jamás, hay que intentar presionarle para que tome una decisión". Hacer ambas cosas, o sólo una, te deja fuera.

Rajoy y Arenas permanecen en los despachos de la zona noble de Génova, por donde han pasado Francisco Álvarez Cascos, Ángel Acebes, Ana Mato o Carlos Floriano. Aquella frase de la película Amanece que no es poco, "alcalde, todos los demás somos contingentes, pero tú eres necesario", parece que tiene su encarnación en el PP.

Puede que sea así, porque no han sido tiempos fáciles y a los populares todavía les estremece escuchar el nombre del extesorero Luis Bárcenas, por cuya supuesta caja B tuvo que testificar Arenas en la Audiencia Nacional, en agosto de 2013.

Una crisis más, quizá la peor, que ha tenido que superar un hombre acostumbrado a atravesar, sin herirse, todas las batallas internas imaginables: por ejemplo, la del PP valenciano, la del PP de Asturias o disputas en el PP de Andalucía previas a la llegada de Juanma Moreno.

Arenas ha hecho todo lo que Rajoy le ha pedido, a veces incluso antes de que se lo pidiera. Una vez el presidente le pidió a su amigo sevillano que ganara las elecciones andaluzas y que se tomara el tiempo necesario.

El hombre que en 1997 pactó con los sindicatos una reforma laboral siendo ministro de Trabajo, el hombre que puso las bases de la financiación local en 2002 siendo titular de Administraciones Públicas, el hombre de las mil misiones, no ha sufrido mayor revés.

Quedó tan afectado que literalmente desapareció de la escena pública, pero retuvo su despacho en la sede del PP, a donde volvió, superado el varapalo, para seguir haciendo lo que siempre ha hecho: saber cuándo hay que moverse y saber cuándo no hay que hacerlo, y sin montar ruido ni llamar la atención. No hay nada que Rajoy aprecie tanto.

Arenas vive ahora entre Génova, el Senado y Sevilla, tiene con todos una buena relación e incluso se han templado las tensiones con Cospedal. Su amistad con el presidente es de esas que llegan a construirse sobre silencios.

Por eso, cuando Arenas decida poner punto y final a su largo viaje por la política, se retirará en silencio y almacenará en su prodigiosa memoria todo lo que sabe: ni más ni menos que 30 años de historia del PP, ni más ni menos que toda la luz y toda la oscuridad de su partido.

Comentarios