Deberes para el nuevo curso político en Galicia

La temporada arranca con los partidos con la vista puesta en un examen final: las elecciones municipales de mayo 

Alberto Núñez Feijóo. SALVADOR SAS (EFE)
photo_camera Alberto Núñez Feijóo. SALVADOR SAS (EFE)

Los partidos gallegos afrontan la vuelta a parlamentos y despachos con la consciencia de que este es uno de esos cursos que tienen examen final, con fecha ya definida: las elecciones municipales del 26 de mayo. En su dirección caminará la actividad institucional y parlamentaria, así como el debate de asuntos candentes como la financiación, la fiscalidad, la memoria histórica, la AP-9...

PPdeG
Con el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo consolidado en Galicia tras su nueva renuncia a intentar el  salto a Madrid, los populares gallegos afrontan el gran desafío de lograr el poder en diputaciones y alcaldías, ya que, en este mandato, tan solo han gobernado en una de las cuatro administraciones provinciales y una de las siete ciudades gallegas: Ourense en ambos casos. Además, en la capital ourensana, con una enorme inestabilidad que ha trabado presupuestos y acciones ejecutivas debido al control de la oposición. La exigencia de cosechar una mayoría absoluta prácticamente en cada concello para contrarrestar las potenciales alianzas de izquierdas, es la constante que deberá afrontar el PPdeG de cara a unos comicios que lleva preparando largo tiempo, con candidatos oficiales u oficiosos extraídos incluso de la plana mayor de la Xunta.

Además, el PPdeG podrá jugar una doble baza parlamentaria: la de ser el partido de gobierno en Galicia y un núcleo fuerte de oposición al ejecutivo de Pedro Sánchez. De ahí el recrudecimiento en las reivindicaciones de San Caetano frente a Madrid, como la denuncia de Feijóo ante la ministra de Hacienda de la pérdida de 198 millones de euros que sufriría Galicia en 2019 por el cambio en la liquidación del Iva. Asuntos como la titularidad de la AP-9 o del pazo de Meirás también pueden englobarse en esta nueva beligerancia.

En Marea
En cierta manera, la situación de En Marea es antagónica a la del PPdeG. En primer lugar, porque el desafío de las municipales estriba en que se reediten en la medida de lo posible los resultados de 2015, cuando las mareas irrumpieron con fuerza en los concellos, con triunfos de gran simbolismo en Santiago, A Coruña y Ferrol. El desgaste de estos tres años será una de las dificultades, pero por encima está la inestabilidad orgánica que bulle en el seno de un partido instrumental que es, por definición, la suma de múltiples corrientes y sensibilidades no siempre bien avenidos, con distintos grados de rupturismo.

Esta tesitura atañe al líder de En Marea, Luís Villares, que hace frente a una rebelión aglutinada en torno a la Mesa da Confluencia, que pretende dar un giro a la dirección del partido, incluida su cabeza, en aras de conformar un espacio que refleje "a diversidade e a potencia" de las distintas mareas y de reforzarlo como antítesis del PP, según manifestó el rostro visible —junto a sus homólogos de Ferrol y de A Coruña— de esta oposición: el alcalde de Compostela, Martiño Noriega, a quien muchos ven como candidato a cambiar el pazo de Raxoi por San Caetano —otra estrategia que, en caso de que decida presentarse otra vez a la alcadía, quedaría a la espera de las urnas de mayo—.

Villares advierte del coste en apoyo social de todo enfrentamiento intestino mientras apela a los estatutos para contener un proceso que arranca el día 7, cuando se abordarán las fechas para el plenario y la consiguiente renovación del Consello das Mareas y la coordinadora. Enfrente, el sector crítico trata de recabar apoyos y nuevos militantes que contrarresten el respaldo que le queda al magistrado. Aquí, Podemos aún navega entre dos aguas. La razón es que está por despejar la incógnita de las fórmulas y siglas que aparecerán en cada papeleta, retomando el debate acerca de la coalición o el partido instrumental, decisivo luego en el ámbito provincial.

Entre tanto, el PP seguirá empleando estas dudas como material de derribo con el que minar al primer partido de la oposición.

PSdeG
La temporada política del PSdeG se jugará más en Madrid que en el Pazo do Hórreo. La expectativa que cumpla o traicione el Gobierno de Sánchez repercutirá en los socialistas gallegos y en su secretario general, Gonzalo Caballero. Después de su triunfo en los procesos internos y de otorgar estabilidad al partido —incluso con ese verso libre que es su tío Abel, baluarte en Vigo merced a la única mayoría absoluta de las siete ciudades—, este es el año en el que debe consolidar su jerarquía, la cual pasa por su entrada en la Cámara para comenzar a posicionarse como contrincante reconocible de Feijóo.

Para ello, el ponteareano se apoya en su ‘sanchismo’ y en reforzar su visibilidad pública con reuniones destacadas como la que mantuvo en agosto con el primer ministro portugués, Antonio Costa, y los dirigentes del norte luso, con quienes situó a Galicia y al PSdeG como el eje de las relaciones entre España y Portugal y sus ejecutivos socialistas. Así, al igual que le ocurre al PPdeG, los socialistas habrán de lidiar con las contradicciones derivadas de esa dualidad de partido de gobierno y de oposición.

BNG
Para el BNG, el examen de mayo es una reválida. Los sufragios podrán ofrecer un buen indicativo sobre si el optimismo generado tras las autonómicas de 2016 son una realidad o un espejismo. Ana Pontón ha sabido aglutinar las corrientes del Bloque en torno a su figura, sin una contestación ruidosa hacia su liderazgo —en algunos casos, como Carlos Aymerich, solucionado con su salida—, y su hábil acción parlamentaria ha cosechado reconocimiento, hasta el punto de que hay quien comenta que Feijóo le da tratamiento de líder de la oposición —también para desacreditar a En Marea—. Con ello, parece haber logrado una renovación generacional con la que atraer a un electorado joven frente a unas mareas que amenazan parte de su cuota nacionalista.

Y de las disensiones de En Marea en torno a la cuestión nacionalista vendrá la reivindicación del BNG. Muestra de ello es la continuidad en su discurso de temas como el autogobierno, la AP-9, la tarifa eléctrica o la memoria histórica, clásicos prioritarios que se compaginan con el hincapié en asuntos de evidente fuerza social como el feminismo y la igualdad. Estas serán las puntas de lanza con las que aspirará a sobrepasar su condición de muleta en algunos gobiernos de coalición y lograr una mayor cuota de poder en concellos y diputaciones, con listas abanderadas por nombres como Francisco Jorquera en A Coruña, Goretti Sanmartín en Santiago o el eterno Miguel Anxo Fernández Lores en Pontevedra, además de Rubén Arroxo en Lugo e Iván Rivas en Ferrol. 

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