Las mochilas de los peregrinos son como sacos sin fondo en los que caben un chubasquero, varios pares de calcetines, otras tantas mudas, una esterilla, toallas... Y también hay sitio para un buen puñado de anécdotas, recuerdos, amistades y, por qué no, la fe y el amor. Que se lo digan si no a la estadounidense Laura Eggerichs (38 años) y al sueco Hans Kober (35), dos medias naranjas con un océano de por medio que el Apóstol unió en su versión más celestina. Y es que su historia tiene algo de experiencia religiosa, como cantaba Enrique Iglesias, el artista de sangre gallega que, para cerrar el círculo, grabó un videoclip en la catedral de Santiago, testigo mudo de la unión de Laura y Hans.
Pero, ¿cómo empezó todo? "Era 2017. Yo había volado desde Estados Unidos a Francia para hacer mi primer Camino desde Saint Jean Pied de Port, porque había escuchado hablar de Santiago y quería reconectarme con mi fe. Estaba en la estación de tren de París, donde me sentía realmente perdida y con jet lag", relata Laura a este medio. "Así que recé a Dios para que me enviara a alguien que me ayudara. Miré hacia arriba y había un hombre que parecía saber inglés con una mochila. Corrí hacia él, hablamos y me dijo que también iba a Saint Jean para hacer el Camino". Ese varón que se le apareció como un crush divino se llama Hans y hoy es su marido.
Se dieron el sí, quiero por todo lo alto el pasado 7 de octubre en el Hotel Monumento San Francisco, en el corazón de Compostela, tras compartir cinco rutas jacobeas en las que fueron dejando atrás etapas, pueblos y también dudas. "Fuimos construyendo un sentimiento muy fuerte", explica Laura. Recorrieron la ruta jacobea, pues, en cinco ocasiones entre 2017 y este 2023. Pero la primera vez nunca se olvida. Y en ella se centra Laura, que evita llamar flechazo a lo suyo con Hans. "No, no lo fue", ríe. Aunque reconoce que "ya desde el final de nuestro primer Camino sabíamos que queríamos ser parte de la vida del otro".
La pregunta es obligada para alguien que ha conocido el amor en la ruta jacobea: ¿puede ser romántico el Camino? "Si consideras románticas las literas y las chinches, sí", bromea Laura. Ya en serio, reflexiona que "es un lugar donde puedes ser plenamente tú mismo, sin máscaras ni fachadas". "Puedes construir amistades y relaciones muy fuertes con la gente mucho más rápidamente que en la vida normal porque todos tus muros están caídos. Esto abre tu corazón con las personas que conoces, y para algunos como nosotros eso resulta ser amor".
Y lo cierto es que aunque casos como el suyo, que acaben en boda, se cuentan con los dedos de las manos, no es ningún secreto que el Camino es un plan vacacional idóneo para ligar. La red social Meetic lo situó como el destino donde más posibilidades hay de tener un romance, por delante de Ibiza, Barcelona y Madrid.
"Había volado a París para hacer el Camino y me perdí en la estación. Recé para que alguien me ayudara, miré hacia arriba y allí estaba él"
Volviendo a los protagonistas de esta historia, cabe decir que, como en casi todos los desenlaces felices, hubo una pizca de suerte. Laura rememora que en su primer Camino, cuando se conocieron, ella se lastimó el tendón de Aquiles el segundo día, "y al sexto ya no podía caminar". "Lloré mucho cuando Hans y otro amigo salieron del albergue ese día. Pensaba que mi Camino había terminado y que nunca los volvería a ver. Afortunadamente, uno de los conductores que llevan las maletas a la siguiente parada se compadeció de mí y me llevó al siguiente pueblo, Los Arcos [Navarra], donde estaban Hans y el otro chico. Los días siguientes fui tomando autobuses para seguirles el ritmo, hasta que me recuperé, y desde León ya pudimos caminar juntos", celebra.
LA MAGIA DEL CAMINO. A partir de ahí, la ruta hizo su magia. En un marco tan bello como los paisajes que regala el Camino, Laura y Hans se fueron conociendo. Ella, dietista e instructora de fitness que se había tomado un tiempo en el trabajo a modo de reflexión, enseguida congenió con el joven sueco, director de desarrollo en la Universidad de Gotemburgo. Si a ella lo que la empujó a peregrinar fue la fe, además de opiniones positivas de conocidos, él reconoce que lo descubrió en Google: "Busqué largos paseos por Europa y apareció el Camino. Así que investigué un poco y decidí hacerlo".
Llegar a Santiago es sinónimo de júbilo. Sin embargo, para ellos hubo sentimientos encontrados: alegría por vislumbrar al fin la Berenguela; tristeza porque eso significaba el fin del Camino y que los suyos se separarían. Pero el amor ya había germinado al son de las flechas amarillas de la ruta, y a los pocos días de separarse decidieron que querían dar un paso más en su romántico camino: vivir juntos. Fue Laura la que se mudó a Suecia para emprender una nueva vida junto a Hans. Ella es estadounidense, pero se considera ya sueca de adopción. Y también un poco gallega.
Precisamente ese amor por el Camino llevó a la pareja a querer repetir la experiencia, y dos años más tarde, en 2019, se echaron de nuevo el hatillo a la espalda para hacer el Camino del Norte desde Irún. Y otro par de años más tarde, en 2021, todavía entre rescoldos de la pandemia, volvieron a completar el Camino Francés, desde Roncesvalles. Peregrinar "engancha", reconoce ella, y por eso solo unos meses más tarde repitieron la ruta del Norte desde San Sebastián. "Este fue nuestro Camino favorito además del primero, en el que nos conocimos", explica Laura.
CASARSE EN EL CAMINO. Tras cuatro Caminos y seis años juntos, sonaron las campanas de boda. Y repicaron por ellos el pasado 7 de octubre en la iglesia de San Francisco, donde contrajeron matrimonio después de un nuevo peregrinaje. El quinto. "Casarnos donde nos enamoramos nos pareció mejor idea que hacerlo en Estados Unidos o Suecia", explica Laura, que todavía se emociona al recordar el enlace. Ahora irán al sureste asiático de luna de miel, pero ya anticipa un sexto Camino.
"Casarnos allí fue un cuento de hadas para nosotros. Este tipo de espacios simplemente no existen en Estados Unidos, ni siquiera en Suecia", explica ella.
Santiago en sus corazones
Laura y Hans, aunque provengan de miles de kilómetros de distancia, pueden considerarse casi compostelanos de derecho. "Santiago significa muchísimo para nosotros como pareja, no hubiéramos querido casarnos en otro lugar. Fue perfecto".