La 'Blancanieves' muda triunfa en otra gala reivindicativa

Una película muda, Blancanieves, ha sido la gran triunfadora de los Goya con diez galardones, en una gala en la que, en cambio, se ha hablado y mucho de política, con el discurso de Candela Peña pidiendo trabajo, con Eva Hache felicitando irónicamente a Wert y con Bardem encabezando el "no a los recortes".

La política se mezclaba, una vez más aunque sin llegar al 'No a la guerra' de 2004, con el cine, pese a las peticiones del presidente de la Academia, Enrique González Macho.

Él mismo decidió, finalmente, enarbolar también la protesta con un discurso en el que ha exclamado: "El cine no pertenece a ningún partido político. No es ni de los de la ceja, ni los del bigote, ni los de la barba (...) Es un derecho de los ciudadanos".

En el otro lado, un cuento hipnótico, una abstracción poética de Pablo Berger, Blancanieves, era la película que reconocía todos los parabienes artísticos. Drama lorquiano, bomberos toreros y, por supuesto, el célebre relato de los hermanos Grimm, se alejaban de la actualidad y apelaban a la fábula.

"En mis títulos de crédito aparecen 539 personas y todas ellas son importantes", ha dicho Berger, que ha tardado ocho años en levantar su utópico proyecto y ha exclamado "¡viva el cine libre!".

Se llevaba diez premios Goya (solo superada por Mar adentro, con 14, y ¡Ay, Carmela!, con 13), entre ellos mejor película, guión, mejor vestuario (Paco Delgado) y actriz, el segundo de Maribel Verdú, por su antológica madrastra, pero la crisis le arrebataba el protagonismo.

Verdú, que ya había ganado por Siete mesas de billar francés, fue una de las que tuvo palabras para ella, al dedicar su premio a la gente que "ha perdido sus casas, sus ilusiones e incluso su vida" en un "sistema quebrado, injusto y obsoleto".

La actriz tomaba el relevo a Candela Peña, ganadora por Una pistola en cada mano (y ya van tres tras Todo sobre mi madre y Princesas), que dijo sobre el escenario: "Os pido trabajo. Tengo un hijo que alimentar".

Lleva sin trabajar tres años y "en estos tres años he visto morir a mi padre en un hospital público donde no había mantas para taparlo y le teníamos que llevar el agua", ha dicho.

La ceremonia, a esas alturas, ya había contado una Eva Hache más suelta que el año anterior y que lanzó puyas a la Casa Real y al ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, a quien le dijo: "Le voy a decir solo una cosa: felicidades. ¿No se lo esperaba? Se lo dicen poco últimamente, no me extraña". Y le quedaba, más tarde, la aparición de Javier Bardem.

El ganador de un Óscar y cinco premios Goya como actor, subía como productor del documental Hijos de las nubes, sobre el Sáhara, y no perdía la oportunidad para superponer sus causas.

"En el Sáhara no se puede recortar en salud porque no hay hospitales, ni en educación y cerrar escuelas porque no hay colegios. Ni echarles a la calle como aquí porque fueron desahuciados hace 35 años cuando les echamos. No podemos dejar que nos suceda aquí", ha expresado Bardem.

Pero volviendo al cine, Lo imposible, de Juan Antonio Bayona, parecía la única que podía "ahogar" con su tsunami a Blancanieves, y el mérito de coordinar su espectacular hazaña era premiado con el galardón al mejor director para el realizador catalán, que llevaba el Goya a las gradas para María Belón, protagonista real del milagro que inspiró la película.

Traducía su récord de más de 42 millones de euros en cinco premios, pues en la parte técnica rascaba mejor montaje, mejor sonido (la única a la que Blancanieves no se podía postular), mejor dirección de producción y, faltaría más, mejores efectos especiales.

Grupo 7 se hacía con dos premios para interpretaciones masculinas: abría la noche con el premio al mejor actor revelación, para Joaquín Núñez y completaba con el de mejor actor de reparto para Julián Villagrán.

El de actor protagonista era casi tan seguro como el Goya de Honor a Concha Velasco: José Sacristán ganaba por El muerto y ser feliz. "Se ha hecho esperar, don Francisco", decía un cofundador de la Academia de Cine, pero nominado por primera vez por este filme.

Y aunque siempre tiene que haber una perdedora, y fue El artista y la modelo, de Fernando Trueba, que se iba de vacío con 13 nominaciones, la derrota más bochornosa fue la de Los niños salvajes en la categoría de mejor canción.

Su tema fue pronunciado ganador por la actriz Adriana Ugarte, fue una equivocación al leer el sobre, pues en realidad el premio era para No te puedo encontrar, de Blancanieves, y el cuarto para Pablo Berger, ya que también ha escrito la letra del tema.

Las aventuras de Tadeo Jones, en cambio, entraba en el cuadro de las ganadoras morales pues no solo conseguía, como hizo el año pasado Arrugas, el premio a la mejor película de animación y el de mejor guión adaptado, sino que Enrique Gato subía también como director novel.

Intocable suplía el disgusto de no haber sido siquiera nominada al Óscar con un premio Goya a la mejor película europea, y sus directores, Olivier Kanache y Eric Toledano, agradeciendo en español. Y la mejor cinta iberoamericana fue Juan de los muertos, del cubano Alejandro Brugués.

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