Julen despierta la solidaridad de un país que acompaña a los padres en su espera

Trabajadores, voluntarios y vecinos completan una cadena que pone de relieve la unidad en tragedias como la del pequeño de dos años. La recompensa para todos sería devolverlo a casa

El padre de Julen saluda a dos agentes de la Guardia Civil. DANIEL PÉREZ (EFE)
photo_camera El padre de Julen saluda a dos agentes de la Guardia Civil. DANIEL PÉREZ (EFE)

Entre todos buscan soluciones, fabrican "inventos" y hacen caldo para que las fuerzas no se enfríen. Cuando las máquinas empiezan a hacer ruido en la sierra malagueña, el silencio se apodera de Totalán. Los focos que iluminan el operativo durante la noche despiertan a los niños, que no dejan de preguntar si Julen ha salido ya. Su triciclo, sus padres y España entera le esperan. Si hay algo que continúa sin resquebrajarse son las esperanzas: "Nos encontramos con el cuerpo cortado, pero con el corazón intacto. Voluntad nos sobra", escribía un guardia civil desde el anonimato que, como "otro cualquiera", decía haber entregado su "mejor versión" desde hace ya once días.

El rescate de Julen, de dos años, ha despertado la solidaridad de cada rincón: Madrid puso la perforadora más potente, Málaga construyó la cápsula que "inventó" un bombero, Asturias trasladó a ocho mineros de una brigada con más de cien años de experiencia y Murcia, los tubos que refuerzan el túnel vertical.

En este engranaje solidario, los voluntarios son una pieza clave. Más de 120 personas se dejan la piel para que los técnicos estén al cien por cien. Les proporcionan todo lo que necesiten, ya sea "cemento, comida, agua o cigarrillos", contaba a Málaga Hoy el coordinador Daniel Alcaide.

Con las donaciones de alimentos, las mujeres no dudan en ponerse el delantal para hacer puchero y croquetas que recompensen las horas que bomberos, guardias civiles, ingenieros, mineros y psicólogos llevan a sus espaldas. «No os imagináis la cara de felicidad que ponen», decía Alcaide.

CICLISTAS. Hasta los ciclistas que hacen la ruta de subida a Olías, un núcleo de población cercano, han aportado su grano de arena llevando suministros.

Cuando aquel fatídico domingo el caso de Julen empezaba a copar las portadas de muchos diarios digitales, los vecinos ya hacían sus primeras aportaciones: una casa para el puesto de mando y otra para los padres del menor, que residen en el barrio malagueño de El Palo, a 15 kilómetros de Totalán.

El pueblo se vuelca con los trabajadores, a los que ofrecen casa, cama, comida y, sobre todo, ánimo para no decaer en la búsqueda

Con el paso de los días, y el cansancio que acumulaban los trabajadores, los malagueños de esta pequeña localidad no dudaron en ponerse a su servicio para que las horas se hicieran más llevaderas. "Si alguno quiere ducharse o descansar, mi casa está abierta", se ofrecía una vecina.

Un guardia civil, desde el anonimato, quiso dar voz a todos los cuerpos que trabajan en Totalán a través de una carta que se hizo viral. "Fui uno de los que abandonó a su familia con el plato en la mesa aquel fatídico día", empieza.

Acudió a la llamada de socorro y una vez allí, viendo la complejidad del panorama llamó a su mujer: "No me esperes ni para cenar, esto va para largo", dijo. Y hasta hoy, cuando se cumplen once días.

Él vio cómo una cámara recorría el pozo donde cayó Julen. "No se me olvidarán las palpitaciones de mi corazón", asegura. Por un lado, quería verle aunque "rompería a llorar si eso ocurriera"; por otro, "ni siquiera estaba seguro de querer que apareciera", para así "valorar la posibilidad" de que no estuviera allí y se "abriera una nueva vía de esperanza". "Aquí no vamos a parar hasta que lo rescatemos, eso está claro", le dijo un compañero.

Resalta el despliegue y la coordinación de bomberos y guardias civiles que, durante dos días, durmieron "en los vehículos para que la cabeza pudiera seguir funcionando", recuerda, para después añadir: "Jamás pararemos hasta devolver a Julen a sus padres".

También ha visto la "admirable" evolución de las emociones de los padres del pequeño, que han pasado desde la "absoluta desesperación hasta una calma sosegada" que se convierte en ejemplo.

UNA MANO A JULEN. Bajo la etiqueta #MiManoAJulen, miles de personas se manifiestan alrededor del mundo para que el rescate termine en un final feliz. "Aguanta", "Solo queda un pelín" o "Estamos contigo", son algunos mensajes de ánimo que los internautas han acompañado con imágenes de sus manos. Entre ellos se podían leer algunos de Chile, donde se vivió con la misma incertidumbre el rescate de 33 mineros en 2010.

Muchos se refieren al hermano de Julen —que murió en 2017 de muerte súbita— como el ángel que va a hacer posible que sus padres y su hermano se vuelvan a abrazar muy pronto.

Comentarios