La emigración curtió a una; el cáncer fue la gran batalla de la otra

Carmela Silva y Pilar Cancela: las dos cariátides del socialismo gallego

Dos mujeres de fuerte temperamento rivalizan por el control del PSdeG. Ambas madres y ambas fieles escuderas que acabaron volando solas, la primera como prolongación de Besteiro tras el ‘besteirismo’ y la segunda como punta de lanza de Caballero en sus batallas más allá de Rande. Una preside la gestora; la otra aspira a hacerlo
Carmela Silva y Pilar Cancela
photo_camera Carmela Silva y Pilar Cancela

Casi dos meses son los que lleva Pilar Cancela de resistencia numantina al frente de la gestora del PSdeG. Concretamente desde el comité federal que tumbó a Pedro Sánchez y en el que ella fue la única representante de la delegación gallega que lo apoyó. Aún estaba caliente el cadáver político del derrocado líder cuando los críticos del PSdeG salieron en tromba a exigirle a Cancela que dejase un cargo al que la había aupado el malogrado tándem Sánchez-Besteiro. Y una de esas primeras voces que pidió públicamente su renuncia, y una
de las que lo hizo con más vehemencia, fue la de Carmela Silva.

La presidenta de la Diputación de Pontevedra era la baza que el sector de Caballero se jugó para tomar las riendas de una nueva gestora. El movimiento capitaneado por el barón de Vigo, y padrino político de Silva, lo acabó enfriando Ferraz —en un singular ejercicio de equilibrismo después de haberle retirado competencias poco antes a la gestora gallega—, pero la guerra entre las dos mujeres que han acumulado más poder en la historia reciente del PSdeG está servida. Dos mujeres de fuerte temperamento. Ambas madres y feministas convencidas. Y las dos fieles escuderas que acabaron volando solas, la primera como prolongación de Besteiro después del besteirismo y la segunda como punta de lanza de Caballero en sus batallas más allá de Rande, fuera el Congreso, el Senado, la Diputación o, como ahora, el asalto al poder en el PSdeG. En su particular guerra, que no es más que la última manifestación de la división del socialismo gallego que poco antes personificaron Leiceaga y Méndez Romeu, ambas hacen gala de su fortaleza. Silva para atacar con furia a Cancela. Cancela para repeler sin inmutarse sus acometidas y las de otros como Pachi Vázquez o Mar Barcón. Con la ayuda, más o menos clara, del frente del norte encabezado por el pontés Valentín González Formoso y los lucenses Darío Campos y Lara Méndez.

LAS DOS CARMELAS. Silva, que en las distancias cortas luce su vena más afable —la fonsagradina que, según confiesa, le viene por vía materna—, emplea contra Cancela su vertiente más combativa. La viguesa que hereda de su padre. Aquella que saca a relucir contra "el enemigo número uno de Vigo", también conocido como Alberto Núñez Feijóo, o la que la llevó a enfrentarse con Ana Pastor y Fátima Báñez tras sentirse ninguneada por las ministras en un acto en Vigo. Sin pelos en la lengua, como es ella, hace poco acusó a Cancela de ser "una directora xeral del PP infiltrada en el PSdeG". Aludía a su pasado como alto cargo durante nueve meses del último Gobierno de Fraga.


El 'CARÁCTER' CANCELA. Aunque más mesurada, Cancela tampoco escatima en personalidad. De su carácter sabe bien Besteiro, quien cuando acudió a la agrupación de Santiago para presentar su proyecto en plena carrera para liderar el PSdeG tuvo que ver cómo le echaba en cara la falta de concreción de sus propuestas. Aunque entonces era una anónima militante compostelana, el exsecretario general del PSdeG ya la conocía bien. Los dos comparten añada, la del 67, y habían coincidido en la facultad de Derecho en Santiago a finales de los ochenta.

Precisamente Besteiro fue su nexo con el también lucense Ricardo Varela, que como conselleiro del bipartito la recuperó para la dirección xeral de Relacións Laborais que brevemente había ocupado con Fraga. Aunque vinculada a UGT, no había militado en el PSOE hasta ese año: 2005. Fue el inicio de su ascenso hasta la lugartenencia de Besteiro, que la nombró secretaria de organización primero y después, tras su obligada dimisión, le encomendó la difícil tarea de salvaguardar su influencia.

DE PODER A PODER. El poder orgánico de Cancela se mide ahora al territorial de Carmela, la primera mujer en presidir la Diputación de Pontevedra, la mano derecha del alcalde por goleada de la ciudad más poblada de Galicia. La aparente bisoñez de una, en primera línea desde hace solo tres años, compite con la veteranía de una política bregada que ya fue diputada en 1997, cuando sustituyó al Caballero que cogía el billete de vuelta a Galicia para fracasar como candidato a la Xunta. En Madrid también fue asesora de Elena Espinosa y, encumbrada por José Blanco, se convirtió en la primera mujer portavoz del PSOE en el Senado. Todo un orgullo para una feminista convencida.

La pluriempleada Silva añadió a su currículum en 2011 una macroconcejalía en Vigo y poco después un escaño en el Congreso, lo que la llevó a desafiar la norma ‘una persona, un cargo’ impuesta por Pachi Vázquez y refrendada por Besteiro. El pulso, por supuesto, lo ganó la cada vez más influyente Silva, con asiento en la ejecutiva nacional. Tras el asalto a la Diputación, para lo que tuvo que superar que la llamaran "la viguesa" cada vez que acudía a su sede en Pontevedra, la conquista de la secretaría general del PSdeG podría ser su siguiente reto. Siempre está en las quinielas. Para saberlo habrá que esperar, según parece, hasta después del congreso federal del PSOE, aún sin fecha.

Mientras, Cancela y Silva, como aquellas cariátides griegas condenadas a sostener el peso del templo por la eternidad, tendrán que aguantar las opciones de sus respectivos sectores, que aspiran a hacerse con el control de ese reino sin rey –o reina– llamado PSdeG.

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