Un Apóstol con seis espectáculos pirotécnicos simultáneos sin aglomeraciones

Santiago ha vivido sus fuegos de un modo atípico con espectáculo descentralizado
Fuegos del Apostol de 2020. LUIS POLO
photo_camera Fuegos del Apostol de 2020. LUIS POLO

Seis han sido este 24 de julio los espectáculos pirotécnicos simultáneos, y exactamente iguales, que ha acogido Compostela en la víspera del Día de Galicia.

Las fiestas del Apóstol no son, ni por asomo, como las de la vieja existencia, pero a pesar del control sanitario ha habido fuegos en el día grande.

Petardazos cada dos segundos, más de cien formas diferentes, cuatro alturas distintas, una veintena de colores y, en el cielo, una corona de mosaicos varios, crisantemos, anillos, truenos, estrellas, huevos de dragón, volcanes, medusas, peces, sonrisas y corazones.

Nada de aglomeraciones. La gente, sentada, o bien tumbada en el suelo para tener una sensación envolvente, se ha concentrado, distancia de seguridad mediante y sin masificaciones, en Santa Susana, en la Ciudad de la Cultura y en los parques Carlomagno, Almáciga, Luis Pasín y Eugenio Granell.

Las otras dos localizaciones inicialmente previstas, -puesto que iban a ser ocho los puntos-, han quedado anuladas por las condiciones de riesgo de extremo incendio debido a las altas temperaturas.

Las eliminadas han sido las ubicaciones del Monte de Deus, en el barrio de Vite, y la Granxa do Xesto, en el Pedroso.

Algunas personas por despiste, y otras por añoranza, han acudido a la plaza del Obradoiro, donde últimamente se celebraba esta función, bien en la Catedral o en la fachada de Raxoi, el edificio que alberga el ayuntamiento.

Lo habitual, esta vez, no ha podido ser. Pero, aunque hoy parezca difícil de creer, tampoco ha sido este siempre el enclave habitual y, además, antes de la pandemia ya había una preocupación manifiesta por los daños que provocaba la pólvora en monumentos históricos.

Como ocurre con la lotería, este 24 de julio el premio visual ha estado muy repartido. Han sido veinte minutos intensos de disparos hasta la traca final.

Y muchos han sido los lugareños que han podido presenciar el lanzamiento desde sus ventanas, sin siquiera salir de casa.

La sensación común: atípicos, sí, pero se han sorteado las dificultades y, al menos, ha habido artificio. Aunque esta vez los cohetes hayan ido por barrios. 

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