El Chicle, tres víctimas y siete coincidencias

Diana, Tania y Vanessa rondaban los 18 cuando José Enrique Abuín Gey las abordó ▶ Las amenazó con un arma para subirlas a su coche con oscuros fines
 
José Enrique Abuín, el Chicle. ARCHIVO
photo_camera José Enrique Abuín, el Chicle. ARCHIVO

"¿A usted le gustan las chicas jóvenes, altas y morenas?". "¡Como a todo el mundo!". Esta enésima fanfarronada de José Enrique Abuín Gey para responder por algo tan serio como el crimen de Diana Quer, levantaba risas incrédulas hace tres años en los juzgados de Santiago y dejaba eclipsada una pregunta de la fiscala que no era, en absoluto, baladí. Se refería la jurista a los inquietantes paralelismos entre los tres delitos sexuales conocidos de El Chicle, como —pese a pedir esta semana que no le llamen así— todo el mundo conoce a este rianxeiro desde que se hizo funestamente célebre por raptar, violar y asesinar a la joven madrileña.

El de Diana es, por su trágico desenlace, el caso más sonado de los que perpetró, pero los tres que se le conocen comparten varias analogías, tal y como quedó constatado este miércoles en la segunda jornada del juicio por la violación de Abuín a su excuñada Vanessa en 2005. Su otra víctima viva, Tania, declaró en la sesión de este miércoles, que premeditadamente o no, acabó siendo un foro donde se pusieron sobre la mesa hasta siete paralelismos entre los tres casos.

1. Altas y morenas

El aspecto físico es lo primero que llama la atención de cuantos factores comparte la ecuación criminal de El Chicle. La estatura de Vanessa, Diana y Tania ronda o rebasa el 1,70. Además, las tres lucían una larga melena morena.

2. La misma edad

Otro dato que coincide con asombrosa exactitud. Diana y Tania tenían 18 años cuando El Chicle las abordó, y Vanessa contaba con 17. De todos modos, la edad no suponía ninguna barrera moral para alguien sin escrúpulos como Abuín, de quien su mejor amigo llegó a decir en el juicio por el caso Quer que «siempre le gustaron las chicas jóvenes» y que había convertido en rutina aparcar su coche frente a las puertas del instituto de Rianxo para hacerle saber a algunas menores que le gustaban con algo parecido a piropos. "Les gritaba 'rubia' o 'morena' según fuesen", añadía este compañero de correrías de Abuín, con quien reconoció haber recorrido "casi todos los puticlubs de Galicia".

3. Mano al cuello y cuchillo

En los tres casos que se le conocen utilizó un cuchillo o un arma similar para amenazar a sus víctimas —con Diana se valió de una pata de cabra— y lograr así que se introdujeran en su coche. Tania contó este miércoles que la agarró del cuello, algo que también hizo con Vanessa, a la que además pasó el cuchillo por la garganta, según relató el martes. También el cuello fue el punto donde infligió fuerza, en este caso con una brida, para acabar con la vida de Diana Quer.

4. Arrebatarles el móvil

Abuín sabía que desde que existen los smartphone con geolocalización, estos son una prueba clave judicialmente. Por eso uno de sus primeros pasos era incomunicarlas. Logró arrebatar el móvil a Vanessa y a Diana —el iPhone de la madrileña lo arrojó al mar sin contar con que una mariscadora lo acabase encontrando—. Con Tania también lo intentó, pero ella opuso resistencia y el desistió porque se acercaban unos chicos.

5. Siempre en coche, e italiano

Abuín, según sus vecinos, usaba el coche hasta para ir a comprar el pan a veinte metros de casa. Y también para sus crímenes. A Diana la metió en el mismo maletero del Alfa Romeo 166 donde llegó a estar por unos segundos Tania. Una década antes, a Vanessa la habría violado en otro vehículo, también de una marca país transalpino: un Fiat Bravo. Este compacto de la casa turinesa dio lugar a otra de las fanfarronerías del rianxeiro en sala judicial, cuando la fiscala mencionó su antiguo «Fiat Brava». «Es Bravo», subsanó el acusado por lo bajini. Estaba en lo cierto.

6. Lugares inhóspitos

Es un hecho que, por sus escarceos con el narcotráfico, Abuín era conocedor de un amplio catálogo de lugares solitarios en O Barbanza para almacenar o hacer transacciones de droga. Como el descampado al que llevó a su excuñada para violarla, que este miércoles se mencionó que estaba en Lousame, al lado de una tétrica capilla en ruinas. Casi tan sórdida como la nave de Asados a la que condujo a Diana. A Tania la abordó en una solitaria calle de Boiro, desierta la noche del 25 de diciembre. Y la joven prefiere no imaginar dónde hubiese acabado de no ser rescatada.

7. El pozo

Vanessa heló la sala cuando refirió una de las amenazas de su excuñado: "Me dijo que como contara algo, me tiraría a un pozo".