Madrid no es nada sin Pontevedra

24 HORAS CON ANA PASTOR ► Es una jefa exigente, pero es de esas personas que da ejemplo. Al final, todos los que trabajan con ella lo hacen entre una extraña mezcla de adoración y respeto. Tanto diputados como periodistas la citan unánimemente como la presidenta. Yo digo la presi y me miran raro, pero yo puedo porque soy su vecino y ellos no...

Ana Pastor, en el Congreso
photo_camera Ana Pastor, en el Congreso. Archivo

LO PRIMERO que hace Ana Pastor al llegar a su despacho cada día es leerse el Diario de Pontevedra. "Me entero de lo que pasa en Pontevedra y luego leo la prensa nacional". Siempre pregunta por Pontevedra a pesar de que está muy al tanto de todo lo que ocurre en su ciudad. Hasta me pregunta por mi dieta.

Mientras estoy cotilleando en el patio del Congreso, varios periodistas que han visto que la jefa me trata con familiaridad, me preguntan el motivo. Les digo que en Pontevedra nos conocemos todos y que a Ana Pastor la hemos visto crecer en la política y que eso no la ha cambiado en absoluto. Que siempre ha estado muy pendiente de nosotros y que la vemos los fines de semana paseando con su marido, deteniéndose cada vez que alguien la saluda y si nos la encontramos nos tomamos un café con ella; que quiere a su ciudad, que aquí la apreciamos, que hasta el alcalde habla bien de ella; que acude siempre que puede a cuanto acto social, cultural o asociativo le coincide; que en fin, es una más de nosotros; que a los de la prensa nos trata muy bien. Que es una persona cercana y que es muy fácil hablar con ella. Me miran asombrados y lo entiendo. La Ana Pastor que yo describo no es la que ellos conocen. El perfil que les doy no es el perfil institucional que ven los periodistas en Madrid. Allí tiene la imagen de una persona excesivamente formal, muy seria y no demasiado accesible. Tengo que explicarles, para que me entiendan por fin, que el concepto de vecindad no es igual en Pontevedra y en Madrid. Allí un vecino es el que vive en tu edificio o como mucho a dos manzanas. Aquí somos todos vecinos. Luego me preguntan por Rajoy y les digo la verdad: que su caso es otra cosa, que por aquí no lo vemos casi nunca desde que se fue a Madrid, que pasó olímpicamente de su ciudad y que lo único bueno que hizo por nosotros fue precisamente Ana Pastor.

Si sigue el plan habitual de los fines de semana, Ana Pastor estará ahora mismo en Pontevedra en actos de su partido, yendo a los congresos que se están celebrando estos días y presentando a sus candidatos. Es verdad que Ana Pastor se transforma cuando llega a Pontevedra. Aquí la vemos más relajada, no correteando de un lado al otro sin parar. En Madrid se vuelve hiperactiva y es capaz de tener la cabeza en cien cosas a la vez. Su equipo funciona con la precisión de un reloj atómico y ella da órdenes con la mirada. Una vez me dirigió una de esas miradas y todavía tengo pesadillas cuando recuerdo aquel momento. Todos los que la rodean saben cómo quiere las cosas. Es una jefa exigente, pero es de esas personas que da ejemplo. Al final, todos los que trabajan con ella lo hacen con una curiosa mezcla de adoración y respeto. Y cuando hablan de Ana Pastor siempre se refieren a ella como La Presidenta. Lo mismo hacen periodistas y diputados. Cuando me refiero a ella como La Presi, me miran raro, pero yo puedo porque soy su vecino y ellos no.

Por el patio del Congreso me encuentro a Pilar Rojo, que lo atraviesa para saludarme y de pronto dice: "Te dejo, que se me escapa el ministro", y sale corriendo detrás de Borrell, que efectivamente se escapa, no de Pilar Rojo, sino del mundo. Como para no escapar después de que toda España se haya enterado de que utilizó información privilegiada para vender acciones de Abengoa. También anda por ahí Guillermo Meijón, que tiene un día muy cordial y me presenta, uno a uno, a todos los diputados socialistas que pasan por delante. Uno de ellos es poeta. Sin duda el mejor diputado poeta o el mejor poeta diputado que tenemos ahora mismo.

Ana Pastor tiene siempre a Pontevedra en la cabeza. A la menor ocasión saca el tema, hasta cuando me presenta a su jefa de gabinete, que es de Vigo y a los cuatro segundos estamos los tres hablando de cuál es la verdadera capital de esta provincia, que según Ana Pastor y yo es Pontevedra y para la viguesa es Vigo.

Cuando salgo del Parlamento para coger un taxi, lo juro por Dios, me encuentro en la calle a Manuel Jabois. Al final, Madrid no es nada sin Pontevedra.

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